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Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Un Mensaje a la Conciencia ahp@conciencia.net (Hermano Pablo y Carlos Rey)

    • Religion & Spirituality
    • 4.8 • 50 Ratings

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

    «Cuando la madre de la niña se pone de parte del pedófilo»

    «Cuando la madre de la niña se pone de parte del pedófilo»

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Hace dos meses mi hija de trece años le reveló a mi cuñada que mi esposo (padrastro de mi hija) abusaba de ella. Me está afectando porque el padre de mi hija lo quiere demandar, y yo opté por perdonarlo. Actualmente mi esposo está muy arrepentido, y le ha entregado su corazón a Jesucristo. Puedo ver su arrepentimiento genuino. ¿Estaré haciendo mal con perdonarlo y no demandarlo? Le he declarado al padre de mi hija que yo seré neutral ante esta situación.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Siempre nos alegra saber que alguien ha aceptado a Jesucristo como su Salvador, y nos alegra aun más saber que su vida ha cambiado por seguir a Cristo. También nos alegra, por el bien suyo, que usted haya podido perdonarlo tal como lo ha perdonado Cristo.

      »Sin embargo, hay algo muy importante que usted aún no ha comprendido. Cuando le pedimos a Dios perdón por nuestros pecados en el nombre de su Hijo Jesucristo, Dios nos perdona y elimina las consecuencias eternas de nuestro pecado, pero no elimina las consecuencias naturales de ese pecado ni [quiere que nadie más las elimine].

    »Su esposo ha cambiado la vida de su hija para siempre, pero usted al parecer no quiere creerlo. Usted quiere creer más bien que él cometió un error, Dios lo perdonó, usted lo perdonó y ahora todo ha terminado. ¡No, no ha terminado! Nunca terminará para su hija. Ella es la inocente víctima que ha sufrido y sufrirá las consecuencias el resto de su vida. Le rogamos que lea el Caso 663 en www.conciencia.net para comprender mejor cómo se siente su hija.

    »Mientras el padre de su hija está tratando de protegerla y honrarla, usted, por el contrario, está tratando de influir en él de modo que proteja al padrastro en vez de proteger a su propia hija. Le rogamos que comience a proteger a su hija y que deje de proteger a su esposo. Al tratar de permanecer neutral, usted está dando a entender que su hija es igual de culpable que su esposo, o que su esposo es tan inocente como lo es su hija.

    »Quien abusa sexualmente de un niño o de una niña es un pedófilo. Y los pedófilos sienten una atracción hacia los niños y las niñas que no desaparece sólo porque lamentan el haber sido descubiertos. Con frecuencia esa atracción no desaparece aun después de haberle confesado sus pecados a Dios y de haberle pedido perdón con toda sinceridad. El pedófilo tiene que someterse a tratamiento y a rendirles cuentas a otros, pero no es probable que el esposo suyo se someta a tratamiento a menos que sea demandado y tenga que rendirle cuentas al sistema judicial.

    »Lloramos por su hija y por todas las que están sufriendo abuso. Las consecuencias para ellas son devastadoras y trastornarán su vida, pero esas consecuencias se multiplican cada vez más cuando la propia madre las traiciona y se pone de parte del pedófilo.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo puede leerse con sólo pulsar la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 798.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min
    «Por no poder viajar»

    «Por no poder viajar»

    En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «Hace cinco años soy novio de una joven de otro país. He estado ahorrando para poder viajar y hacer mi vida junto a ella. Sin embargo, últimamente mis ahorros siempre se acaban. Siempre se presenta algo que me impide avanzar, de modo que no he podido alcanzar la meta monetaria necesaria para realizar ese viaje que quiero hacer....

    »Debido a que siempre tengo empleos bastante mediocres, jamás gano un buen salario.... Siento que voy a decepcionar a mi novia. No quiero que este amor se acabe por no poder viajar.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

    »Lo felicitamos por preocuparse por cómo están siendo afectadas la vida y las emociones de su novia por el retraso en su plan. Por supuesto, también se ven afectadas las emociones de usted, y no quiere abandonar la meta que se propuso, sobre todo después de haber invertido cinco años tratando de lograrla. Sin embargo, después de una relación de cinco años, es prudente de su parte comenzar a preguntarse si sus metas son razonables....

