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Todos hacemos teología en algún momento de nuestra vida. Algunos más que otros. Pero todos estamos involucrados en esta actividad.“¿De dónde venimos?”, es una pregunta muy frecuente en nosotros que naturalmente nos lleva a elevar nuestra mirada al cielo. Esa es una reacción natural del ser humano ante el dilema de “Dios”, ya que Dios mismo se encargó que esto fuese así. La Biblia dice:”Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. (Eclesiastés 3:11 RV60)Es decir, Dios se encargó de poner en nosotros la noción de Él. Y nos ha dado la capacidad de entender la obra creada y que esta nos señale a su creador ya que: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. (Salmos 19:1 RV60), y “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. (Romanos 1:19-20 RV60)De modo que todos hemos visto la evidencia de Dios ante nuestros ojos, todos hemos oído el testimonio interno que Dios colocó en cada mortal, y todos —sin excepción— hemos tomado una decisión al respecto.En este podcast, abriremos la Palabra de Dios.Nada más. Abriremos el libro, y veremos (versículo por versículo) lo que está escrito, y nada más que lo que está escrito. Pondremos lo que la Biblia dice acerca de Dios, acerca de vos, y acerca del mundo entero, sobre la mesa; y analizaremos exactamente lo que dice el texto. Nada más ni nada menos.Así que, sin otro particular: Bienvenidos a Teología Callejera, donde nos sumergimos en la Biblia para ver exactamente lo que está escrito.

Teología callejera Guido Lizzi

    • Religion & Spirituality

Todos hacemos teología en algún momento de nuestra vida. Algunos más que otros. Pero todos estamos involucrados en esta actividad.“¿De dónde venimos?”, es una pregunta muy frecuente en nosotros que naturalmente nos lleva a elevar nuestra mirada al cielo. Esa es una reacción natural del ser humano ante el dilema de “Dios”, ya que Dios mismo se encargó que esto fuese así. La Biblia dice:”Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. (Eclesiastés 3:11 RV60)Es decir, Dios se encargó de poner en nosotros la noción de Él. Y nos ha dado la capacidad de entender la obra creada y que esta nos señale a su creador ya que: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. (Salmos 19:1 RV60), y “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. (Romanos 1:19-20 RV60)De modo que todos hemos visto la evidencia de Dios ante nuestros ojos, todos hemos oído el testimonio interno que Dios colocó en cada mortal, y todos —sin excepción— hemos tomado una decisión al respecto.En este podcast, abriremos la Palabra de Dios.Nada más. Abriremos el libro, y veremos (versículo por versículo) lo que está escrito, y nada más que lo que está escrito. Pondremos lo que la Biblia dice acerca de Dios, acerca de vos, y acerca del mundo entero, sobre la mesa; y analizaremos exactamente lo que dice el texto. Nada más ni nada menos.Así que, sin otro particular: Bienvenidos a Teología Callejera, donde nos sumergimos en la Biblia para ver exactamente lo que está escrito.

    Romanos 6:15-23 La grieta

    Romanos 6:15-23 La grieta

    Aquí terminamos el capítulo 6 de Romanos. 
    ¡Ya estamos adentrándonos en la carta!
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    • 42 min
    Romanos 6:12-14 —libres para obedecer

    Romanos 6:12-14 —libres para obedecer

    En el episodio anterior hablamos de la inconsistencia natural que existe detrás de la idea de un cristiano carnal, o un “cristiano pecador”. Esto lo hicimos enfocándonos en la primera parte del capítulo seis de la carta los Romanos, donde Pablo aborda la imposibilidad de que tal fenómeno exista, y la inconsistencia lógica de pensar que una persona que ha muerto al pecado y se ha vestido de la muerte de Cristo en el bautismo, y que por lo tanto ha renacido a una nueva vida en Dios, una vida que halla su identidad en la vida resucitada de Cristo, continue viviendo en el pecado que antes lo caracterizaba.
    La premisa detrás de la homilía Paulina en la primera mitad de Romanos 6 es que cualquiera que ha muerto al pecado no puede seguir viviendo en él. Que pensar lo contrario es promover un pensamiento completamente antinatural. 
    La idea aquí es que una vez que el cambio de naturaleza toma lugar en el corazón de la persona, la persona es una nueva criatura. Una nueva naturaleza ha sido plantada en su corazón, hay nuevos deseos, hay nuevos anhelos, hay nuevas ambiciones, y una nueva forma de vida comienza a aflorar. Si bien al principio esta forma de vida no sea tan evidente, la Biblia dice que el reino de los cielos es como un grano de mostaza, o como la levadura que se mezcla en la harina y la hace laudar. Es decir, una vez que la simiente de Dios es implantada en nosotros, aunque imperceptible al principio, seguirá creciendo y expandiéndose en nosotros hasta alcanzar cada área de nuestra vida, y seguirá creciendo y tomando cada vez más lugar en nuestro corazón, en nuestros pensamientos, en nuestras acciones, en nuestra forma de hablar y de dirigirnos a los demás y de conducirnos en esta vida, que pronto todo el mundo podrá ver el resultado inexorable de la simiente de Dios plantada en nosotros.


