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0017-¿Escribes tu blog para ti, para los demás o para Google?-Meditaciones del día-al volante-Quim Muñoz Meditaciones del día

    • Religion & Spirituality

Tomo la expresión que da título al post que ha inspirado este vídeo (la banalización de lo profundo) del prólogo de Elena Andrés al libro ‘Interioridad y espiritualidad’ de Josep Otón. Y me la apropio porque define perfectamente uno de los riesgos a los que estamos sometidos quienes nos asomamos a Internet y a las redes sociales. Un riesgo cierto y grave que tiene dos vertientes:

En primer lugar, lo que antaño eran secretos arcanos protegidos por mil capas de simbología y secreto, están ahora al abasto de cualquiera mediante una simple búsqueda en Google. Nada hay oculto que no pueda ser revelado, siempre hay algún indiscreto que -en ocasiones sin comprender ni valorar el riesgo que supone ponerlo todo al alcance de cualquiera- grita a los cuatro vientos lo que antes se susurraba al oído de los iniciados. Otra cosa es que seamos capaces de comprender el auténtico sentido de lo desvelado…

En segundo lugar, he vivido en propias carnes el riesgo que supone querer adaptarse a las normas propias de estos mundos virtuales. Me explico: hace unos días estuve con un amigo que es experto en redes sociales, marketing digital, SEO y marca personal. Es seguidor del blog y, en nombre de nuestra amistad, me ofreció su experiencia profesional para mejorarlo… Imposible: cada post debería convertirse en un objeto de consumo, en un producto, para adecuarse a sus recomendaciones. ¿Qué me pedía? Lo normal en el ámbito del marketing digital:

Atender a los trending topic, a los temas de los que más se habla en cada momento. No es posible, mis post nacen de mis propias reflexiones, de los temas que me interesan, que me mueven y conmueven… Y que considero que puede ser útil compartir con los demás por si viven situaciones, dudas o inquietudes similares a las mías.

Escribir atendiendo a las normas de SEO, escribir para Google, utilizando términos y estructuras que me posicionen mejor en los buscadores. Ni soñarlo, escribo para personas, no para Google. No me mueve su algoritmo sino acceder a la mente y al corazón de quienes me leéis.

Analizar las audiencias y darles lo que les gusta más ‘consumir’. Me remito a lo dicho, ésa no es mi guerra.

Ceñirme a un solo tema, a un ‘nicho de mercado’ para destacar en él en lugar de continuar con mi deriva humanista e interdisciplinar que dificulta el que se me pueda percibir como un experto.

Aunque agradecí sinceramente todo lo que me proponía, le hice ver que el blog -para mí- no es un negocio y que, por tanto, pretendo que se rija por unos principios distintos que tienen más que ver con la cualidad que con la cantidad o el crecimiento. Prefiero un post que ayude a una sola persona que uno que lean tres mil personas pero que no provoque cambio alguno en sus existencias.

Trato de aportar post que animen a quien los lee a realizar sus propias reflexiones en torno a cuestiones importantes, perennes, que no dependen de las modas ni de las apetencias del momento. Temas de fondo que tienen que ver con quienes somos y con quienes queremos ser.

Convertir estos contenidos en un producto que ‘se vende’ con las mejores técnicas de marketing digital es -en mi opinión- una banalización de lo profundo que puede conducir a un gran éxito virtual, pero al mayor de los fracasos a nivel humano y personal. E, insisto, prefiero seguir centrado en el ser humano y su desarrollo personal.

Así que seguiré sacrificando visitas para mantener la libertad de escribir lo que me pida el corazón… Y de hacerlo como surja, con total transparencia y espontaneidad.

Gracias por estar ahí, a pesar de que mi SEO no sea el más adecuado 😉

Tomo la expresión que da título al post que ha inspirado este vídeo (la banalización de lo profundo) del prólogo de Elena Andrés al libro ‘Interioridad y espiritualidad’ de Josep Otón. Y me la apropio porque define perfectamente uno de los riesgos a los que estamos sometidos quienes nos asomamos a Internet y a las redes sociales. Un riesgo cierto y grave que tiene dos vertientes:

En primer lugar, lo que antaño eran secretos arcanos protegidos por mil capas de simbología y secreto, están ahora al abasto de cualquiera mediante una simple búsqueda en Google. Nada hay oculto que no pueda ser revelado, siempre hay algún indiscreto que -en ocasiones sin comprender ni valorar el riesgo que supone ponerlo todo al alcance de cualquiera- grita a los cuatro vientos lo que antes se susurraba al oído de los iniciados. Otra cosa es que seamos capaces de comprender el auténtico sentido de lo desvelado…

En segundo lugar, he vivido en propias carnes el riesgo que supone querer adaptarse a las normas propias de estos mundos virtuales. Me explico: hace unos días estuve con un amigo que es experto en redes sociales, marketing digital, SEO y marca personal. Es seguidor del blog y, en nombre de nuestra amistad, me ofreció su experiencia profesional para mejorarlo… Imposible: cada post debería convertirse en un objeto de consumo, en un producto, para adecuarse a sus recomendaciones. ¿Qué me pedía? Lo normal en el ámbito del marketing digital:

Atender a los trending topic, a los temas de los que más se habla en cada momento. No es posible, mis post nacen de mis propias reflexiones, de los temas que me interesan, que me mueven y conmueven… Y que considero que puede ser útil compartir con los demás por si viven situaciones, dudas o inquietudes similares a las mías.

Escribir atendiendo a las normas de SEO, escribir para Google, utilizando términos y estructuras que me posicionen mejor en los buscadores. Ni soñarlo, escribo para personas, no para Google. No me mueve su algoritmo sino acceder a la mente y al corazón de quienes me leéis.

Analizar las audiencias y darles lo que les gusta más ‘consumir’. Me remito a lo dicho, ésa no es mi guerra.

Ceñirme a un solo tema, a un ‘nicho de mercado’ para destacar en él en lugar de continuar con mi deriva humanista e interdisciplinar que dificulta el que se me pueda percibir como un experto.

Aunque agradecí sinceramente todo lo que me proponía, le hice ver que el blog -para mí- no es un negocio y que, por tanto, pretendo que se rija por unos principios distintos que tienen más que ver con la cualidad que con la cantidad o el crecimiento. Prefiero un post que ayude a una sola persona que uno que lean tres mil personas pero que no provoque cambio alguno en sus existencias.

Trato de aportar post que animen a quien los lee a realizar sus propias reflexiones en torno a cuestiones importantes, perennes, que no dependen de las modas ni de las apetencias del momento. Temas de fondo que tienen que ver con quienes somos y con quienes queremos ser.

Convertir estos contenidos en un producto que ‘se vende’ con las mejores técnicas de marketing digital es -en mi opinión- una banalización de lo profundo que puede conducir a un gran éxito virtual, pero al mayor de los fracasos a nivel humano y personal. E, insisto, prefiero seguir centrado en el ser humano y su desarrollo personal.

Así que seguiré sacrificando visitas para mantener la libertad de escribir lo que me pida el corazón… Y de hacerlo como surja, con total transparencia y espontaneidad.

Gracias por estar ahí, a pesar de que mi SEO no sea el más adecuado 😉

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