12 min

T1-Episodio 10: Creencias Limitantes Podcast de Psicología Consciente

    • Spirituality

Nuestra historia familiar genera unos estilos afectivos, una forma de vivir, de creer en el mundo y de evidenciar y extraer muchas conclusiones, impactos, emociones, ideas que vienen de alguna manera dadas por los comportamientos de los padres y de la familia extensa, al igual que de la sociedad. Es importante revisar esta historia que llevamos dentro, ya que debido a ellas muchas veces podemos tener el sentimiento de no ser suficientemente buenos o válidos, o ser complacientes, o vivir alguna situación de abandono, negligencia, ambivalencia, situaciones contradictorias o de miedo. Estas historias se vuelven obstáculos que si no los revisamos pueden afectar a nuestro crecimiento interior y personal. Eso que se va repitiendo y que todavía hoy nos resuena o se nos activa nos explica que es importante liberarnos, hacer un trabajo de revisión, de comprensión, de ver los patrones para poder hacer los duelos y sanar.

Las creencias tienen que ver con las opiniones y juicios que nos hacen ver el mundo de una manera determinada y que incluso muchas veces lo vamos a percibir como algo natural y no lo vamos a cuestionar. No todo lo que hemos vivido sigue en el proceso de ayudarnos a crecer, sino que muchas veces está afectando nuestro avance, a eso lo llamamos: creencias limitantes. Se denomina así a las creencias que te generan una sensación de incapacidad, de miedo. Esto impide sentirse abundante y vivir un camino más amoroso.

Otro aspecto del que pecamos en las sociedades occidentales es de un exceso de conformismo o pasividad, una actitud de no cuestionarse y vivir con el mínimo esfuerzo. Así nos llevamos a un lugar donde los acontecimientos nos arrasan o no tenemos control sobre ellos. De esta manera no asumimos riesgos ni responsabilidades, pero al mismo tiempo dejamos de aprender, no evolucionamos y muchas veces nos quedamos, gracias a la zona de confort, en una situación aparentemente saludable. No nos damos la posibilidad de ver las repercusiones de las situaciones donde podríamos sacar nuestra fuerza, nuestro potencial, nuestro espacio de amor y libertad. Es como si debajo hubiera la creencia errónea de que las cosas cambian solas, sin que hagamos nada, y persiste la creencia de: “para qué cambiar si igual no hay nada que conseguir». Cuando hay estas creencias hay que observar si hay algún tipo de indefensión aprendida y también comprender si hay mensajes familiares que pueden estar obstruyendo el camino, así se busca ver de dónde viene esa necesidad de comodidad. Cuando no creemos en nosotros mismos o no podemos conectar con quienes somos nos colocamos en un lugar de pasividad. Al encontrarnos en este punto nos olvidamos la importancia de nuestra existencia y la capacidad que tenemos de incidir sobre la realidad y nuestro entorno. Cuando estamos en esa pasividad generamos hábitos que no nos van a permitir muchas veces tener la fuerza para salir airosos o para manejar nuestra vida. Podemos culpar al mundo, podemos justificarnos, podemos ser incoherentes entre lo que pensamos, sentimos y actuamos. La realidad es que los hábitos facilitan la disciplina, generan una sensación de bienestar y de dirección para salir del caos. Esto no significa rigidez sino orden. La disciplina sin esfuerzo, pero sí con intención, es una manera de darnos fortaleza y darnos una sensación de autoresponsabilidad y de dirección para poder gestionar nuestra vida y expandirnos.

Otro aspecto muy importante es el compromiso con los valores, estos dan guía y dirección, nos permiten vivir en coherencia y en momentos determinados, cuando vienen tormentas poder sentir que tenemos el timón de nuestro barco. Al mismo tiempo nos permite filtrar y seleccionar personas que comulguen con dichos valores para que no nos saquen de nuestro centro. Podemos entrenar nuestra mente para saber observar nuestra manera de pensar y así aprender a depurar estos pensamientos, ya que son los que reflejan nuestra forma de vida. Si somos...