    Pensar que un cristiano que ha sido hecho renacer, cuya naturaleza ha sido cambiada, cuya voluntad ha sido cambiada, y en quien el espíritu de Dios habita, pueda seguir viviendo en el pecado como lo hacía antes, no solamente es blasfemo sino que es ilógico. Es como esperar que una lombriz ande erguida, o que un pájaro nade, o que un pez vuele. 
    Pero de la misma manera, un cristiano que ha renacido a la vida de Cristo, que se ha vestido de su muerte en el bautismo, y que se ha vestido de su vida por medio de la regeneración del Espíritu Santo, tiene una naturaleza que es divina. Dios le ha impartido su naturaleza, su simiente, su semilla, que habita en su corazón. Dios también ha puesto de su mismo Espíritu en esa persona, para guiarla, enseñarle, y transformar al nuevo creyente en el reflejo perfecto de la imagen de Jesucristo. De modo que, sería contra natura pensar que ese creyente aún desearía vivir en pecado.
    Así que, la pregunta primordial que Pablo presenta en el primer versículo del capítulo 6, queda rebatida por la propia lógica: “¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo!? Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”.
    Ahora bien, continuando con esa lógica, el apóstol Pablo se propone aquí expandir de una manera gráfica sobre esta idea, para enseñarnos la esencia de nuestra nueva vida. 
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    • 38 min
    Romanos 6:1-11 Herejías: la libre gracia

    Romanos 6:1-11 Herejías: la libre gracia

    Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


    “¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


    Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el así llamado «legalismo» de la interpretación de la salvación por regeneración, común en círculos reformados, y también con motivo de justificar la salvación de tantos pseudo-cristianos que hoy pueblan nuestros templos, aunque jamás han experimentado salvación comprobable. 


    Hoy día, tenemos iglesias para todos los gustos: 
    Tenemos el movimiento Hillsong, para todos a quienes les guste pasar un buen rato, con buena música, buenas luces, excelente show, mucha psicología y autoayuda; y muy poca consistencia doctrinal…


    Tenemos las iglesias neo-apostólicas, en las que todos reciben revelación fresca continuamente, desviando a la gente de la Biblia, y embelesándola en mentiras diabólicas… pero esas iglesias están ahí, para los que siempre quieren que un profeta les diga algo nuevo, porque son extremadamente holgazanes como para mantener una vida de lectura bíblica disciplinada. 


    Tenemos las iglesias homosexuales, para todos esos «desechados» por el sistema cristiano tradicional —pues nosotros no hemos entendido la verdad del Evangelio, que es la apertura y la tolerancia a todos los gustos— y en esas iglesias, el supuesto «cristiano» puede continuar en la inmundicia de su pecado, y tener «salvación garantizada» por medio de las mentiras que les predican…


    Tenemos a las iglesias heavy metal, para todos aquellos que quieran adorar a Dios de manera violenta… porque de otro modo no pueden entrar en la presencia de Dios. 


    Es decir… literalmente tenemos iglesias para todos los gustos… excepto el gusto de Dios. Porque en la Biblia vemos el gusto de adiós y la voluntad divina para la iglesia, pues leemos que «Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada (Efesios 5:25-28 LBLA)». Es decir, el sacrificio de Cristo tiene como objetivo que Él se prepare una iglesia a su gusto. Hoy día tenemos iglesias para todos los gustos, excepto el de Cristo. O si no, dígame donde está esta iglesia por la que Cristo murió, que anhele ser santa y sin mancha delante de Él. 


    Hemos llegado al punto en que, si uno simplemente abre la Biblia para refutar tantas corrientes nefastas a las que hoy les hemos puesto la alfombra roja… uno termina siendo tratado de fariseo, de hipócrita, de traga-libros, de retrógrado (sí, esa palabra también se usa en círculos cristianos), y en el mejor de los casos, uno es tratado como un pobre sujeto que no ha entendido nada. ¿Y por qué todo esto? Pues simplemente por querer filtrar lo que uno ve por medio de la Biblia. Nada más.Hay una herejía maligna, una mentira disfrazada de verdad, cocinada en las profundidades del infierno, que está infiltrándose en muchas iglesias modernas. Se trata de una nueva doctrina que ha contaminado nuestros púlpitos, bajo el nombre de “la libre gracia“. 


    “¿Qué es la libre gracia?”, me preguntará usted.


