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Día 64 Doy para hacer una diferencia ACADEMIA JANATIPS PARA SEÑORITAS CHINGONAS

    • Negócios

La Acción del Día:

 1. Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de agradecimientos. 

2. Toma un momento para pararte firmemente con un brazo alzado hacia el cielo, el puño firme como si te estuvieras agarrando de la mano de Dios. Ahora, ya sea verbal o mentalmente repite "Con Dios como mi Testigo… 

3. Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso. 

4. Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones. Lee todas las bendiciones que llegan por correo electrónicos. Tus bendiciones están haciendo una diferencia. El leer las respuestas te dará la oportunidad de verlo por ti mismo.



El Pensamiento del Día: 

"Una vida rica consiste fundamentalmente en servir a los demás, dejando el mundo mejor de cómo lo encontraste." -por Cornel West 

La Afirmación del Día:  

"Doy para hacer una diferencia." 

La Historia de Un Letrero 

Un hombre de edad avanzada, ciego, estaba sentado en la esquina de una plaza con una lata a sus pies y junto a el, un letrero que decía: "Ten compasión, estoy ciego". Sólo había unas cuantas monedas en la lata. Un hombre pasaba por ahí. Se detuvo y miró al anciano debatiendo si agregar monedas o no a la lata. En lugar de eso, tomó el letrero, lo volteó, y escribió unas palabras. Entonces, regresó el letrero para que todos los que pasaran pudieran leer las nuevas palabras. Pronto la lata comenzó a llenarse. Mucha gente le daba dinero al hombre ciego. Esa tarde, el hombre que había cambiado las palabras llegó a ver cómo iban las cosas. El hombre ciego reconoció sus pisadas y le preguntó, "¿Eres tú el que cambió mi letrero esta mañana? ¿Qué escribiste?" El hombre dijo, "Sólo escribí la verdad. Dije lo que tú dijiste, pero con otras palabras." Lo que escribió decía: “Hoy es un hermoso día y no puedo verlo”. Ambos letreros le decían a la gente que el hombre estaba ciego. Pero mientras que el primer letrero les decía que el hombre estaba ciego, el segundo letrero apuntaba hacia las cosas que los lectores podían agradecer en sus propias vidas, despertando la generosidad dormida en ellos.

La Acción del Día:

 1. Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de agradecimientos. 

2. Toma un momento para pararte firmemente con un brazo alzado hacia el cielo, el puño firme como si te estuvieras agarrando de la mano de Dios. Ahora, ya sea verbal o mentalmente repite "Con Dios como mi Testigo… 

3. Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso. 

4. Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones. Lee todas las bendiciones que llegan por correo electrónicos. Tus bendiciones están haciendo una diferencia. El leer las respuestas te dará la oportunidad de verlo por ti mismo.



El Pensamiento del Día: 

"Una vida rica consiste fundamentalmente en servir a los demás, dejando el mundo mejor de cómo lo encontraste." -por Cornel West 

La Afirmación del Día:  

"Doy para hacer una diferencia." 

La Historia de Un Letrero 

Un hombre de edad avanzada, ciego, estaba sentado en la esquina de una plaza con una lata a sus pies y junto a el, un letrero que decía: "Ten compasión, estoy ciego". Sólo había unas cuantas monedas en la lata. Un hombre pasaba por ahí. Se detuvo y miró al anciano debatiendo si agregar monedas o no a la lata. En lugar de eso, tomó el letrero, lo volteó, y escribió unas palabras. Entonces, regresó el letrero para que todos los que pasaran pudieran leer las nuevas palabras. Pronto la lata comenzó a llenarse. Mucha gente le daba dinero al hombre ciego. Esa tarde, el hombre que había cambiado las palabras llegó a ver cómo iban las cosas. El hombre ciego reconoció sus pisadas y le preguntó, "¿Eres tú el que cambió mi letrero esta mañana? ¿Qué escribiste?" El hombre dijo, "Sólo escribí la verdad. Dije lo que tú dijiste, pero con otras palabras." Lo que escribió decía: “Hoy es un hermoso día y no puedo verlo”. Ambos letreros le decían a la gente que el hombre estaba ciego. Pero mientras que el primer letrero les decía que el hombre estaba ciego, el segundo letrero apuntaba hacia las cosas que los lectores podían agradecer en sus propias vidas, despertando la generosidad dormida en ellos.

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