    »Usted está frustrado porque no puede encontrar un empleo que le permita devengar un buen salario. ¿Hay algún trabajo que quisiera desempeñar si tuviera la preparación necesaria? ...

    »Cuando confiamos en Dios y nos hacemos seguidores suyos, Él nos promete que siempre obrará en beneficio de nosotros. El apóstol Pablo enseñó que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”.1 Según esa enseñanza, hay dos requisitos para recibir ese beneficio de parte de Dios. Primero debemos amarlo, y luego debemos ser llamados de acuerdo con su propósito. Eso quiere decir que tenemos que estar comprometidos a cumplir su propósito en nuestra vida y que estamos confiando en que Él nos mostrará su voluntad divina....

    »Si Dios supiera que lo mejor para usted es que se mude a otro país para hacer su vida junto a su novia, le habría ayudado a ahorrar el dinero necesario. Por ahora, lo mejor es aceptar su voluntad divina y liberar a su novia de cualquier compromiso que ella le haya hecho a usted. Dígale que usted confía en que Dios hará que se cumpla su voluntad en la vida de ella, como también en la suya. Dígale que cinco años son suficientes como para comprobar que el noviazgo no forma parte de la voluntad de Dios para la vida de usted ni la de ella. Y explíquele que será más fácil para ambos si le ponen fin a toda comunicación entre los dos.

      »Después de hacer eso, dedique su tiempo a descubrir lo que necesita hacer para prepararse y hallar un empleo mejor. Fije la meta de superarse en cualquier empleo que tenga, aunque no le guste. Esfuércese por ser el empleado que todo jefe quisiera tener. Y sea fiel con lo que sí tiene a fin de mostrar que está preparado para lo que ha de venir.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo se puede leer si se ingresa en el sitio www.conciencia.net y se pulsa la pestaña que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 670.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Ro 8:28

    • 4 min
    «El llanto de una hija»

    «El llanto de una hija»

      Así como la poetisa panameña Amelia Denis de Icaza compuso un hermoso poema con relación al profundo amor que, como madre, se tiene por los hijos, publicó otra bella poesía sobre el que siente la hija por la madre. Para los que hemos sufrido la pérdida de una madre muy querida, nos identificamos plenamente con la intensidad del amor y con la profunda tristeza que por ese motivo manifiesta doña Amelia en los siguientes versos titulados «El llanto de una hija»:

    Madre mía, ¡mi vida!, ¿qué te has hecho?
    ¿Adónde está tu maternal mirada?
    ¡Ya está sin vida, sin calor, tu pecho,
    y tu hija vive aún tan desgraciada!

    ¿Adónde estás, por qué me abandonaste,
    y con quién me has dejado, madre mía?
    Tú, en tu seno de amor, me acariciaste,
    y hoy te llevas contigo mi alegría.

    Tú me amaste, de niña, con locura,
    y más tarde, ya joven, fui tu orgullo,
    y hoy mi llanto de acerba desventura
    ya no lo enjuga ese cariño tuyo.

    Ya nunca más mi llanto con tu llanto
    veré unirse doliente en mis dolores.
    No arrullarás a Julia con tu canto,
    ni le pondrás, sobre su frente, flores.

    Ya no veré dormirse entre tus brazos
    los hijos míos, que tus hijos son;
    ¿por qué la suerte desató esos lazos,
    y dejó de latir tu corazón?

    Ya, al exhalar, mis lastimeras quejas
    sólo hallarán un eco en el vacío;
    ¿por qué abandonas sola, por qué dejas
    un corazón tan débil como el mío?

    Ya no veré tus ojos anegados
    en lágrimas dolientes por mi suerte;
    ellos están a mi dolor cerrados
    y hundidos por la mano de la muerte.

