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Domingo de Pascua La Palabra Contemplada

    • Christianity

En este domingo celebramos la fiesta máxima de nuestra fe, la Pascua, donde estamos llenos de alegría por la resurrección de Jesús. En este domingo, y siempre, renovemos nuestra fe en la Resurrección de Jesús, evento que como nos dice San Pablo, es razón de nuestra fe.

Entre los pasajes que proclamamos en la liturgia de la Pascua se encuentra  la predicación kerigmática de Pedro. Su predicación comienza recordandonos que la manera en que Dios actúa es diferente a la manera en que nosotros humanamente actuamos. Dios no toma en cuenta las apariencias, o los aparentes defectos de las personas. A través de las Escrituras vemos ejemplos de como Dios prefiere al hijo menor en lugar del primogénito, como en el caso de Isaac y Esaú. Dios prefiere al joven y al no famoso, como lo hizo en el caso de David sobre sus otros hermanos. Y el mayor ejemplo es la manera en que se manifestó su Palabra en el mundo: humildemente, sin pompa ni circunstancia, naciendo pobremente en un pesebre en una pequeña población. De la misma manera actuó Dios en su triunfo sobre el enemigo: no de manera aparatosa, sino pasando por lo que pareciera una humillante derrota en la cruz. Jesús ha vencido a la muerte y nos ha abierto las puertas del cielo. En la Pascua celebramos su victoria y nos alegramos porque con su Resurrección nos muestra nuestro propio destino: la vida eterna en comunión con él. Para los que creemos en Jesucristo y nos apegamos a su voluntad nos espera la vida eterna. La maldad de este mundo es muestra de la desesperación del enemigo que ya se sabe derrotado.

Este es el dia del triunfo del Señor

En este Domingo de Pascua el salmista se desborda de alegría, agradeciendo efusivamente a Dios por su bondad y su misericordia con nosotros. Nosotros leemos el salmo a la luz de los eventos de la Pascua, donde su eterno amor se ha manifestado en la cruz. Así nos lo enseñó Jesús: “nadie tiene amor más grande, que el que da la vida por sus amigos” (ver Juan 15:13). Dios a mostrado su amor y su poder al resucitar a Jesús. Con el evento de la Resurrección sabemos que tenemos la esperanza de la nueva vida en él. Podemos entonces cantar con el salmista: “no moriré, continuaré viviendo.” Por eso, la Resurrección le da sentido a nuestra fe. Los que vivimos en Cristo tenemos la promesa de vivir en él. Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia mencionada por el salmista, ya  que él mismo se aplica este título en los evangelios. También en el salmo, en su versículo 26, leemos las mismas palabras con las que la gente había aclamado a Jesús: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! En estos días en que entramos a la preparación final para la Pascua, que Dios nos conceda la gracia de llenar nuestro corazón de alegría para poder aclamar con el salmista: “este es el día del triunfo del Señor.”

Busquen las Cosas de Arriba

Una de las lecturas de este Domingo de Pascua nos recuerda que para nosotros los que vivimos en Cristo, somos llamados a vivir con la vista al cielo, es decir, viviendo de acuerdo a la manera en que Cristo nos enseñó. Con su muerte y su Resurrección, nuestro Señor Jesucristo nos libró de la muerte. Nunca podemos olvidar que por nuestro bautismo nosotros morimos con Cristo, somos sepultados con él, y tenemos la esperanza de resucitar en él. Nosotros los cristianos no podemos vivir como el resto del mundo, ya que nosotros no pertenecemos a este mundo. Los que no tienen esta esperanza viven aspirando a las cosas terrenales: la riqueza, la popularidad, el poder. Con el Bautismo Dios nos ha dado la gracia de abandonar las cosas de este mundo que nos son provechosas, y seguirle a él. Vivimos esta vida de acuerdo a nuestra meta: llegar a compartir la eternidad con Dios en el cielo. Con su muerte en la cruz Jesucristo triunfó sobre la muerte y nos ha compartido la vida eterna. Esto es lo que celebramos en la Pascua. Que nuestra preparación en esta Semana Santa nos lle

En este domingo celebramos la fiesta máxima de nuestra fe, la Pascua, donde estamos llenos de alegría por la resurrección de Jesús. En este domingo, y siempre, renovemos nuestra fe en la Resurrección de Jesús, evento que como nos dice San Pablo, es razón de nuestra fe.