    Pues bien, la doctrina de la libre gracia surge bajo este nombre a finales del siglo XX, así que es una doctrina muy nueva, que comenzó como protesta contra el
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    • 26 min
    Romanos 5:12-21 Adán y Cristo, pecado y gracia

    Romanos 5:12-21 Adán y Cristo, pecado y gracia

    En el día de hoy comenzaremos a ver la comparación paulina entre Adán y Cristo, y de cómo una decisión de Adán, que fue injusta y pecaminosa, termina arrojando al mundo entero bajo maldición, a sufrir para siempre el reinado tiránico de la muerte, por causa del pecado de uno —que infecta a todos sus descendientes, convirtiéndolos también en míseros pecadores condenados a padecer el fruto de la corrupción del corazón y la muerte espiritual manifestada continuamente en el recordatorio de la muerte corporal—, eso se nos presenta de este lado de la balanza (Adán, por medio de una acción pecaminosa, libera un veneno mortal que infectará a la humanidad para siempre, sin aparente remedio); mientras que, del otro lado de la balanza se nos presenta a Jesús —más valioso y precioso que toda la creación junta— resolviendo todo este dilema, por medio de un acto de justicia, en favor de toda la humanidad, y se presenta a Jesús como el único capaz de revertir la maldición de Adán, por medio de su muerte, a través de la fe.
    Generación tras generación de pecado y maldición son aniquiladas por medio de la muerte sacrificial de uno. Resolviendo así la problemática global y eterna causada por unamala decisión de uno de nosotros.
    Aquí apreciamos lo que el escritor también esboza en su primera carta a los corintios, cuando declara que “la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25 LBLA). 
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    • 24 min
    Romanos 5:1-10 Paz para con Dios

    Romanos 5:1-10 Paz para con Dios

    En esta ocasión comenzaremos a estudiar el capítulo central de la carta a los Romanos. Es aquí que llegamos al centro de la cuestión: la justificación por fe. Es aquí donde se abordará la idea central de la carta,  y donde se explicará exactamente la razón por la que podemos tener paz para con Dios: el sacrificio de Jesucristo.


    Todos sabemos que el sacrificio de Cristo ha pagado por nuestros pecados, porque ese es un concepto que, en mayor o menor medida, todos hemos escuchado alguna vez. Pero el dilema es tratar de entender la profundidad de dicho sacrificio, y el alcance que este tiene delante de Dios.


    Muchísimos cristianos hoy viven en temor mortal respecto a su situación para con Dios, pues nunca se sintieron seguros de si verdaderamente están o no entre los escogidos. Es más, esa es una pregunta que he encontrado más de una vez: ¿cómo sé si estoy entre los escogidos o no?


    No saben si están en buenos términos con Dios, o no. No saben si últimamente han hecho las cosas lo suficientemente bien como para que Dios aún los tenga en mente, o si Él ya los ha olvidado completamente y los ha borrado de su libro para siempre.


    Sin embargo, cuando leemos en la carta a los Romanos, capítulo 5, la intención principal del autor es impartir paz a sus lectores. Que supieran que todos los que han sido justificados por la fe, verdaderamente tienen una amplia basepara estar en paz con Dios. 
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    • 22 min
    Romanos 4:13-25 Solamente por gracia

    Romanos 4:13-25 Solamente por gracia

    Nada hay tan importante para la fe cristiana como el concepto de la justificación por la fe en el Hijo de Dios, aunque dicho concepto sea contrario a lo que, como seres humanos, normalmente esperaríamos de Dios. Porque personas somos sinergistas innatos. Es decir, vemos nuestra salvación (si se la puede llamar así) más bien como una “ayuda” de parte de Dios para que nosotros mismos hagamos las obras necesarias para ser aceptos delante de Dios, y así “Dios y nosotros juntos” logramos nuestra preciada salvación. 


    Esto no debería sorprendernos, pues como hemos dicho anteriormente, el ser humano no percibe su pecado más que un pez percibe estar mojado, a pesar de que la Biblia describe al ser humano como una raza “abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua” (Job 15:16). Es decir, el ser humano no aprecia la gravedad de su pecado, y lo ve como algo leve y cotidiano, a pesar de que Dios lo vea de una manera muchísimo peor.


    Y es precisamente porque no apreciamos la gravedad del pecado, que pensamos que somos capaces de cooperar con Dios en nuestra salvación, y que la salvación debe obtenerse por medio de la sinergia entre los esfuerzos humanos y la obra de Dios.


    El ser humano naturalmente rechaza la idea de la justificación solamente por fe. Esa clase de justificación nos suena barata. No puede ser que solamente por la fe el pecador puede ser justificado delante de Dios. Debe haber algo más. Se debe requerir algo más de parte de nosotros: Esta es la forma más natural de pensamiento humano. El ser humano es un sinergista innato. Quiere estar (aunque sea parcialmente) en control de su propio destino. Y la idea de que la salvación no dependa de nosotros en ninguna instancia, nos deja expuestos por lo débiles y vulnerables que realmente somos en nuestra propia condición de pecadores.
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    • 25 min

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