VOZ EN OFF: Historias más allá de las palabras Armando Nieblas

En turnos de 24 horas, cada tres días, paramédicos pertenecientes al cuerpo de Bomberos de Mexicali asumieron desde marzo una tarea para la cual no estaban preparados; convertirse en los únicos respondientes de los pacientes con COVID-19 en esta ciudad. Pese a su esfuerzo, durante los meses de mayo y junio, al menos el 40 por ciento de estas personas murieron en sus viviendas debido a las complicaciones de la enfermedad.

Además del impacto sanitario que representa encontrarse en medio de una pandemia como la ocasionada por el COVID-19, los albergues que dan asilo a cientos de migrantes en esta ciudad se enfrentan a la crisis de ayuda humanitaria que la propia contingencia ha generado, toda vez que se han reducido los apoyos sociales y de gobierno.

Personas en situación de calle, usuarios de drogas, trabajadoras sexuales y migrantes, se encuentran más vulnerables que nunca, pues además de sufrir discriminación, rechazo social y acoso policíaco, ahora se enfrentan a un riesgo mayor, la posibilidad de contagiarse de COVID-19, en medio del abandono y la invisibilización provocada por las autoridades.

Con 25 años de trayectoria periodística, el reportero tijuanense Alberto Elenes acaba de vivir la que probablemente sea la cobertura más complicada de su carrera, pasó de reportear a padecer el COVID-19; en ambos casos, reconoce que la incertidumbre respecto a lo que pueda ocurrir es lo más complicado.

Mientras que autoridades de Baja California centraron sus esfuerzos en el combate a la pandemia ocasionada por el Covid-19, que ha dejado más de 3 mil contagios y 519 fallecidos; la otra pandemia, la relacionada con la violencia de género, prácticamente fue desatendida, al grado que el Estado se ha convertido en uno de los más riesgosos para las mujeres durante la contingencia.