7 min

A donde van los niños malos Paranoid Terror

    • True Crime

Frank era un periodista nacido en el país de méxico. Cuando apenas era un niño, él y sus padres, tomaron un viaje rumbo al Líbano, un país ubicado en el medio oriente. Fue en ese pais donde pasó la mayor parte de su vida.

Él recuerda que cuando tenia 6 o 7 años, el país estaba arrasado por la guerra y los asesinatos eran comunes y frecuentes. Tambien recuerda, que la mayor parte del tiempo se quedaba en casa frente a la televisión viendo un show... demasiado extraño.

Se trataba de un programa para niños que duraba unos 30 minutos y contenía imágenes extrañas y siniestras. Hasta el día de hoy, él cree que era un intento de los medios de comunicación de usar tácticas de miedo para mantener a los niños adoctrinados, ya que la moraleja de cada episodio giraba en torno a las ideologías agresivas como ”los niños malos se acuestan tarde”, ”los niños malos desobedecen a sus padres” y ”los niños malos no desean estudiar”.

Los episodios de la serie eran muy extraños, y para colmo, se emitían en árabe. Frank no entendía mucho, pero en su mayoría las imágenes que se presentaban eran muy gráficas y comprensivas. Sin embargo, lo que más me quedó grabado en su mente fue el final. Era el mismo en casi todos los episodios. La cámara se acercaría a una vieja, oxidada y cerrada puerta. A medida que se acercaba más a la puerta, unos gritos extraños e incluso agonizantes se harían más audibles. Era extremadamente espantoso, especialmente para una programación infantil. Entonces un texto árabe aparecería en la pantalla leyendo: ”Ahí es a donde van los niños malos.” Eventualmente la imagen y el sonido desaparecerían, y el episodio terminaba.

Pasaron 15 años y Frank se convirtió en fotógrafo periodístico. Había pasado por muchas cosas para llegar a ese punto de su vida. Sin embargo, el show que veía en television cuando era niño siempre lo persiguió en sus recuerdos. Así que un día, harto de seguir así, decidió ponerle fin al asunto y se puso a investigar. Después de varios días de arduo trabajo, finalmente se las arregló para descubrir la ubicación del estudio donde se había llevado a cabo la grabación del show. Al llegar al lugar, descubríó que ahora estaba desolado y había sido abandonado después de que la guerra terminó.

Con gran resolución, entró al edificio con su cámara. Estaba quemado por dentro. Quizás un incendio había ocurrido o alguien quiso incinerar todos los muebles de madera. Después de un par de horas de tomar algunas fotos y realizar una cautelosa inspección, encontró una sala ligeramente apartada del lugar principal. Después de romper algunos candados y abrir una pesada puerta, lleguó a un cuarto con apariencia lúgubre, el cual identificó como el lugar que aparecía al final de los episodios de la serie. Lo que Frank vió lo dejó paralizado por varios minutos. Habían trazas de sangre y pequeños fragmentos de huesos esparcidos en el suelo. Parecía una escena sacada de la más tenebrosa película de terror. Sin embargo, lo que veían sus ojos, era real.

Además de huesos pequeños y sangre, tambien había rastros de cabello y dientes que (según dedujo) pertenecieron a niños pequeños. Era una escena de lo más tétrica. Sin embargo, lo que más me espantó y me hizo nunca más volver, fue el atornillado y enjaulado micrófono colgando de el techo en medio del cuarto

Frank era un periodista nacido en el país de méxico. Cuando apenas era un niño, él y sus padres, tomaron un viaje rumbo al Líbano, un país ubicado en el medio oriente. Fue en ese pais donde pasó la mayor parte de su vida.

Él recuerda que cuando tenia 6 o 7 años, el país estaba arrasado por la guerra y los asesinatos eran comunes y frecuentes. Tambien recuerda, que la mayor parte del tiempo se quedaba en casa frente a la televisión viendo un show... demasiado extraño.

Se trataba de un programa para niños que duraba unos 30 minutos y contenía imágenes extrañas y siniestras. Hasta el día de hoy, él cree que era un intento de los medios de comunicación de usar tácticas de miedo para mantener a los niños adoctrinados, ya que la moraleja de cada episodio giraba en torno a las ideologías agresivas como ”los niños malos se acuestan tarde”, ”los niños malos desobedecen a sus padres” y ”los niños malos no desean estudiar”.

Los episodios de la serie eran muy extraños, y para colmo, se emitían en árabe. Frank no entendía mucho, pero en su mayoría las imágenes que se presentaban eran muy gráficas y comprensivas. Sin embargo, lo que más me quedó grabado en su mente fue el final. Era el mismo en casi todos los episodios. La cámara se acercaría a una vieja, oxidada y cerrada puerta. A medida que se acercaba más a la puerta, unos gritos extraños e incluso agonizantes se harían más audibles. Era extremadamente espantoso, especialmente para una programación infantil. Entonces un texto árabe aparecería en la pantalla leyendo: ”Ahí es a donde van los niños malos.” Eventualmente la imagen y el sonido desaparecerían, y el episodio terminaba.

Pasaron 15 años y Frank se convirtió en fotógrafo periodístico. Había pasado por muchas cosas para llegar a ese punto de su vida. Sin embargo, el show que veía en television cuando era niño siempre lo persiguió en sus recuerdos. Así que un día, harto de seguir así, decidió ponerle fin al asunto y se puso a investigar. Después de varios días de arduo trabajo, finalmente se las arregló para descubrir la ubicación del estudio donde se había llevado a cabo la grabación del show. Al llegar al lugar, descubríó que ahora estaba desolado y había sido abandonado después de que la guerra terminó.

Con gran resolución, entró al edificio con su cámara. Estaba quemado por dentro. Quizás un incendio había ocurrido o alguien quiso incinerar todos los muebles de madera. Después de un par de horas de tomar algunas fotos y realizar una cautelosa inspección, encontró una sala ligeramente apartada del lugar principal. Después de romper algunos candados y abrir una pesada puerta, lleguó a un cuarto con apariencia lúgubre, el cual identificó como el lugar que aparecía al final de los episodios de la serie. Lo que Frank vió lo dejó paralizado por varios minutos. Habían trazas de sangre y pequeños fragmentos de huesos esparcidos en el suelo. Parecía una escena sacada de la más tenebrosa película de terror. Sin embargo, lo que veían sus ojos, era real.

Además de huesos pequeños y sangre, tambien había rastros de cabello y dientes que (según dedujo) pertenecieron a niños pequeños. Era una escena de lo más tétrica. Sin embargo, lo que más me espantó y me hizo nunca más volver, fue el atornillado y enjaulado micrófono colgando de el techo en medio del cuarto

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