27 episodi

En este podcast estudiamos la clase de ven sígueme de cada semana. Este no debe tomarse en ninguna manera, como substituto para el estudio personal y/o familiar de las escrituras.

Hablemos de "Ven Sígueme"‪.‬ Mahonrry Y Joel Barrios

    • Religione e spiritualità

En este podcast estudiamos la clase de ven sígueme de cada semana. Este no debe tomarse en ninguna manera, como substituto para el estudio personal y/o familiar de las escrituras.

    “Santidad a Jehová” Éxodo 35–40; Levítico 1; 16; 19

    “Santidad a Jehová” Éxodo 35–40; Levítico 1; 16; 19

    El salir de Egipto, aunque fue muy importante y sucedió de un modo milagroso, no trajo a efecto de forma plena los propósitos que Dios tenía para los hijos de Israel. Ni tampoco la futura prosperidad en la tierra prometida era el objetivo máximo que Dios quería para ellos. Aquellos eran tan solo pasos hacia lo que Él verdaderamente deseaba para Su pueblo: “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios” (Levítico 19:2). ¿De qué modo buscaba Dios que Su pueblo se santificara cuando todo lo que habían conocido había sido la servidumbre durante generaciones? Les mandó que establecieran un lugar de santidad a Jehová: un tabernáculo en el desierto. Les dio convenios y leyes para encaminar sus acciones y, con el tiempo, cambiarles el corazón. Y les mandó que, cuando fracasaran en sus esfuerzos por guardar dichas leyes, hicieran sacrificios de animales como símbolo de la expiación de sus pecados. Todo aquello tenía el propósito de dirigirles la mente, el corazón y la vida en dirección al Salvador y a la Redención que Él ofrece. Él es el verdadero camino a la santidad, tanto para los israelitas como para nosotros. Todos hemos pasado algún tiempo en la cautividad del pecado y a todos se nos invita a arrepentirnos: a dejar atrás el pecado y seguir a Jesucristo, quien ha prometido: “… puedo haceros santos” (Doctrina y Convenios 60:7).

    Para consultar una reseña del libro de Levítico, véase “Levítico” en la Guía para el Estudio de las Escrituras.

    • 1h 6 min
    “Todo lo que Jehová ha dicho haremos” Éxodo 18–20

    “Todo lo que Jehová ha dicho haremos” Éxodo 18–20

    El viaje de los israelitas desde Egipto hasta la base del monte Sinaí estuvo colmado de milagros: manifestaciones innegables del poder, del amor y de la misericordia incomparables del Señor. Sin embargo, el Señor tenía bendiciones reservadas para ellos que iban más allá de liberarlos de Egipto, y de satisfacer su hambre y su sed físicos. Él deseaba que llegaran a ser Su pueblo del convenio, Su “especial tesoro” y un “pueblo santo” (Éxodo 19:5–6). En la actualidad, las bendiciones de dicho convenio se extienden más allá de una sola nación o pueblo. Dios desea que todos Sus hijos lleguen a ser Su pueblo del convenio y que “d[en] oído a [Su] voz y guard[en] [Su] convenio” (Éxodo 19:5), pues Él muestra Su misericordia “a millares, a los que [lo] aman y guardan [Sus] mandamientos” (Éxodo 20:6).

    • 1h 1m
    Pascua de Resurrección “Destruirá a la muerte para siempre”

    Pascua de Resurrección “Destruirá a la muerte para siempre”

    La vida de Jesucristo “es fundamental para toda la historia de la humanidad” (“El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”, ChurchofJesusChrist.org). ¿Qué significa eso? En parte, ciertamente significa que la vida del Salvador influye en el destino eterno de todo ser humano que haya vivido o que vivirá. También podría decirse que la vida y la misión de Jesucristo, que culminan en Su resurrección aquel primer Domingo de Pascua, conectan a todo el pueblo de Dios a lo largo de la historia: quienes nacieron antes de Cristo miraron anhelosamente y con fe hacia Él (véase Jacob 4:4), y quienes nacieron después, miraron en retrospectiva y con fe hacia Él. Al leer los relatos y las profecías del Antiguo Testamento, jamás vemos el nombre Jesucristo, pero sí vemos la evidencia de la fe de los creyentes de antaño en su Mesías y Redentor, y el anhelo que sentían por Él. De modo que nosotros, a quienes se nos invita a recordarlo a Él, podemos sentir el vínculo con quienes lo esperaban a Él. Pues ciertamente Jesucristo ha llevado “la iniquidad de todos nosotros” (Isaías 53:6; cursiva agregada), y “en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22; cursiva agregada).

