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La Palabra Contemplada JC Moreno
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- Religion & Spirituality
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Una breve meditación sobre las lecturas de la misa de cada domingo para ayudarte a vivir el mensaje que Dios tiene para ti.
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No tentarás al Señor tu Dios-1er Domingo de Cuaresma
En las lecturas de este domingo la Iglesia nos muestra la entrada del pecado al mundo por la tentación en que cayeron nuestros primeros padres, y el remedio en la obediencia de nuestro Señor Jesucristo que rechaza las tentaciones en el desierto.
La primera lectura de este domingo nos describe la creación del hombre del polvo de la tierra. Esto nos recuerda nuestro efímero estado en el mundo. Somos tan frágiles como un puñado de polvo que recoges con la mano, y al abrir la mano se te escapa poco a poco. Este Miércoles de Ceniza también nos recordó algo similar con la fórmula “recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás.” Somos polvo, pero a la vez tenemos intrínsecamente un gran valor, ya que llevamos con nosotros el aliento divino.
La liturgia yuxtapone la creación del hombre al lado de la tentación, el engaño de la serpiente. Nuestros primeros padres caen en el pecado de querer ser como dioses, dejando a un lado la confianza en Dios. La ironía es que somos llamados a ser como Dios, pero no por la arrogancia, sino por medio de la obediencia, como nos muestra Jesús. Una interpretación de las tentaciones está relacionada con lo que mencionábamos anteriormente acerca de Jesús tomando el papel de Israel. Dios había rescatado a Israel de la esclavitud, y lo había llevado a un viaje de purificación por 40 años en el desierto, para prepararlo a entrar a la tierra prometida. Como todos sabemos, el pueblo no pasó la prueba. Con las tentaciones, Jesús revive estas pruebas, y nos muestra como superarlas. Las provisiones se habían terminado y el pueblo clamaba contra Moisés que era mejor el haberse quedado en Egipto. Cuando Jesús tuvo hambre, en cambio, ¿cómo reaccionó?
Otra interpretación de las tentaciones, es que Jesús nos esta enseñando como combatir la “triple concupiscencia” de la que sufrimos nosotros, como nos enseña la Iglesia: “…los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón” (Catecismo de la Iglesia Católica #377). Jesús nos muestra que contra las tentaciones, nuestra respuesta es buscar a Dios: contra la primera tentación de volver las piedras en panes, que es la intemperancia, debemos realizar que los bienes son sometidos a su buen uso; la glotonería y la borrachera son dos vicios que resultan de su abuso. Por eso ayunamos, para someter al cuerpo y enfocar nuestra atención hacia Dios, fuente de todo lo bueno.
La siguiente tentación de tirarse de lo alto, porque Dios nos salvará, es una forma de vanidad. Nuestra respuesta, siguiendo a Jesús debe ser una de humildad, evitando el sensacionalismo que resultaría del evento sugerido por el diablo. La última tentación es la tentación del poder y la codicia, en la que el diablo le ofrece a Jesús todos los reinos del mundo si sólo le adora. Y la respuesta de Jesús nos enseña a poner las cosas en su propio orden: “Retírate, Satanás, porque está escrito: ‘Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto’”. El consejo evangélico a la obediencia nos ayuda a combatir esta tentación, ya que en el grado en que seamos obedientes a Dios nos será difícil voltear nuestra vista al deseo de otras cosas. Viéndolas en conjunto, vemos como en las tentaciones Jesús hace lo que el pueblo de Israel originalmente había fallado en el desierto cuando fue tentado por el hambre, la sed, y la adoración a ídolos falsos, demostrando como Jesús una vez más toma el papel de Israel, y nos muestra como es hijo de Dios, no sólo en su divinidad (que es inalcanzable) sino en su obediencia a la palabra de Dios, expresado en sus respuestas. Oremos para que Dios nos de la gracia de poder imitar el ejemplo de Jesús y vencer las tentaciones.
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Ustedes son la luz del mundo-5o Domingo Ordinario
En la primera lectura, el profeta Isaías exhortaba al pueblo (y nos exhorta a nosotros hoy) a reformarnos. Mientras la gente realizaba su ayuno, y todas las cosas externas que creían ellos hacían un buen creyente, seguían pecando de otras maneras, como nos dicen los versículos anteriores a esta lectura: “Miren, cuando ustedes ayunaban lo hacían por interés, y a todos sus obreros explotaban. Es que ustedes ayunan para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunen como hoy, para hacer oír en las alturas su voz.”
