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Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Un Mensaje a la Conciencia ahp@conciencia.net (Hermano Pablo y Carlos Rey)

    • Religion & Spirituality

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

    «Un país del que poco o nada sabían»

    «Un país del que poco o nada sabían»

    (Antevíspera del Natalicio de Juan Bueno)

    «Juan y [Loida] acomodaron... sus pertenencias en su [auto] Ford Falcon de color rojo y, armados de un mapa, se marcharon [de California en los Estados Unidos] a El Salvador —relatan los escritores salvadoreños Marvin Galeas y Carlos Clará en su libro sobre Juan Bueno titulado Sólo quedaban tres—.... Una vez pasada la frontera [de México], para [Loida] todo era distinto. [Ella] nunca había estado en América Latina.... [Durmieron] donde les sorprendía la noche, en pequeños hoteles y hospedajes... y algunas veces les tocó mal dormir en el auto....

    »Por fin... poco más de dos semanas, llegaron a la frontera de Guatemala.... Un día de lluvia torrencial, ya avanzada la noche, la pareja... llegó a un viejo puente.... Justamente cuando Juan Bueno [se disponía a cruzarlo]... un hombre... [se acercó] con una linterna de mano con la cual les hizo una señal de alto.

    —Señor —le dijo el extraño—, le ruego que no se aventure por el puente. El río está creciendo muy rápido, y la repunta lo puede agarrar a medio puente y arrastrarlo muy lejos.

    Juan apagó el motor... [se asomó] a echar un vistazo... [y vio que] el río crecía a gran velocidad.... A su paso arrastraba ramas de árboles, basura [y] rocas....

    —¿Qué podemos hacer? —[le] preguntó Juan Bueno al desconocido.

    —Le sugiero que tome ese otro camino. Es más largo y escabroso, pero es más seguro.

    —¡Mil gracias! ¡Que Dios le bendiga! —[le] dijo Juan al misterioso desconocido....

    [Aquel] atajo [entre las montañas] era una especie de camino rural fangoso.... Por un par de horas avanzaron penosamente hasta que llegaron a una empinada pendiente. Juan... le dijo a su esposa:

    —Toma el auto. Yo empujaré hasta que alcancemos la cima. Creo que lo podremos lograr....

    El problema era que [Loida] no sabía conducir autos de cambios manuales, por lo que dijo que prefería empujar.... [Así que] Juan se sentó tras el volante, puso primera y pisó el acelerador. Por el espejo alcanzaba a ver... el rostro de su esposa con un gesto de esfuerzo máximo.... En unos minutos... el auto alcanzó la cima. Una sudorosa y satisfecha [Loida] se sentó a su lado y dijo simplemente:

    —Continuemos.

    Al atardecer del 11 de noviembre de 1961, Juan y [Loida] Bueno llegaron, cansados [y] con los huesos molidos, pero felices, a San Salvador.... Apenas habían pasado nueve meses desde que se habían casado, y ya Dios les había puesto [el] desafío [de vivir] en un país del que poco o nada sabían.... [Durante] el período de adaptación... Juan trabó una entrañable amistad... muy [especial] con Pablo Finkenbinder, conocido en todo El Salvador... como el Hermano Pablo.»1

    ¿Quién hubiera pensado que Juan Bueno llegaría a ser no sólo uno de los mejores amigos del Hermano Pablo en toda su vida, sino uno de los miembros más influyentes de la Junta de la Asociación Hermano Pablo en toda su historia así como en mi propia vida? Fue él quien le recomendó al Hermano Pablo que me eligiera a mí como sucesor, y quien de ahí en adelante se dedicó a apoyarme y animarme a fin de que no dejara de seguir esos pasos, señalándole el camino al cielo a todo hispanohablante que se dispusiera a escuchar mis historias, reflexiones y consejos.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Marvin Galeas y Carlos Clará, Sólo quedaban tres: El encuentro entre el Pastor Bueno y el niño vendedor de periódicos (San Salvador: Editorial Cinco, 2021), pp. 107-13.