    Madre tan adorada, yo te lloro,
    y me parece un sueño todavía;
    ¡en vano a Dios, en mi pesar, imploro,
    porque Dios no me oye, madre mía!1

    ¡Cuánto desconsuelo y amor habrá sentido Julia, la hija mayor de Amelia Denis de Icaza, al recordársele en estos versos el arrullo y la ternura de doña Carmen Durán, su abuelita panameña! A la pregunta: «¿Por qué la suerte desató esos lazos?», su mamá, al parecer, finalmente contesta: «porque Dios no me oye». Pero eso no debiera sorprendernos a quienes hemos sufrido tal pérdida y nos hemos preguntado por qué Dios no contestó nuestra oración.

    Aunque pueda que no nos sirva de mucho consuelo, bien pudiera deberse en parte precisamente a que Dios, por su inmenso amor hacia ese ser querido, permitió que «ya nunca más» tuviera que ver «el llanto de una hija» o de un hijo, y que esa hija o ese hijo «ya no» tuviera que ver los ojos de la madre «anegados en lágrimas dolientes» por su suerte. ¿Quién sabe? Sólo Dios lo sabe, como también sabe que lo que más nos conviene a todos es confiar en Él y en su divino cuidado paternal,2 así como queremos que nuestros inocentes hijos pequeños confíen en nosotros.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Amelia Denis de Icaza, «El llanto de una hija», Hojas secas (León, Nicaragua: Talleres Gráficos Robelo, 1927), pp. 139-40 En línea 27 noviembre 2023.


    2
    Sal 8:4; Is 46:4; Jn 3:16; 15:9; Hch 17:27; 1P 5:7

    • 4 min
    «Amor de madre»

    «Amor de madre»

    En la portada de la obra Hojas secas de Amelia Denis de Icaza aparecen estos versos personales de la querida poetisa, llamada «la alondra panameña»:

    Dichosa la que es madre y a quien ha dado el cielo
    en ese amor supremo sagrada bendición.
    Yo tengo con mis nietas mi terrenal consuelo,
    y a nada más aspira mi enfermo corazón.1
    Una de sus más emotivas poesías de aquella antología, que compuso en Panamá en 1879, describe ese amor en los siguientes versos con todo lujo de detalles:

    ¡Amor de madre! El universo entero
    se siente con tu aliento embalsamado,
    único amor sin mancha y verdadero,
    sin porvenir, presente ni pasado.

    Amor que nada pide, nada espera,
    que de sí mismo satisfecho vive,
    que la infeliz impúdica ramera
    como sagrada redención recibe.

    Amor de madre en la modesta choza,
    en la humilde casita del obrero,
    del rico en la mirada voluptuosa,
    amor, amor del universo entero.

    Ama la madre [al] hijo cuando siente
    que su seno de un ser está animado.
    Lo idealiza, lo sueña, lo presiente,
    mientras llega el instante tan deseado.

    Nace, y al contemplarlo temblorosa,
    en la embriaguez de su pasión inmensa,
    lo abraza, lo contempla, lo reboza,
    loca lo adora y en amarlo piensa.

    Las noches pasa en inquietud constante,
    olvidando su propio sufrimiento,
    lo mueve, lo acaricia palpitante,
    y se inquieta al más leve movimiento.

    Pasan los años, y el hermoso niño
    crece, arrullado por su amor de madre,
    y le forma un edén con su cariño,
    y más le adora si le falta padre.

    Si sola tiene que velar su suerte,
    ¡con qué empeño tan tierno lo ha criado!
    Se juzga grande, se contempla fuerte,
    y olvida su dolor y su pasado.

    Con frente erguida en su morada pobre
    a Dios le dice de esperanza llena:
    «Señor, Señor, que tu bondad le sobre:
    para él la dicha, para mí la pena.»

    Si el niño ingrato el abnegado empeño
    de la madre infeliz olvida un día,
    ella, intranquila, velará su sueño,
    a Dios alzando su plegaria pía.

    ¡Y siempre lo amará!... Bendito sea
    el amor de una madre, sin segundo
    sentimiento del alma, que campea
    con todos los amores en el mundo.
    . . . . . . . . . .
    Amor de madre, religioso y santo,
    sol que alumbra mi espíritu abatido,
    por ti secóse mi ardoroso llanto,
    y la tierra en Edén se ha convertido.