Los profetas una y otra vez nos expresan la voluntad de Dios de dejar a un lado nuestra hipocresía: que nuestra interioridad sea revelada en nuestros actos; y viceversa, que nuestros actos revelen la disposición de nuestro corazón. “Misericordia quiero, y no sacrificios” nos dice Dios por la boca de Oseas (6,6) y Jesús lo repite: “Vayan y aprendan lo que significa ‘misericordia quiero y no sacrificios.’” El resultado de alinear nuestro corazón a los deseos de Dios los describe el profeta en los versículos 8-10: “Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahvé te seguirá. Entonces clamarás, y Yahvé te responderá, pedirás socorro, y dirá: ‘Aquí estoy.’ Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía.”
En la segunda lectura Pablo esta escribiendo a la comunidad de los Corintios, una ciudad griega, que como buenos griegos valoraban el conocimiento filosófico, la retórica, etc. Y no es que Pablo no valorara estas mismas cosas (los estudiosos nos dicen que sus cartas están llenas de ejemplos de uso de la retórica), pero en su carta dice: “no quise saber entre ustedes sino a Jesucristo, y éste crucificado.” Pablo muestra un gran valor y convicción al no diluir el mensaje del Evangelio que Cristo murió por nosotros y resucitó al tercer día. Hay que recordar que para la filosofía platónica de los griegos la resurrección es una tontería. De acuerdo al platonismo había una cierta oposición entre el espíritu y la carne, con el espirito siendo la parte superior. La muerte era deseable porque “liberaba” al espíritu de las cadenas de la carne. Por eso para ellos la resurrección no tiene sentido. Sin embargo Pablo se muestra fiel al mensaje y no trata de hacerlo mas atractivo a su mentalidad filosófica, sino que se mantiene fiel a la verdad “para que su fe seb fundara, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.”
Jesús en el evangelio de este Domingo nos llama a ser la luz del mundo. ¿En qué aspecto se puede decir que somos nosotros luz? Y aun mas, ¿luz del mundo? En el contexto del capítulo 5 que estamos considerando hoy, los versículos justo antes de esta lectura contienen la sublime enseñanza de las Bienaventuranzas: bienaventurados los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, etc. Jesús nos esta enseñando las cualidades de sus discípulos. Estas cualidades que son el centro de la moralidad Cristiana, con la ayuda del Espíritu Santo nos llevan a acercarnos a Dios. Mientras más cerca estamos de Dios, más nos parecemos a él. Esto nos los demuestra Moisés, cuando después de estar en comunión con Dios en la cima de la montaña, baja y la gente lo mira con temor, ya que su rostro resplandecía al haber hablado con Dios. Estando cerca de Dios, siguiendo sus preceptos, siguiendo su voluntad, nos hace el compartir un poco de su luz radiante. Y esta luz no es para que brillemos y nos halaguemos nosotros mismos por nuestra brillantez, esta luz no es para nosotros, sino para atraer a otros a Dios. Esta fue la razón que Dios constituyó a su pueblo Israel, no porque eran algo especial -
Conviertánse – 2o Domingo de Adviento
La clave del mensaje de las lecturas de este segundo domingo de Adviento es la conversión: “Conviértanse porque ya esta aquí el Reino de los Cielos” es la proclamación de Juan el Bautista. Ya viene el rey, este descendiente de David, este brote del tronco de Jesé ya está aquí. Isaías había tenido esa visión del rey que iba a venir, que contaría con el don del Espíritu Santo con su plenitud de dones. Esto se cumple en el bautismo de Jesús, cuando nos narran los evangelistas que el Espíritu Santo se posó sobre el en forma de paloma. Estos dones lo ungen para su misión de proclamar la buena nueva, y nosotros los cristianos somos herederos de estos beneficios-por nuestro bautismo somos injertados en este drama de la salvación y así recibimos nosotros también el Espíritu Santo con todos sus dones. Las imágenes de la convivencia de animales salvajes y domésticos, el lobo con el cordero, la pantera con el cabrito, etc. Hablan de la restauración de la paz y la harmonía que viene a traer el Mesías. En la nueva creación se va a restaurar esa paz y armonía que perdimos por el pecado. De esta paz tenemos ya una probadita en esta Navidad donde celebramos el nacimiento del rey de la paz. Pero esta paz no esta establecida por completo, hay que poner de nuestra parte para que se realice!
