Hablemos del libro Diac. Orlando Fernández Guerra

La variedad de personas, que integraron el cristianismo primitivo, no tardaron en provocar, cierta polémica doctrinal en la Iglesia. La cuestión era ¿Debían los cristianos procedentes del paganismo, circuncidarse antes del bautismo? ¿O con solo, con el bautismo por la fe en Cristo, era suficiente para integrarse en la Iglesia?

Las personas, que hemos integrado la Iglesia, en todos los tiempos; y que hemos conocido a Jesús, a través de la Biblia, no venimos del mismo sitio. Todos han tenido, tienen y tendrán su propia historia, cultura y tradiciones. Además de una situación social y política distinta, que condiciona su manera de entender y reaccionar frente al evangelio. Los autores del nuevo testamento tuvieron en cuenta esto al redactar sus libros.

Hay alguien muy importante también al hablar de la Biblia: el destinatario. Dios no reveló una verdad salvífica, para que se escribiera un libro. Sino que la revelación divina supone un destinatario y una comunidad concretas donde este libro sea significativo. Donde se lea, medite, celebre y ore asiduamente.

Entre los siglos XIX y XX se produjeron tres importantes descubrimientos de textos antiguos. Estos fueron los manuscritos de la Genizá del Cairo, los libros de Nag Hammadi y la biblioteca de Qumran. Ellos propiciaron un avance, en la comprensión del proceso de formación de la Biblia, porque representaron una fuente inigualable de conocimientos, de los contextos en los que vivían las comunidades judías y cristianas.

Durante la segunda mitad del siglo primero después de Cristo, la literatura cristiana experimentó un crecimiento acelerado. Entonces se hiso necesario establecer algunos criterios, para garantizar, la autenticidad de los libros sagrados. Esto hizo que muchos textos quedaran, fuera de lo se llamaría el canon, y comenzaran a llamarse apócrifos

Cuando se decidió establecer una lista oficial de libros para la Iglesia, muchos quedaron fuera porque fueron considerados no inspirados por Dios. Esta literatura, sin embargo, nos es útil para conocer el origen de algunas tradiciones orales, litúrgicas y doctrinales que están en el origen de la Iglesia.