    ¡Con mis hijos la vida es tan hermosa!...
    Quiero vivir para gozar con ellos,
    velar por su existencia, cuidadosa,
    y trenzar sonriendo sus cabellos,

    besar sus ojos, que mi ser reflejan,
    a mi pecho estrecharlos conmovida,
    llamarlos en la noche si se quejan,
    y que me llamen madre: ¡esta es la vida!

    ¡Gracias! ¡gracias! Señor Omnipotente,
    ¡gracias porque me diste ese tesoro!
    ¡También mis hijos doblarán su frente
    para adorarte como yo te adoro!2

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Amelia Denis de Icaza, «Al lector» y Portada, Hojas secas (León, Nicaragua: Talleres Gráficos Robelo, 1927), pp. 22-26 En línea 25 noviembre 2023.


    2
    Ibíd., «Amor de madre».

    • 4 min
    ¿Por qué hizo Dios a las madres?

    ¿Por qué hizo Dios a las madres?

    A un grupo de estudiantes de segundo grado de primaria se les hizo las siguientes preguntas con relación a sus madres:

    —¿Por qué hizo Dios a las madres?

    —Porque ellas son las únicas que saben dónde están las cosas.

    —Más que nada, las hizo para que limpiaran la casa.

    —¿Cómo hizo Dios a las madres?

    —Usó barro, igual que para hacernos a todos.

    —Las hizo con magia más superpoderes, bien mezclados.

    —Dios hizo a mi mamá igual que me hizo a mí, sólo que usó partes más grandes.

    —¿Por qué Dios te dio la madre que tienes y no la de otra persona?

    —Porque somos de la familia.

    —Dios sabía que ella me quiere mucho más que las mamás de los demás.

    —¿Cómo se portaba tu mamá cuando era niña?

    —Mi mamá siempre ha sido mi mamá y nada más.

    —Yo no sé porque yo no estaba ahí. Pero yo me la imagino bien mandona.

    —Dicen que se portaba bien.

    —¿Qué necesitaba saber tu mamá acerca de tu papá antes de casarse con él?

    —Su apellido.

    —Tenía que saber cómo era antes... si era un delincuente o si se emborrachaba.

      —Mamá tenía que saber si papá le dijo «No» a las drogas y «Sí» a las cosas que ella quiere que todos hagamos en la casa.

    —¿Por qué se casó tu mamá con tu papá?

    —Porque mi papá sabe hacer el mejor espagueti del mundo. Y mi mamá come mucho.

    —Mi abuela dice que es porque mamá no lo pensó bien.

    —¿Quién manda en tu casa?

    —Mamá no quiere ser la que manda, pero le toca porque papá no es muy avispado.

    —Mamá es la que manda... porque cuando revisa mi cuarto, ella ve las cosas debajo de la cama.

    —Supongo que la que manda sea mamá, pero sólo porque ella tiene mucho más que hacer que papá.

    —¿Qué diferencia hay entre las mamás y los papás?

      —Las mamás trabajan en sus empleos y siguen trabajando cuando llegan a la casa; los papás sólo trabajan en sus empleos.

    —Las mamás saben cómo hablarles a las maestras sin asustarlas.

    —Los papás son más altos y más fuertes, pero las mamás son más poderosas porque ellas son las que nos dan permiso para pasar la noche en casa de un amigo.

    —Las mamás usan superpoderes; saben cómo hacer que uno se sienta mejor sin medicina.

    —¿Qué hace tu mamá cuando descansa?

    —Mi mamá dice que ella nunca descansa.

    —Mi mamá no hace nada. Se la pasa pagando las cuentas todo el día.

    —¿Qué le falta a tu mamá para que sea perfecta?

    —Por dentro ya es perfecta. Por fuera, creo que alguna clase de cirugía plástica.

    —Si pudieras cambiar una sola cosa en tu mamá, ¿qué sería?

    —Yo haría que mi mamá fuera más inteligente, para saber que la culpa la tiene mi hermana y no yo.

    —Me gustaría que no tuviera esos ojos invisibles en la parte de atrás de la cabeza.

