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“Santidad a Jehová” Éxodo 35–40; Levítico 1; 16; 19 Hablemos de "Ven Sígueme".

    • Religione

El salir de Egipto, aunque fue muy importante y sucedió de un modo milagroso, no trajo a efecto de forma plena los propósitos que Dios tenía para los hijos de Israel. Ni tampoco la futura prosperidad en la tierra prometida era el objetivo máximo que Dios quería para ellos. Aquellos eran tan solo pasos hacia lo que Él verdaderamente deseaba para Su pueblo: “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios” (Levítico 19:2). ¿De qué modo buscaba Dios que Su pueblo se santificara cuando todo lo que habían conocido había sido la servidumbre durante generaciones? Les mandó que establecieran un lugar de santidad a Jehová: un tabernáculo en el desierto. Les dio convenios y leyes para encaminar sus acciones y, con el tiempo, cambiarles el corazón. Y les mandó que, cuando fracasaran en sus esfuerzos por guardar dichas leyes, hicieran sacrificios de animales como símbolo de la expiación de sus pecados. Todo aquello tenía el propósito de dirigirles la mente, el corazón y la vida en dirección al Salvador y a la Redención que Él ofrece. Él es el verdadero camino a la santidad, tanto para los israelitas como para nosotros. Todos hemos pasado algún tiempo en la cautividad del pecado y a todos se nos invita a arrepentirnos: a dejar atrás el pecado y seguir a Jesucristo, quien ha prometido: “… puedo haceros santos” (Doctrina y Convenios 60:7).

Para consultar una reseña del libro de Levítico, véase “Levítico” en la Guía para el Estudio de las Escrituras.

El salir de Egipto, aunque fue muy importante y sucedió de un modo milagroso, no trajo a efecto de forma plena los propósitos que Dios tenía para los hijos de Israel. Ni tampoco la futura prosperidad en la tierra prometida era el objetivo máximo que Dios quería para ellos. Aquellos eran tan solo pasos hacia lo que Él verdaderamente deseaba para Su pueblo: “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios” (Levítico 19:2). ¿De qué modo buscaba Dios que Su pueblo se santificara cuando todo lo que habían conocido había sido la servidumbre durante generaciones? Les mandó que establecieran un lugar de santidad a Jehová: un tabernáculo en el desierto. Les dio convenios y leyes para encaminar sus acciones y, con el tiempo, cambiarles el corazón. Y les mandó que, cuando fracasaran en sus esfuerzos por guardar dichas leyes, hicieran sacrificios de animales como símbolo de la expiación de sus pecados. Todo aquello tenía el propósito de dirigirles la mente, el corazón y la vida en dirección al Salvador y a la Redención que Él ofrece. Él es el verdadero camino a la santidad, tanto para los israelitas como para nosotros. Todos hemos pasado algún tiempo en la cautividad del pecado y a todos se nos invita a arrepentirnos: a dejar atrás el pecado y seguir a Jesucristo, quien ha prometido: “… puedo haceros santos” (Doctrina y Convenios 60:7).

Para consultar una reseña del libro de Levítico, véase “Levítico” en la Guía para el Estudio de las Escrituras.

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