    • 4 min
    «Paquito»

    «Paquito»

    (Víspera del Día del Niño en México)

    Cubierto de jiras,
    al ábrego hirsutas
    al par que las mechas
    crecidas y rubias,
    el pobre chiquillo
    se postra en la tumba;
    y en voz de sollozos
    revienta y murmura:
    «Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «¡Qué bien que me acuerdo!
    La tarde de lluvia;
    las velas grandotas
    que olían a curas;
    y tú en aquel catre
    tan tiesa, tan muda,
    tan fría, tan seria,
    y así tan rechula.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Buscando comida,
    revuelvo basura.
    Si pido limosna,
    la gente me insulta,
    me agarra la oreja,
    me dice granuja,
    y escapo con miedo
    de que haya denuncia.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Los otros muchachos
    se ríen, se burlan,
    se meten conmigo,
    y a poco me acusan
    de pleito al gendarme
    que viene a la bulla;
    y todo, porque ando
    con tiras y sucias.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Me acuesto en rincones
    solito y a oscuras.
    De noche, ya sabes,
    los ruidos me asustan.
    Los perros divisan
    espantos y aúllan.
    Las ratas me muerden,
    las piedras me punzan...
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Papá no me quiere.
    Está donde juzga
    y riñe a los hombres
    que tienen la culpa.
    Si voy a buscarlo,
    él bota la pluma,
    se pone furioso,
    me ofrece una tunda.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.1


    A este conmovedor poema, que ha formado parte del repertorio de declamadores y festejos de las escuelas primarias2 desde que se publicó a comienzos del siglo veinte, el excelso poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón simplemente le puso por título «Paquito». Es uno de los cuarenta poemas de los que se compone la obra titulada Lascas, a la que el profesor Manuel Sol califica como «estéticamente uno de los libros más originales en lengua española».3

    Con sólo escuchar los versos de «Paquito», vemos por qué el Premio Nobel mexicano Octavio Paz dijo de su paisano: «La poesía de Díaz Mirón posee la dulzura y el esplendor del diamante, un diamante al que no faltan, sino le sobran, luces.»4 Si extendemos la metáfora de Octavio Paz, vemos que el poema «Paquito» en particular es además un diamante al que le sobra agudeza, pues es cortante de un modo parecido a la palabra de Dios, que «penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos».5

    ¡Cómo nos parte el alma la trágica figura de Paquito! Su desgraciado padre, tan indiferente e imperturbable como el cielo impasible, es incapaz de sentir el dolor del hijo al que ha abandonado a un destino de miseria no sólo física sino también emocional, ya que ese hijo hasta se siente culpable de la muerte prematura de su querida madre. Pero gracias a Dios, su Hijo Jesucristo comprende a todos los Paquitos del mundo. Habiendo sufrido, como ellos, el abandono de parte de los suyos,6 Cristo les muestra compasión ofreciéndoles ayuda en el momento que más la necesitan. Basta con que se la pidan para que la reciban.7

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Salvador Díaz Mirón, Poesía Completa, Recopilación, introducción, bibliografia y notas de Manuel Sol (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, Letras Mexicanas, 1997), pp. 456-58

    • 4 min
    Invitación para ser «amigos» después de treinta años

    Invitación para ser «amigos» después de treinta años

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Recibí una invitación de mi padre, por Facebook, para ser “amigos”, después de treinta años sin saber nada de él.

    »Cuando yo tenía siete años, él nos abandonó por otra mujer, con la que formó una nueva familia. Yo oí cuando le pidió a mi madre que nos dijera que él estaba muerto y que lo olvidáramos.

    »Nunca lo buscamos, y yo ya lo he perdonado; pero no quiero saber nada de él ni de sus hijos, que quieren entablar relación conmigo. Sé que eso le causaría dolor a mi madre, que nunca más volvió a confiar en nadie. ¿Estoy haciendo bien en ignorarlos?»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Sentimos mucho que tuviera que crecer sin su padre y, peor aún, consciente de que él la había rechazado deliberadamente. Dice usted que eso cambió a su mamá para siempre, de modo que ya ella no pudo volver a confiar en nadie, y sin duda alguna la parte de las emociones de ella que se vio afectada ensombreció la niñez de usted.

    »Es admirable que usted haya podido perdonar a su padre a pesar de todo lo que él hizo. Debido a que ha optado por perdonar, va a poder vivir sin resentimiento y amargura, y evitar que su salud sufra los efectos destructivos que puede causar el negarse a perdonar. Además, el perdonar es especialmente importante porque Jesucristo mismo enseñó que tenemos que estar dispuestos a perdonar a los demás si queremos que Dios nos perdone a nosotros los pecados que cometemos contra Él.1

    »Si bien es cierto que los Diez Mandamientos nos enseñan a honrar a nuestros padres, su padre biológico optó por ceder todos los derechos y las responsabilidades que tenía como padre suyo cuando decidió abandonarla. Él quería que usted lo considerara muerto, así que al considerarlo muerto usted cumplió con los deseos de él de un modo inesperado.

    »Ahora su padre, con mucha más experiencia y madurez, bien pudiera estar arrepentido de lo que hizo. Sin embargo, el haberle enviado una fría invitación por Facebook para que sean “amigos” no indica que él esté sintiendo nada parecido. Los otros hijos de él pudieran haberlo convencido de que enviara esa invitación, o pudieran haberla enviado ellos mismos por conducto de la cuenta de él. ¿No será que ellos sienten un fuerte deseo de conocerla a usted a pesar de cierta incertidumbre de parte de él?