    Las ocurrencias de los niños no sólo nos sirven de diversión; también nos llevan a la reflexión. Por ejemplo, la respuesta del último niño nos hace pensar en el proverbio del sabio Salomón, que dice: «Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos.»1 Si así también son los ojos de las madres, será porque Dios las creó a su imagen y semejanza. Más vale que cada madre, consciente de la poderosa influencia que ejerce sobre sus hijos, se esfuerce al máximo por ser piadosa para reflejar la imagen de Dios en todos los demás sentidos.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Pr 15:3

    • 4 min
    «No he podido ver a mi hija porque la mamá no deja»

    «No he podido ver a mi hija porque la mamá no deja»

    En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue:

    «Tuve una hija con mi exesposa. Me divorcié de ella por malos tratos y humillación.... Ya ella tenía cuatro hijos, y traté de darles lo que pude; pero eran adolescentes y nunca me aceptaron.... Me hicieron la vida imposible, al extremo de que uno de ellos me pegó una trompada. Mi exmujer me clavó un cuchillo en el brazo.

    »Desde hace dos años no he podido ver más a mi hija porque la mamá no deja de inventarse cosas con las que me denuncia. Estoy muy mal por no ver a mi hija. ¿Qué hago?»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimado amigo:

    »¡Cuánto sentimos lo que usted está sufriendo! Por supuesto, sabemos que hay detalles que no nos ha contado, pero vamos a suponer que usted nunca maltrató a su esposa ni a ninguno de sus hijos.

    »También damos por sentado que, cuando obtuvo el divorcio, usted dejó constancia de los pormenores del maltrato que sufrió de parte de ella.... [Pero] si usted no dejó [esa] constancia... entonces es probable que sea una cuestión de la palabra de ella contra la suya. Aun así, usted tiene todo el derecho de solicitarle al juez que le conceda visitas programadas con su hija. A no ser que haya sido abusivo o negligente usted mismo, está mal que su exesposa no permita que usted y su hija se vean.

    »Sin embargo, esto nos lleva a hacerle la difícil pregunta: ¿Ha estado usted aportando al sustento económico para su hija? Así como usted tiene el derecho de verla, también tiene la obligación de contribuir a solventar los gastos en que ella incurra. Si no lo ha estado haciendo hasta ahora, le recomendamos que comience a enviarle dinero con cada pago del sueldo que recibe. Mantenga un registro de cada cuota que envía por si fuera necesario probarlo en el juzgado.

    »Nosotros no somos abogados, y no conocemos las leyes vigentes en su país. Usted necesita consultar a un abogado para enterarse de todas las opciones, los derechos y las responsabilidades que le corresponden.

    »Sabemos que ama mucho a su hija y que anhela pasar tiempo con ella. Siente un dolor en el corazón que sólo su hija puede aliviar. Ese es un ejemplo cabal de lo mucho que Dios, nuestro Padre, nos ama a cada uno en particular. Lo cierto es que Él siente un dolor en su corazón divino que sólo puede ser aliviado si usted cultiva una relación personal con Él, como ya hemos hecho nosotros. Usted no tiene que ser una persona virtuosa o santa, ya que ninguno de nosotros lo somos. Todos somos pecadores, y todos necesitamos el perdón que se obtiene cuando le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados en el nombre y por el poder de su Hijo Jesucristo.1 Su Padre celestial lo ama tal y como usted ama a su hija.2 Le animamos a que le responda a Él de la misma manera en que desea que su hija le responda a usted.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 797.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Ro 3:23; 1Jn 1:9


    2
    Mt 7:11; Jn 3:16

    • 4 min

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50 Ratings

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WillowV ,

Gracias

¡Son excelentes! ¡Gracias!

Jake740 ,

OMG...

ESTA ES UNA BENDICION

PherCh'S ,

No se detengan

Es una bendición que exitan este tipo de mensajes y poder contar con los suficientes medios para poder oír a Dios hablarnos. Solo como sujerencia deberían darle mas publicidad en su página web a este podcast. Gracias de nuevo y que Dios los bendiga.

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