56 min

El lied: Poesía + música La Traviata

    • Arts

Algunos compositores importantes de lieder fueron Franz Schubert, Robert Schumann, Richard Wagner o Gustav Mahler. Schubert (1797-1828) compuso bellos lieder de forma sencilla y popular a comienzos del Romanticismo. Son famosos sus ciclos «La bella molinera» y «Viaje de invierno». En esos ciclos, Schubert agrupó los poemas en una trama común imaginaria. En ambos casos se describe el sufrimiento y la muerte de individuos expulsados de la sociedad por un conflicto entre el amor y el orden social. Schubert describe en sus ciclos los sentimientos del protagonista al haber experimentado el destierro, el rechazo amoroso, la soledad, la locura y la muerte, pero no narra la historia en sí.

Grandes compositores románticos, comenzando por los excelsos Schubert y Schumann, supieron extraer la música dormida en poemas de Heine, Goethe y otros poetas, preeminentes o no, elevando el género del Lied a su máximo esplendor. Estos autores de canciones –que las consideraron como unidades independientes, agrupadas en colecciones o integradas en ciclos– recogieron el testigo de los clásicos y, a su vez, dejaron el terreno abonado para que otros músicos, de habla alemana y de otras lenguas, siguieran su melódica senda.

 

La llama creativa de la canción culta no se apagó con el Romanticismo; continuó viva en el postromanticismo y en el s. XX, con el dominio de los músicos germánicos, la continuidad de franceses y rusos, y la entrada en escena de compositores de otras naciones, a mayor o menor escala. En el ámbito germánico, donde a veces se impuso el acompañamiento orquestal sin que el Lied perdiese su esencia, surgieron continuadores de una gran tradición y a la vez innovadores del lenguaje musical: Wolf, Mahler, Strauss, Schönberg, Webern, Berg…

 

Los franceses, que desde Berlioz adoptaron el término Mélodie, mantuvieron su tradición compositiva: Debussy, Ravel, Poulenc… Los rusos tampoco perdieron su lugar: Rachmaninov, Stravinski, Prokofiev… Otros países del continente europeo dieron sus propios frutos: Sibelius en Finlandia, Bartok en Hungría, Enescu en Rumania… Los británicos comenzaron a tener compositores relevantes en el género: Elgar, Vaughan-Williams, Britten… Entraron en escena compositores americanos: Villa-Lobos, Gershwin, Barber, Ginastera… Todos ellos merecen atención.

En lo concerniente a España, con su riquísima tradición de música popular, comprobamos cierta continuidad compositiva de canciones, ligada al folklore propio y al de las respectivas culturas coloniales: Albéniz, Falla, Mompou, Toldrà, Montsalvatge... Y pese a sus altibajos, la llama permanece viva.

Algunos compositores importantes de lieder fueron Franz Schubert, Robert Schumann, Richard Wagner o Gustav Mahler. Schubert (1797-1828) compuso bellos lieder de forma sencilla y popular a comienzos del Romanticismo. Son famosos sus ciclos «La bella molinera» y «Viaje de invierno». En esos ciclos, Schubert agrupó los poemas en una trama común imaginaria. En ambos casos se describe el sufrimiento y la muerte de individuos expulsados de la sociedad por un conflicto entre el amor y el orden social. Schubert describe en sus ciclos los sentimientos del protagonista al haber experimentado el destierro, el rechazo amoroso, la soledad, la locura y la muerte, pero no narra la historia en sí.

Grandes compositores románticos, comenzando por los excelsos Schubert y Schumann, supieron extraer la música dormida en poemas de Heine, Goethe y otros poetas, preeminentes o no, elevando el género del Lied a su máximo esplendor. Estos autores de canciones –que las consideraron como unidades independientes, agrupadas en colecciones o integradas en ciclos– recogieron el testigo de los clásicos y, a su vez, dejaron el terreno abonado para que otros músicos, de habla alemana y de otras lenguas, siguieran su melódica senda.

 

La llama creativa de la canción culta no se apagó con el Romanticismo; continuó viva en el postromanticismo y en el s. XX, con el dominio de los músicos germánicos, la continuidad de franceses y rusos, y la entrada en escena de compositores de otras naciones, a mayor o menor escala. En el ámbito germánico, donde a veces se impuso el acompañamiento orquestal sin que el Lied perdiese su esencia, surgieron continuadores de una gran tradición y a la vez innovadores del lenguaje musical: Wolf, Mahler, Strauss, Schönberg, Webern, Berg…

 

Los franceses, que desde Berlioz adoptaron el término Mélodie, mantuvieron su tradición compositiva: Debussy, Ravel, Poulenc… Los rusos tampoco perdieron su lugar: Rachmaninov, Stravinski, Prokofiev… Otros países del continente europeo dieron sus propios frutos: Sibelius en Finlandia, Bartok en Hungría, Enescu en Rumania… Los británicos comenzaron a tener compositores relevantes en el género: Elgar, Vaughan-Williams, Britten… Entraron en escena compositores americanos: Villa-Lobos, Gershwin, Barber, Ginastera… Todos ellos merecen atención.

En lo concerniente a España, con su riquísima tradición de música popular, comprobamos cierta continuidad compositiva de canciones, ligada al folklore propio y al de las respectivas culturas coloniales: Albéniz, Falla, Mompou, Toldrà, Montsalvatge... Y pese a sus altibajos, la llama permanece viva.

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