Nuestra historia familiar genera unos estilos afectivos, una forma de vivir, de creer en el mundo y de evidenciar y extraer muchas conclusiones, impactos, emociones, ideas que vienen de alguna manera dadas por los comportamientos de los padres y de la familia extensa, al igual que de la sociedad. Es importante revisar esta historia que llevamos dentro, ya que debido a ellas muchas veces podemos tener el sentimiento de no ser suficientemente buenos o válidos, o ser complacientes, o vivir alguna situación de abandono, negligencia, ambivalencia, situaciones contradictorias o de miedo. Estas historias se vuelven obstáculos que si no los revisamos pueden afectar a nuestro crecimiento interior y personal. Eso que se va repitiendo y que todavía hoy nos resuena o se nos activa nos explica que es importante liberarnos, hacer un trabajo de revisión, de comprensión, de ver los patrones para poder hacer los duelos y sanar.

Las creencias tienen que ver con las opiniones y juicios que nos hacen ver el mundo de una manera determinada y que incluso muchas veces lo vamos a percibir como algo natural y no lo vamos a cuestionar. No todo lo que hemos vivido sigue en el proceso de ayudarnos a crecer, sino que muchas veces está afectando nuestro avance, a eso lo llamamos: creencias limitantes. Se denomina así a las creencias que te generan una sensación de incapacidad, de miedo. Esto impide sentirse abundante y vivir un camino más amoroso.

Otro aspecto del que pecamos en las sociedades occidentales es de un exceso de conformismo o pasividad, una actitud de no cuestionarse y vivir con el mínimo esfuerzo. Así nos llevamos a un lugar donde los acontecimientos nos arrasan o no tenemos control sobre ellos. De esta manera no asumimos riesgos ni responsabilidades, pero al mismo tiempo dejamos de aprender, no evolucionamos y muchas veces nos quedamos, gracias a la zona de confort, en una situación aparentemente saludable. No nos damos la posibilidad de ver las repercusiones de las situaciones donde podríamos sacar nuestra fuerza, nuestro potencial, nuestro espacio de amor y libertad. Es como si debajo hubiera la creencia errónea de que las cosas cambian solas, sin que hagamos nada, y persiste la creencia de: “para qué cambiar si igual no hay nada que conseguir». Cuando hay estas creencias hay que observar si hay algún tipo de indefensión aprendida y también comprender si hay mensajes familiares que pueden estar obstruyendo el camino, así se busca ver de dónde viene esa necesidad de comodidad. Cuando no creemos en nosotros mismos o no podemos conectar con quienes somos nos colocamos en un lugar de pasividad. Al encontrarnos en este punto nos olvidamos la importancia de nuestra existencia y la capacidad que tenemos de incidir sobre la realidad y nuestro entorno. Cuando estamos en esa pasividad generamos hábitos que no nos van a permitir muchas veces tener la fuerza para salir airosos o para manejar nuestra vida. Podemos culpar al mundo, podemos justificarnos, podemos ser incoherentes entre lo que pensamos, sentimos y actuamos. La realidad es que los hábitos facilitan la disciplina, generan una sensación de bienestar y de dirección para salir del caos. Esto no significa rigidez sino orden. La disciplina sin esfuerzo, pero sí con intención, es una manera de darnos fortaleza y darnos una sensación de autoresponsabilidad y de dirección para poder gestionar nuestra vida y expandirnos.

Otro aspecto muy importante es el compromiso con los valores, estos dan guía y dirección, nos permiten vivir en coherencia y en momentos determinados, cuando vienen tormentas poder sentir que tenemos el timón de nuestro barco. Al mismo tiempo nos permite filtrar y seleccionar personas que comulguen con dichos valores para que no nos saquen de nuestro centro. Podemos entrenar nuestra mente para saber observar nuestra manera de pensar y así aprender a depurar estos pensamientos, ya que son los que reflejan nuestra forma de vida. Si somos...

12 min