La segunda lectura tomada de la carta de San Pablo a los Romanos nos habla de la importancia que tienen las Sagradas Escrituras, obviamente Pablo refiriéndose al AT. Existe para nuestra enseñanza, para darnos paciencia y consuelo-cosas que nos llevan a tener los mismos sentimientos con otras personas, que resulta en nuestra unidad. Esto es lo que Dios quiere para todos nosotros, que estemos unidos, que se acabe la guerra, la desigualdad, la discriminación, todas estas cosas que nos separan unos de los otros y nos separan de Dios. Por eso en la Iglesia venimos a practicar esta unidad. Cuando celebramos la misa, ya desde el principio nos unimos a una sola voz, elevando nuestra oración al Padre desde el canto de entrada. Nos damos el saludo de paz, una vez mas manifestando esta harmonía en que debemos vivir, especialmente nosotros que somos hijos de un mismo Padre y somos hermanos en la fe.
En el evangelio escuchábamos el mensaje de conversión de Juan el Bautista, que es una continuación del mismo mensaje de los profetas del AT, y es el mismo mensaje de Jesús, y el mismo mensaje de la Iglesia el día de hoy. El mismo mensaje siempre antiguo, siempre nuevo, de cambiar nuestros corazones y voltear nuestra mirada hacia Dios para verlo en los pobres, en los mas necesitados. Cuando era niño e iba al catecismo, recuerdo que durante el Adviento nos daban un calendario de actividades que debíamos realizar para prepararnos para la navidad. Y esto es una gran idea, porque en realidad necesitamos un entrenamiento para adiestrar nuestra voluntad a ser virtuosa, ayudada por supuesto por la gracia de Dios, que siempre nos da la iniciativa a todo esto. El proceso de conversión es algo continuo, algo de toda la vida incluso. Aquel que piensa que esta convertido y no necesita nada mas vive engañado. Es un proceso de un constante peregrinar hacia nuestra meta, el Reino de Dios en el cielo. Por medio de la conversión se van quitando los obstáculos que nos separan de Dios, se va “preparando los caminos, allanando los senderos” como nos exhorta Juan el Bautista. Y todo esto no es algo únicamente interior, nuestra conversión interior debe de ser manifestada exteriormente, no solo en actos de piedad, pero en actos de asistencia con nuestros semejantes “den el fruto que pide la conversión” nos dice Juan el Bautista.
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Todo Será Destruido – 33er Domingo Ordinario Ciclo C
Nos encontramos ya casi en el final del año litúrgico que culmina la semana siguiente con la festividad de Cristo Rey. La primera lectura viene del libro del profeta Malaquías, que es el último profeta en el orden canónico del Antiguo Testamento. El escribía por ahí del 5o siglo a.C. en los tiempos en que recién habían regresado los judíos del exilio de Babilonia. El mensaje del profeta es uno de aliento, porque en su regreso a la tierra prometida se encontraron con muchas dificultades, mucha desobediencia a Dios. Entre los pecados se encontraban los sacrificios deficientes por parte de los sacerdotes, y el divorcio de mujeres israelitas para buscar esposas extranjeras que adoraban a otros dioses. Ante todo esto, el profeta Malaquías nos dice: el día del Señor se acerca, en ese día los malvados serán quemados, pero el Señor premiará a los justos. Este Día del Señor es precisamente lo que se refiere el salmista cuando nos dice: “el Señor llega para regir la tierra con justicia”
En la segunda lectura de la Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses San Pablo escribe a una comunidad que estaba preocupada por la segunda venida de Cristo. La iglesia primitiva pensaba que la parusía, la segunda venida de Cristo, era inminente, y si era así, pues no había necesidad de trabajar. San Pablo los reprende y le dice que imiten su ejemplo, ya que él trabajo cuando estuvo entre ellos. Pable nos dice: “el que no trabaje que no coma.” Claro, esto no aplica en nuestros días para personas que por causa de edad o incapacidad no pueden trabajar. Estas palabras van para los que pudiendo trabajar se quedaban con los brazos cruzados esperando la venida de Cristo.
