Carta Abierta Edgar Vásquez Acosta

Cada quien vive el contagio de cerca y también reconoce lo avasallador y traicionero del Covid 19.

¿Cómo mejorar nuestros mecanismos de prevención? Cada vez se hace más delgada la línea entre el cuidado y la paranoia. No será una campaña en medios o el mensaje del presidente el que nos haga cambiar, parece que solo ver a un cercano morir o aferrarse a la vida nos obligará a tomar una actitud responsable

Si el sentido de la responsabilidad no pudo, tal vez el temor logre activar nuestro típico sentido reactivo antes que sea tarde, sin embargo no se puede vivir ni convivir entre el pánico y la desgracia, por eso en el amplio sentido del término el miedo puede tener un efecto búmeran.

El otro extremo es desarrollar actitudes irracionales y discriminar a quien lo tiene o lo tuvo, no controlar la angustia y en algunos casos causar depresión. Nunca antes las defensas en el sistema inmunológico fueron tan importantes como hoy, pues el daño que no hace el virus puede generarlo la ansiedad a largo plazo.

El gran problema de la informalidad no es precisamente el tipo de comercio, la venta al paso o no regulada, si eres ambulante o no; el asunto clave radica en que se traslada el término a la forma de vida, al cuidado propio y al del prójimo. La realidad nos dice que podemos y hasta debemos ser informales para equilibrar nuestros pagos o cubrir el trabajo que se perdió pero de ninguna manera avala la mascarilla bajo la nariz y sucia, el no respetar el distanciamiento o cualquier otra medida mínima de seguridad.

Mantener una visión excesivamente optimista como la del Presidente Vizcarra es cada vez es más difícil, especialmente con las últimas medidas decretadas, la fase dos de la reactivación deja varias preguntas por sus generalidades, y ante la confusión todos aprovecharán esa suerte de desorden institucionalizado. 

Imagen: Caretas.pe

Una de las tantas grandes lecciones que nos dejará la pandemia es que las brechas digitales por fin son una prioridad social, pues aunque no lo queramos este recurso de enseñanza está hace tiempo, conquistó espacio y llegó para quedarse: La telesalud, el teletrabajo ya no son términos ajenos.

Alfabetizar digitalmente ya es tan importante como aprender a leer y escribir, implementar entornos virtuales efectivos en instituciones estatales y lograr que toda la comunidad magisterial se incorpore, recién pondría la balanza al mismo nivel.

Las demandas de rebajas en pensiones son justas toda vez que el sistema de educación a distancia en el Perú, incluso en los grandes colegios, no valen lo que una pensión muestra, sin embargo el problema es estructural, los mecanismos de escenarios virtuales de la educación son precarias desde la conectividad, la implementación técnica informativa y las habilidades digitales de los docentes

Tenemos un Estado que gasta cada vez más en vigilar que los funcionarios no le roben al país. Alfonso W. Quiroz (1956 – 2013) en su libro La Historia de la Corrupción en el Perú mencionaba que este comportamiento no era algo esporádico sino, más bien, un elemento sistémico, enraizado en estructuras centrales de la sociedad, lamentablemente, al autor no le alcanzó la vida para retratar este lado perverso escrito durante la pandemia del 2020, que golpea al peruano necesitado y daña su institucionalidad.

Entender que pasa por la cabeza de los servidores públicos que  ven una “oportunidad” con el presupuesto  destinado para familias sin alimentos, es tan complejo como comprender al asesino que se compadece a sí mismo y justifica su crimen, no ensayaré respuestas pero sí desde esta trinchera, exijo como ciudadano que la justicia no sea un comodín que se adapte a la circunstancia, al apellido o la procedencia del acusado.

El Perú cuenta con 12.8 médicos por cada 10,000 habitantes, muy por debajo del promedio de otros países que llegan a los 33 especialistas, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática INEI, antes de la pandemia solo el 11% de galenos atendía a los sectores de extrema pobreza.

En tiempos de crisis no solo faltan médicos, también decisiones para salvar a otro sector de peruanos vulnerables. En las regiones, los albergues para indigentes aún esperan y a 40 días de la emergencia todavía no se puede establecer políticas para proteger a los ancianos, reforzar las casas de reposo o dar refugio a mujeres que viven a la sombra de un agresor y soportan diversas formas de violencia.

Personas con tuberculosis, con alguna discapacidad, con habilidades diferentes o incluso los luchan contra el cáncer o la leucemia sin apoyo o quienes han desarrollado enfermedades raras, todos siguen dentro de las generalidades de las normas. Ellos complementan el grupo de los afectados por el freno a la economía, son los más vulnerables, el extremo del que pocos hablan.