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Romanos 6:1-11 Herejías: la libre gracia Teología callejera

    • Christianity

Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


“¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el así llamado «legalismo» de la interpretación de la salvación por regeneración, común en círculos reformados, y también con motivo de justificar la salvación de tantos pseudo-cristianos que hoy pueblan nuestros templos, aunque jamás han experimentado salvación comprobable. 


Hoy día, tenemos iglesias para todos los gustos: 
Tenemos el movimiento Hillsong, para todos a quienes les guste pasar un buen rato, con buena música, buenas luces, excelente show, mucha psicología y autoayuda; y muy poca consistencia doctrinal…


Tenemos las iglesias neo-apostólicas, en las que todos reciben revelación fresca continuamente, desviando a la gente de la Biblia, y embelesándola en mentiras diabólicas… pero esas iglesias están ahí, para los que siempre quieren que un profeta les diga algo nuevo, porque son extremadamente holgazanes como para mantener una vida de lectura bíblica disciplinada. 


Tenemos las iglesias homosexuales, para todos esos «desechados» por el sistema cristiano tradicional —pues nosotros no hemos entendido la verdad del Evangelio, que es la apertura y la tolerancia a todos los gustos— y en esas iglesias, el supuesto «cristiano» puede continuar en la inmundicia de su pecado, y tener «salvación garantizada» por medio de las mentiras que les predican…


Tenemos a las iglesias heavy metal, para todos aquellos que quieran adorar a Dios de manera violenta… porque de otro modo no pueden entrar en la presencia de Dios. 


Es decir… literalmente tenemos iglesias para todos los gustos… excepto el gusto de Dios. Porque en la Biblia vemos el gusto de adiós y la voluntad divina para la iglesia, pues leemos que «Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada (Efesios 5:25-28 LBLA)». Es decir, el sacrificio de Cristo tiene como objetivo que Él se prepare una iglesia a su gusto. Hoy día tenemos iglesias para todos los gustos, excepto el de Cristo. O si no, dígame donde está esta iglesia por la que Cristo murió, que anhele ser santa y sin mancha delante de Él. 


Hemos llegado al punto en que, si uno simplemente abre la Biblia para refutar tantas corrientes nefastas a las que hoy les hemos puesto la alfombra roja… uno termina siendo tratado de fariseo, de hipócrita, de traga-libros, de retrógrado (sí, esa palabra también se usa en círculos cristianos), y en el mejor de los casos, uno es tratado como un pobre sujeto que no ha entendido nada. ¿Y por qué todo esto? Pues simplemente por querer filtrar lo que uno ve por medio de la Biblia. Nada más.Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


“¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el
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Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


“¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el así llamado «legalismo» de la interpretación de la salvación por regeneración, común en círculos reformados, y también con motivo de justificar la salvación de tantos pseudo-cristianos que hoy pueblan nuestros templos, aunque jamás han experimentado salvación comprobable. 


Hoy día, tenemos iglesias para todos los gustos: 
Tenemos el movimiento Hillsong, para todos a quienes les guste pasar un buen rato, con buena música, buenas luces, excelente show, mucha psicología y autoayuda; y muy poca consistencia doctrinal…


Tenemos las iglesias neo-apostólicas, en las que todos reciben revelación fresca continuamente, desviando a la gente de la Biblia, y embelesándola en mentiras diabólicas… pero esas iglesias están ahí, para los que siempre quieren que un profeta les diga algo nuevo, porque son extremadamente holgazanes como para mantener una vida de lectura bíblica disciplinada. 


Tenemos las iglesias homosexuales, para todos esos «desechados» por el sistema cristiano tradicional —pues nosotros no hemos entendido la verdad del Evangelio, que es la apertura y la tolerancia a todos los gustos— y en esas iglesias, el supuesto «cristiano» puede continuar en la inmundicia de su pecado, y tener «salvación garantizada» por medio de las mentiras que les predican…


Tenemos a las iglesias heavy metal, para todos aquellos que quieran adorar a Dios de manera violenta… porque de otro modo no pueden entrar en la presencia de Dios. 


Es decir… literalmente tenemos iglesias para todos los gustos… excepto el gusto de Dios. Porque en la Biblia vemos el gusto de adiós y la voluntad divina para la iglesia, pues leemos que «Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada (Efesios 5:25-28 LBLA)». Es decir, el sacrificio de Cristo tiene como objetivo que Él se prepare una iglesia a su gusto. Hoy día tenemos iglesias para todos los gustos, excepto el de Cristo. O si no, dígame donde está esta iglesia por la que Cristo murió, que anhele ser santa y sin mancha delante de Él. 


Hemos llegado al punto en que, si uno simplemente abre la Biblia para refutar tantas corrientes nefastas a las que hoy les hemos puesto la alfombra roja… uno termina siendo tratado de fariseo, de hipócrita, de traga-libros, de retrógrado (sí, esa palabra también se usa en círculos cristianos), y en el mejor de los casos, uno es tratado como un pobre sujeto que no ha entendido nada. ¿Y por qué todo esto? Pues simplemente por querer filtrar lo que uno ve por medio de la Biblia. Nada más.Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


“¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el
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