En la lectura del Evangelio de Lucas, los discípulos le preguntan a Jesús: cuando va llegar eso – la destrucción del templo, el fin del mundo, etc. Y la respuesta de Jesús es “no se dejen engañar.” Todas esas señales que Jesús menciona las vemos hoy, las vieron nuestros antepasados y las verán quizás nuestros hijos. Y lo que pasa es que el principio del fin comenzó con la venida de Jesucristo. El vino a poner en marcha la ultima etapa de la historia. Estamos de hecho en los últimos días. ¿Cuando va a ocurrir el final? Nadie lo sabe, y cualquier persona que proclame saberlo es un falso profeta. Lo de echarles mano y ser entregados a los tribunales se cumplió con los apóstoles, como lo vemos en el libro de los Hechos de los apóstoles. Jesús nos está enseñando: todo lo que vemos a nuestro alrededor va a expirar, nada es eterno. Los discípulos admiraban la belleza del templo y Jesús les dice: no va a quedar piedra sobre piedra. Esto se cumple en el año 70 con la destrucción del Templo en la guerra entre judíos y romanos. “Todo será destruido.” Esto nos enseña a poner nuestros ojos ante las cosas eternas, las cosas de Dios, no ante los seres humanos y sus obras, que van a pasar. Hermanos y hermanas en este día propongámonos poner nuestra confianza en Dios ante las dificultades que nos encontremos, sabiendo que Dios es un Dios justo que premia a los fieles con el premio mas grande, no de riquezas que pasan, sino el premio de estar con Dios por toda la eternidad. Que la paz de Dios los acompañe el día de hoy y siempre.
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El Hijo del Hombre Vino a Buscar y Salvar lo Perdido – 31 Domingo Ordinario CicloC
Las lecturas de este domingo nos muestran a un Dios que nos da amor, el perdón y la misericordia, y en Zaqueo, la prontitud que debemos tener en buscarle.
La primera lectura nos enseña de manera poética sobre el amor, la misericordia y el cuidado que Dios tiene para nosotros. El Dios que el libro de la Sabiduría nos describe es un Dios que nos ama, y su amor es la razón, el motivo, el eje en el que toda la creación gira. Muy bien nos enseñó el santo papa Juan Pablo II que Dios nos creó únicamente por amor, y por ende nuestra vocación es a amar. El pasaje nos muestra un Dios que nos perdona, que poco a poco nos corrige para que nos volvamos a él. El Dios que nos presenta este libro es un Dios que no solamente nos crea, sino que también nos mantiene en existencia. Dios nos ha compartido de su ser, nos ha dado el aliento de vida, ese aliento incorruptible que es nuestra alma creada por Dios y que nunca será destruida. No podemos dejar de proclamar la verdad que nos enseña la Palabra viva de Dios: Dios, que aborrece el pecado, ama al pecador y desea su salvación.
En la segunda lectura tenemos el ejemplo de San Pablo a orar para que nuestra vocación brinde frutos abundantes. Sea cual sea nuestra vocación, debemos consagrarla a Dios, para que él nos la bendiga y se pueda llevar a cabo su voluntad en nosotros. Sin nuestras súplicas a Dios es imposible que se realice nuestra vocación. La oración nos brinda esa ayuda que necesitamos. El realizar nuestra vocación nos hace felices y glorifica a Dios. Nos hace felices porque seguir nuestra vocación cumple la razón de nuestra creación, y glorifica a Dios porque se realiza su santa voluntad en nosotros. Hacia el final del pasaje nos habla Pablo de la segunda venida del Señor Jesús, exhortando a los fieles a no tener ansiedad alguna al pensar que ese día era inminente. Nos acercamos al final del año litúrgico, y las lecturas de la misa comienzan a tomar un tono escatológico. Es importante recalcar este mensaje el día de hoy donde todavía hay charlatanes que dicen saber el día preciso. Nadie sabe ni el día ni la hora, así que haz a un lado cualquier ansiedad al respecto.
En el evangelio de este domingo Lucas nos presenta el encuentro de Jesús con Zaqueo. Al igual que uno de los protagonistas del domingo pasado, Zaqueo era publicano, es decir, recaudador de impuestos. No sólo un recaudador común y corriente, Zaqueo era jefe de publicanos. Sabemos que los que practicaban este oficio eran odiados por el pueblo, al ser colaboradores con los invasores romanos. Aparte de esto, los romanos les permitían cobrar una porción por encima de lo requerido para cubrir su salario, lo que sin duda daba entrada a abusos. Con todo, Zaqueo había oído sobre Jesús y se dispone a verlo, sin importar incluso subirse a un árbol para lograrlo. Los términos que usa Lucas para ilustrar la acción nos demuestra la urgencia de la conversión de Zaqueo: se adelanta “corriendo”, Jesús lo exhorta “baja pronto,” se baja “pronto.” No faltan los murmuros de la gente al Jesús pasársela en compañía de pecadores. La restitución que Zaqueo ofrece va más allá de lo que requería la ley (ver Lev 5,24), mostrando la gratitud del corazón convertido hacia Dios. La Palabra de Dios este domingo nos quiere demostrar la grandeza del perdón misericordioso de Dios. Nadie está fuera de su alcance, incluso los más grandes pecadores se pueden arrepentir y responder de gran manera al amor de Dios como lo hizo Zaqueo. Nosotros que tenemos la dicha de conocer a Dios debemos aprender a ser prontos a reaccionar a la salvación que hemos recibido. Por eso los cristianos tenemos la alegría, ya que sabemos que tenemos un Dios que ha mandado a su hijo que ha venido a restaurarnos la salud.