    »Su decisión de ignorar la invitación de su padre no es ni correcta ni incorrecta. Es tan aceptable ignorarla como lo es dar su consentimiento. Pero no la acepte a menos que se sienta a gusto haciéndolo. El haber perdonado no implica que usted deba restaurar la relación, como tampoco el honrar a su padre implica que deba tratar a ese hombre de una manera diferente a un donante biológico de esperma.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 668.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Mt 6:15

    • 4 min
    «No tenemos respuesta para esto»

    «No tenemos respuesta para esto»

    Se escuchaba el repicar de las campanas de bronce llamando a misa. La iglesia del Sagrado Sacramento, de Westminster, California, se iba llenando de fieles. La misa estaba ya por comenzar. Cerca de allí se oyó el rechinar de las ruedas de un auto que frenó estrepitosamente frente al templo. Era Claudia Quiñones que llegaba con toda su familia: su madre, su hija de catorce años de edad, su hijo de doce, y la pequeña Estefanía, de año y medio. Todos bajaron del auto.

    Claudia, en su apuro, dio marcha atrás para buscar estacionamiento. Al hacerlo, sintió que la rueda trasera del vehículo pasó sobre un bulto. No fue sino hasta que se bajó del auto que se dio cuenta, angustiada y aterrada, de que era su propia hijita, la pequeña Estefanía. La niña murió en el acto. Las setecientas personas que había en la iglesia ni cuenta se dieron de la tragedia.

    El sacerdote James Hartnett, cura párroco de la iglesia, comentó más tarde: «No tenemos respuesta para esto.»

    Ante tragedias de esta naturaleza, todos comprendemos las palabras del sacerdote Hartnett: «No tenemos respuesta para esto.» Fue un golpe tan brutal, una manifestación tan imprevista y tan inhumana de esta vida cruel, que la mente se ofusca y se declara impotente para hallar una respuesta que tenga sentido. El dolor de la tragedia oculta toda explicación razonable.

    ¿Por qué ocurren desgracias como esta? ¿Por qué niños inocentes tienen que morir de una manera tan horrible? ¿Qué pecado o maldad puede haber en una familia —cualquier familia de cualquier lugar— para que sufra tan tremendo golpe?

    ¿Castigo de Dios? No. ¿Ataque del diablo? Tampoco. ¿Manifestación atroz de la ley del Karma? Menos. ¿Destino ciego que no toma en cuenta ni edad, ni género, ni condición ni sentimientos? Si no, entonces ¿qué acarreó esta desgracia?

    Tal vez fuera el resultado de una acumulación casual de circunstancias adversas, o de alguna imperfección en la parte mecánica del auto, o de error e imprevisión humana. No lo sabemos. Pero hay algo que sí sabemos: Cuando tenemos fe en Jesucristo, tenemos quien nos consuele tras una tragedia. Cristo es nuestro Salvador y Pastor. Él lleva nuestras cargas, llora nuestras lágrimas y sana nuestras heridas. Pero su ayuda no termina allí. Él nos da una esperanza viva y verdadera del futuro, cualquiera que sea nuestro presente.

    Esta vida no lo es todo. Hay algo más allá de la muerte. Y en esa eternidad tendremos dos opciones: recibiremos las respuestas que no pudimos comprender en esta vida, o ya no nos importará el oscuro pasado sino sólo el brillante futuro que tenemos por delante.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min
    «Mi novio cree que soy inmadura»

    «Mi novio cree que soy inmadura»

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Tengo problemas para comunicarme con el hombre a quien amo. Cada vez que le digo alguna cosa importante, él reacciona drásticamente.... Me siento mal porque creo que me comunico mal. Pido a Dios que ponga las palabras correctas en mi boca.

    »Mi novio cree que soy inmadura.... Tengo miedo de que esta situación haga que él se aburra de nuestra relación. No sé cómo comunicarme con él sin que tome esa actitud. ¡Por favor, ayúdenme! Sé que nos amamos, y quiero solucionar lo que podría ser una buena relación.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Siempre es bueno pedirle a Dios que le ayude, ya que Él de veras se interesa por usted. Es más, se interesa a tal grado que siempre quiere lo mejor para usted. A eso seguramente se debe que haya puesto en su mente pedirnos consejo acerca de esta situación.

    »No tenemos ninguna manera de saber si usted es o no es inmadura, ni si se comunica mal. Pero sí reconocemos el temor que siente al tratar de evitar que su novio reaccione de un modo tan drástico, y la vergüenza que sufre cuando él la menosprecia al decir que usted es inmadura.