    • 56 min
    “Estad firmes y ved la salvación [de] Jehová” Éxodo 14–17

    “Estad firmes y ved la salvación [de] Jehová” Éxodo 14–17

    Los israelitas estaban atrapados; tenían el mar Rojo a un lado y al ejército de Faraón que avanzaba por el otro. En apariencia, su escape de Egipto sería fugaz. No obstante, Dios tenía un mensaje para los israelitas que deseaba que recordaran durante generaciones: “No temáis […]; Jehová peleará por vosotros” (Éxodo 14:13–14).

    Desde aquella ocasión, cuando el pueblo de Dios necesitó fe y valor con frecuencia ha recurrido a este relato sobre la milagrosa liberación de Israel. Cuando Nefi quiso inspirar a sus hermanos, dijo: “… seamos fuertes como Moisés; porque él de cierto habló a las aguas del mar Rojo y se apartaron a uno y otro lado, y nuestros padres salieron de su cautividad sobre tierra seca” (1 Nefi 4:2). Cuando el rey Limhi quiso que su pueblo cautivo “levanta[ra] [la] cabez[a] y [se] regocija[ra]”, les recordó ese mismo relato (Mosíah 7:19). Cuando Alma quiso testificar a su hijo del poder de Dios, también se refirió a aquel relato (véase Alma 36:28). Y cuando nosotros necesitemos ser liberados —cuando necesitemos un poco más de fe, cuando necesitemos “esta[r] firmes y ve[r] la salvación [de] Jehová”—, podemos recordar cómo “salvó Jehová aquel día a Israel de manos de los egipcios” (Éxodo 14:13, 30).

    • 54 min
    “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto” Éxodo 7–13

    “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto” Éxodo 7–13

    Aunque a Egipto lo asolaba una plaga tras otra, Faraón aún se negaba a liberar a los israelitas. Sin embargo, Dios siguió demostrando Su poder y brindó oportunidades a Faraón de aceptar “que yo soy Jehová” y “que no hay otro como yo en toda la tierra” (Éxodo 7:5; 9:14). Mientras tanto, Moisés y los israelitas deben haber observado con asombro aquellas manifestaciones del poder de Dios a su favor. Ciertamente, esas constantes señales confirmaban su fe en Dios y fortalecían su disposición a seguir al profeta de Dios. Entonces, después de que nueve plagas terribles no hubieran logrado liberar a los israelitas, la décima plaga —la muerte de los primogénitos, incluso el primogénito de Faraón— fue lo que finalmente terminó la cautividad; lo cual parece apropiado, ya que en todo caso de cautiverio espiritual solo existe una manera de escapar. No importa qué más hayamos intentado en el pasado, con nosotros sucede lo mismo que con los hijos de Israel; es solo el sacrificio de Jesucristo, el Primogénito —la sangre del Cordero sin mancha— lo que nos salvará.

    • 1h 3 min
    “Me he acordado de mi convenio” Éxodo 1–6

    “Me he acordado de mi convenio” Éxodo 1–6

    La invitación a vivir en Egipto salvó literalmente a la familia de Jacob. No obstante, tras cientos de años, sus descendientes fueron esclavizados y aterrorizados por un nuevo faraón “que no conocía a José” (Éxodo 1:8). Les habrá resultado natural a los israelitas preguntarse por qué Dios permitía que les sucediera eso a ellos, Su pueblo del convenio. ¿Se acordaba Él del convenio que había hecho con ellos? ¿Eran ellos todavía Su pueblo? ¿Veía Él cuánto estaban padeciendo?  

    Es posible que haya ocasiones en las que usted se plantee preguntas similares. Tal vez se pregunte: ¿Sabe Dios por lo que estoy pasando? ¿Escucha mis ruegos para suplicar ayuda? El relato que se encuentra en Éxodo sobre la liberación de Israel de Egipto contesta esas preguntas con claridad: Dios no olvida a Su pueblo. Él recuerda Sus convenios con nosotros y los cumplirá en Su propio tiempo y a Su propia manera (véase Doctrina y Convenios 88:68). El Señor declara: “os redimiré con brazo extendido y con grandes juicios”; “yo soy Jehová vuestro Dios, que os sac[a] de debajo de [vuestras] pesadas cargas” (Éxodo 6:6–7).  

    Para consultar una reseña del libro de Éxodo, véase “Éxodo” en la Guía para el Estudio de las Escrituras.

    • 1h 2 min

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