En este domingo decide el establecer una rutina definitiva de oración para poder así consagrarnos a Dios y que esta oración nos lleve como Zaqueo a la alegría de convertirnos a Dios. -
La humildad en la Oración-30 Domingo Ordinario Ciclo C
En las lecturas de esta semana nuestro Dios quiere recordarnos la importancia de la humildad en la oración. Pidamos a Dios un corazón humilde para que nuestra esperanza esté centrada en él y no en nuestras cualidades.
La primera lectura de este domingo continua la trama de las lecturas de la semana pasada con el tema de la persistencia ante un juez, pero esta vez Dios es el juez. En contraste con el mal juez del domingo pasado, el Señor es el prototipo buen juez que no se deja llevar por las apariencias o por la posición social de los que están siendo juzgados. Los jueces terrenales pueden caer en la tentación de ser sobornados por los ricos para detrimento de los pobres, pero no es así con nuestro Dios. El no menosprecia al pobre, sino mas bien escucha al humilde. Unido a la enseñanza de la persistencia en la oración, este pasaje nos enseña que la oración debe hacerse en humildad ya que la humildad impulsa nuestras oraciones hacia el cielo.
En la segunda lectura San Pablo ve como inminente el momento de su muerte. Su labor apostólica le permite comparar a su muerte con una libación, que es una ofrenda donde se derramaba alguna bebida en culto a los dioses. Su muerte al servicio del Reino es como un sacrificio ofrecido a Dios por nuestro beneficio. La vida cristiana es como una larga carrera, y llegar al cielo es llegar a la meta. En las olimpiadas se les entregaba a los victoriosos una corona de laureles, que es lo que aquí San Pablo compara con el triunfo de llegar a su meta. También aquí la segunda lectura tiene lenguaje jurídico, con el Señor como justo juez que lo juzgara rectamente.
La segunda parte de este pasaje habla de la soledad experimentada por el apóstol en la parte inicial de algún juicio en que él se encontraba envuelto. Nadie estuvo presente para atestiguar a su favor, sin embargo el Señor que lo envió en esta su misión es el que lo habilita para su ministerio. San Pablo, al igual que Jesús y Esteban, ora por aquellos que se le opusieron. La convicción de Pablo de que Dios lo libraría de todo mal se refiere no a evitar su muerte, sino a la gracia de Dios de resistir toda tentación, así como la gracia de la perseverancia al final de la vida.
Con el pasaje del Evangelio de Lucas de este domingo, Jesús y su Iglesia continúan su enseñanza sobre la oración. Como hemos estado aprendiendo, la oración debe ser persistente y llena de fe y confianza en Dios. A esto hoy le añadimos que la oración debe de ser humilde. Dios rechaza la oración del fariseo porque esta llena de egoísmo (¡“te doy gracias porque no soy como los demás”!) y está centrada en sí mismo. El que se cree bueno, como el fariseo, no tiene necesidad de Dios. Por el contrario, la oración del pecador publicano es una donde se reconoce como pecador. Mas el que es humilde y reconoce su pecado puede darle entrada a Dios, y Dios por su parte es incapaz de negar la petición hecha por un corazón humilde. Por eso debemos examinar nuestro corazón para no caer en la tentación del fariseo y creernos buenos. No podemos creernos mejores porque somos misioneros o maestros o evangelizadores y otros no. Nuestro sentimiento al participar en estos apostolados debe ser uno de profundo agradecimiento y humildad al reconocer que Dios nos acoge, aun sin ser dignos. El mensaje del evangelio es constante: debemos ser humildes, porque Dios eleva al humilde y rebaja al orgulloso. En esta semana pidámosle a Dios nos de una propia valoración de nuestra persona y que no nos permita volvernos de corazón duro como el fariseo.
Customer Reviews
La Palabra Contemplada
Buena preparación antes de ir a misa cada domingo.
Excelente
Muy buenas reflexiones para crecer en tu fe!
Del Productor
Una gracia el poder compartir con ustedes una breve reflexion de las lecturas de cada domingo. Espero sean una fuente de gracia y crecimiento para ti que buscar encontrarte con Jesús en la Eucaristía.
JC Moreno