    »No le va a gustar la siguiente verdad, pero su novio está abusando de usted verbalmente y haciendo que crea que se lo merece. Él la está haciendo dudar de sí misma, de sus habilidades y hasta de su propia cordura y percepción de la realidad. Poco a poco él está constantemente aminorando la confianza que usted tiene en sí misma y la habilidad que tiene de pensar racionalmente. La influencia que él ejerce sobre usted es tóxica, y sin embargo usted piensa que lo peor que pudiera ocurrir es que él se aburriera de la relación que tienen....

    »Le instamos a que le ponga fin a este noviazgo mientras puede, pero asegúrese de pedirle a un familiar o a una amistad que la acompañe cuando vaya a decirle al novio que usted quiere romper la relación que tienen. Tal vez él nunca antes la haya maltratado físicamente, pero la manera como la ha tratado hasta ahora nos hace creer que tal violencia pudiera ser el próximo paso que él dé.

    »¡Lo más importante es que no tenga relaciones sexuales con este hombre! ¿Quisiera usted tener un hijo o una hija que creciera en un ambiente en el que tuviera miedo de su padre y vergüenza de sus propias habilidades? La única manera de evitar que eso suceda es distanciarse y mantenerse alejada de este hombre a quien usted dice que ama.

    »Sabemos que este consejo será devastador para usted. El primero a quien debe acudir es a Dios. Pídale que le dé valor y fuerzas para lo que le espera. Y luego pídale que la guíe conforme al plan divino que Él tiene para su vida y que le dé paz.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 796.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
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    • 4 min
    Las tarjetas de crédito

    Las tarjetas de crédito

    «Buena es la vida cuando la vida es buena.» Esa era su consigna y su filosofía. Joven, de sólo diecisiete años de edad, buen mozo, atlético, elegante y con los bolsillos siempre llenos de dinero, Andrés Smith se dio el lujo de gastar sin medida en cualquier lugar donde estuviera.

    Provisto de una tarjeta de crédito, viajó por toda Europa, siempre rodeado de amigos y amigas. No había club nocturno ni playa popular que no visitara. Hasta que se descubrió la verdad. La tarjeta de crédito que tenía era falsa. Así que condenaron a Andy, como lo llamaban sus amigos, a diez años de cárcel, por fraude, en Londres, Inglaterra.

    En realidad, ¿qué califica de buena a la vida? Muchos, al igual que Andy, creen que uno de los factores principales es poseer una buena tarjeta de crédito. ¿Acaso una buena tarjeta no le permite a uno viajar sin dinero en efectivo y darse los mayores gustos sin tener que hacer más que presentar un pequeño rectángulo de plástico? Claro que la tarjeta sólo debe usarse si es genuina, si se tiene el derecho de usarla y si hay fondos para pagar la deuda oportunamente. Porque si no hay con qué saldar la cuenta a tiempo, la tarjeta se presta para convertir en esclava del banco a la persona que la posee.

    Todo el mundo sabe que la esclavitud de las deudas monetarias no da lugar a una vida buena sino a una vida intranquila, acosada por los acreedores. En cambio, muchos no saben que las tarjetas que ofrecen garantías de una vida buena no son las de crédito monetario sino las de crédito moral y espiritual. A Dios gracias que hasta para los que nunca se han dado el lujo de poseer una tarjeta de crédito monetario, hay tarjetas de crédito moral y espiritual que están a su alcance. Irónicamente, las que más valor tienen son las que nada tienen que ver con el dinero.

    Las tarjetas de crédito moral se adquieren como resultado de la entereza de carácter, a largo plazo. Tal vez la más valiosa sea la integridad, pues no es posible exagerar la importancia que tiene el ser personas dignas de toda confianza. Si no lo somos, tarde o temprano se descubrirá nuestra falsedad o carencia, y perderemos la buena fama y la buena reputación, que el sabio Salomón dijo que valen «más que las muchas riquezas, y más que oro y plata».1

    A diferencia de las tarjetas de crédito moral, las tarjetas de crédito espiritual no se adquieren por nuestros propios méritos sino por los méritos de Cristo al morir en la cruz por nosotros. Tal vez la más valiosa sea el perdón del pecado. Como nosotros no podíamos saldar por cuenta propia nuestra deuda de pecado, Cristo la pagó con su sacrificio supremo. Ahora no tenemos más que apropiarnos de esa tarjeta de perdón y usarla para pagar esa enorme deuda. Es la única tarjeta que no sólo ofrece garantías de una vida buena sino de una vida sin igual tanto en este mundo como en el venidero.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Pr 22:1

    • 4 min

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