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Mis Ovejas Escuchan Mi Voz-4o Domingo de Pascua La Palabra Contemplada

    • Christianity

Seguimos celebrando en la alegría de la Pascua.  En esta semana el evangelio nos invita a dejar que Jesús el que guíe nuestras vidas.  Pulsa el enlace arriba para escuchar la reflexión.

“La palabra de Dios se iba propagando por toda la región.” – Hechos 13:49

En la primera lectura vemos a Pablo y sus acompañantes asistiendo a la Sinagoga el sábado, como es tradición de los judíos. Hay que recordar que la primera generación de cristianos eran todos provenientes del judaísmo. Jesús, la virgen María, y todos los apóstoles eran judíos. Por eso nosotros tenemos gran respeto para nuestros hermanos los judíos, como nos recuerda el documento del Concilio Vaticano Nostra Aetate “los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y “le servirán como un solo hombre” (Soph 3,9).”Al ser rechazados por los judíos, Pablo concentra ahora sus esfuerzos en la predicación del Evangelio hacia los gentiles, cumpliendo así la voluntad salvífica universal de nuestro Señor Dios. Muchos judíos y muchos gentiles se convirtieron al escuchar la predicación de Pablo. Y nosotros, ¿cómo predicamos el evangelio el día de hoy? Hoy también hay muchos que necesitan oír la palabra salvadora de Jesús. Por eso debemos pedirle a Dios que nos llene de su gracia, nos llene de su Espíritu, para así también tener el ardor en el corazón para compartir el Evangelio.

“Están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo.”

En la segunda lectura de este domingo, el apóstol Juan nos relata sobre esta multitud que son los redimidos, y son una multitud incontable, proveniente de muchos lados, con muchos orígenes. Las palmas que llevan son las palmas de la victoria que se les da a los ganadores de una carrera. Es un pensamiento consolador que aquí la Sagrada Escritura describe al numero de los redimidos como una multitud. Los redimidos han blanqueado sus vestiduras con la sangre del cordero, es decir, la sangre derramada en la muerte de Jesús en la cruz es la que nos trae la salvación. Los redimidos están ahora ante Dios, y ya no sufren de las vicisitudes que nosotros sufrimos acá de este lado del cielo. En el cielo Dios los guía a los manantiales de agua de vida. Esto nos habla de esta sed que sentimos en nuestras vidas, y que ha veces la buscamos saciar con las cosas del mundo, no se puede saciar con nada sino con Dios nuestra fuente. Gran consuelo tenemos también al leer que Dios enjugará nuestras lagrimas en el cielo. Todo lo que sufrimos aquí en la tierra, por más grande que haya sido, pasará a ser poco más de una memoria distante. Llenos de esperanza ante estas palabras, roguemos para que Dios nos haga dignos de alcanzar la victoria final.

Mis ovejas escuchan mi voz;  yo las conozco y ellas me siguen

En el Evangelio de Juan continúa este mensaje del cuidado amoroso que tiene Dios con nosotros. Jesús es nuestro pastor, y nosotros sus ovejas. Jesús como buen pastor nos muestra el camino a seguir, y queda de nosotros tener la humildad y mansedumbre de escuchar su voz para seguirle, y alcanzar así nuestro destino. Aquí en este pasaje tenemos la promesa de Jesús: los que lo escuchemos y nos mantengamos fieles a su gracia que Él nos da tendremos la vida eterna. Ya pocas personas piensan en la vida eterna en nuestra sociedad. Se nota con certeza por la manera en que vivimos: vivimos muchas veces como si este mundo lo fuera todo. Engañamos, mentimos y hacemos trampa con tal de triunfar en este mundo. Nosotros los cristianos sabemos que vivimos en el mundo, pero no somos de este mundo. Nuestro hogar está en el cielo con nuestro Padre. En está Pascua oremos para que podamos poner nuestra vista en nuestra meta final y así podamos formar parte de e

Seguimos celebrando en la alegría de la Pascua.  En esta semana el evangelio nos invita a dejar que Jesús el que guíe nuestras vidas.  Pulsa el enlace arriba para escuchar la reflexión.

“La palabra de Dios se iba propagando por toda la región.” – Hechos 13:49

En la primera lectura vemos a Pablo y sus acompañantes asistiendo a la Sinagoga el sábado, como es tradición de los judíos. Hay que recordar que la primera generación de cristianos eran todos provenientes del judaísmo. Jesús, la virgen María, y todos los apóstoles eran judíos. Por eso nosotros tenemos gran respeto para nuestros hermanos los judíos, como nos recuerda el documento del Concilio Vaticano Nostra Aetate “los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y “le servirán como un solo hombre” (Soph 3,9).”Al ser rechazados por los judíos, Pablo concentra ahora sus esfuerzos en la predicación del Evangelio hacia los gentiles, cumpliendo así la voluntad salvífica universal de nuestro Señor Dios. Muchos judíos y muchos gentiles se convirtieron al escuchar la predicación de Pablo. Y nosotros, ¿cómo predicamos el evangelio el día de hoy? Hoy también hay muchos que necesitan oír la palabra salvadora de Jesús. Por eso debemos pedirle a Dios que nos llene de su gracia, nos llene de su Espíritu, para así también tener el ardor en el corazón para compartir el Evangelio.

“Están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo.”

En la segunda lectura de este domingo, el apóstol Juan nos relata sobre esta multitud que son los redimidos, y son una multitud incontable, proveniente de muchos lados, con muchos orígenes. Las palmas que llevan son las palmas de la victoria que se les da a los ganadores de una carrera. Es un pensamiento consolador que aquí la Sagrada Escritura describe al numero de los redimidos como una multitud. Los redimidos han blanqueado sus vestiduras con la sangre del cordero, es decir, la sangre derramada en la muerte de Jesús en la cruz es la que nos trae la salvación. Los redimidos están ahora ante Dios, y ya no sufren de las vicisitudes que nosotros sufrimos acá de este lado del cielo. En el cielo Dios los guía a los manantiales de agua de vida. Esto nos habla de esta sed que sentimos en nuestras vidas, y que ha veces la buscamos saciar con las cosas del mundo, no se puede saciar con nada sino con Dios nuestra fuente. Gran consuelo tenemos también al leer que Dios enjugará nuestras lagrimas en el cielo. Todo lo que sufrimos aquí en la tierra, por más grande que haya sido, pasará a ser poco más de una memoria distante. Llenos de esperanza ante estas palabras, roguemos para que Dios nos haga dignos de alcanzar la victoria final.

Mis ovejas escuchan mi voz;  yo las conozco y ellas me siguen

En el Evangelio de Juan continúa este mensaje del cuidado amoroso que tiene Dios con nosotros. Jesús es nuestro pastor, y nosotros sus ovejas. Jesús como buen pastor nos muestra el camino a seguir, y queda de nosotros tener la humildad y mansedumbre de escuchar su voz para seguirle, y alcanzar así nuestro destino. Aquí en este pasaje tenemos la promesa de Jesús: los que lo escuchemos y nos mantengamos fieles a su gracia que Él nos da tendremos la vida eterna. Ya pocas personas piensan en la vida eterna en nuestra sociedad. Se nota con certeza por la manera en que vivimos: vivimos muchas veces como si este mundo lo fuera todo. Engañamos, mentimos y hacemos trampa con tal de triunfar en este mundo. Nosotros los cristianos sabemos que vivimos en el mundo, pero no somos de este mundo. Nuestro hogar está en el cielo con nuestro Padre. En está Pascua oremos para que podamos poner nuestra vista en nuestra meta final y así podamos formar parte de e

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