Entre los pasajes que proclamamos en la liturgia de la Pascua se encuentra  la predicación kerigmática de Pedro. Su predicación comienza recordandonos que la manera en que Dios actúa es diferente a la manera en que nosotros humanamente actuamos. Dios no toma en cuenta las apariencias, o los aparentes defectos de las personas. A través de las Escrituras vemos ejemplos de como Dios prefiere al hijo menor en lugar del primogénito, como en el caso de Isaac y Esaú. Dios prefiere al joven y al no famoso, como lo hizo en el caso de David sobre sus otros hermanos. Y el mayor ejemplo es la manera en que se manifestó su Palabra en el mundo: humildemente, sin pompa ni circunstancia, naciendo pobremente en un pesebre en una pequeña población. De la misma manera actuó Dios en su triunfo sobre el enemigo: no de manera aparatosa, sino pasando por lo que pareciera una humillante derrota en la cruz. Jesús ha vencido a la muerte y nos ha abierto las puertas del cielo. En la Pascua celebramos su victoria y nos alegramos porque con su Resurrección nos muestra nuestro propio destino: la vida eterna en comunión con él. Para los que creemos en Jesucristo y nos apegamos a su voluntad nos espera la vida eterna. La maldad de este mundo es muestra de la desesperación del enemigo que ya se sabe derrotado.

Este es el dia del triunfo del Señor

En este Domingo de Pascua el salmista se desborda de alegría, agradeciendo efusivamente a Dios por su bondad y su misericordia con nosotros. Nosotros leemos el salmo a la luz de los eventos de la Pascua, donde su eterno amor se ha manifestado en la cruz. Así nos lo enseñó Jesús: “nadie tiene amor más grande, que el que da la vida por sus amigos” (ver Juan 15:13). Dios a mostrado su amor y su poder al resucitar a Jesús. Con el evento de la Resurrección sabemos que tenemos la esperanza de la nueva vida en él. Podemos entonces cantar con el salmista: “no moriré, continuaré viviendo.” Por eso, la Resurrección le da sentido a nuestra fe. Los que vivimos en Cristo tenemos la promesa de vivir en él. Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia mencionada por el salmista, ya  que él mismo se aplica este título en los evangelios. También en el salmo, en su versículo 26, leemos las mismas palabras con las que la gente había aclamado a Jesús: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! En estos días en que entramos a la preparación final para la Pascua, que Dios nos conceda la gracia de llenar nuestro corazón de alegría para poder aclamar con el salmista: “este es el día del triunfo del Señor.”

Busquen las Cosas de Arriba

Una de las lecturas de este Domingo de Pascua nos recuerda que para nosotros los que vivimos en Cristo, somos llamados a vivir con la vista al cielo, es decir, viviendo de acuerdo a la manera en que Cristo nos enseñó. Con su muerte y su Resurrección, nuestro Señor Jesucristo nos libró de la muerte. Nunca podemos olvidar que por nuestro bautismo nosotros morimos con Cristo, somos sepultados con él, y tenemos la esperanza de resucitar en él. Nosotros los cristianos no podemos vivir como el resto del mundo, ya que nosotros no pertenecemos a este mundo. Los que no tienen esta esperanza viven aspirando a las cosas terrenales: la riqueza, la popularidad, el poder. Con el Bautismo Dios nos ha dado la gracia de abandonar las cosas de este mundo que nos son provechosas, y seguirle a él. Vivimos esta vida de acuerdo a nuestra meta: llegar a compartir la eternidad con Dios en el cielo. Con su muerte en la cruz Jesucristo triunfó sobre la muerte y nos ha compartido la vida eterna. Esto es lo que celebramos en la Pascua. Que nuestra preparación en esta Semana Santa nos lle

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