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Preparen el Camino del Señor-2o. Domingo de Adviento La Palabra Contemplada

    • Christianity

“Porque Dios conducirá a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su misericordia y su justicia.” – Baruc 5:9

La primera lectura es del profeta Baruc, quien era el “secretario” de Jeremías, y paso entonces por muchos de los sufrimientos de los sufrió también Jeremías. Aquí en el quinto capitulo nos describe la alegría que se desbordaría con el regreso de los exiliados a Jerusalén. Se acabó la tristeza, fuera ya las vestimentas de aflicción, los sacos penitenciales, para ahora vestirse con los vestidos de gala! Se revisten de justicia, con su liberación se les ha hecho justicia, y hay paz traída por la justicia. En el v. 5 se le invita a toda Jerusalén a salir a recibir a sus hijos. Salieron exiliados a pie, pero ahora regresan en gloria, montados en un baldaquino (trono móvil, como el que usaba el papa antes). Hasta la tierra misma facilita este proceso: el monte se rebaja, y arboles salen a darles sombra. Este es el mismo gozo que hay en el cielo cuando “regresan” a la amistad con Dios los pecadores. Y esto es posible con la venida de Jesús, evento que nos estamos preparando a celebrar.

“Y lo que pido en mi oración es que su amor crezca cada vez más en conocimiento y toda experiencia” – Filipenses 1:9

En la segunda lectura, San Pablo nos muestra ese cariño y esa preocupación que siempre tuvo para las Iglesias que había fundado. Desde el momento de su conversión, su única preocupación fue eso que nos habla en la segunda lectura: difundir el Evangelio. Esto es un tópico bastante corriente el día de hoy donde el santo padre Benedicto XVI nos llama a entregarnos a esta nueva Evangelización, que no es sino lo mismo que hacia Pablo aquel entonces: proclamar la Buena Nueva, la razón de nuestra esperanza que es Jesús, enviado por el Padre para nuestra salvación. Nos dice san Pablo que reza para que la obra que fue empezada fuera completada, y es que esto es un proceso para la mayoría de nosotros: a diferencia de san Pablo que recibe la gracia de una conversión inmediata, para nosotros es un proceso de poco a poco acercarnos al Señor. Por eso en otras cartas Pablo se refiere a este proceso de conversión como una carrera. La Nueva Evangelización comienza con nosotros, con el mirar interiormente nuestro corazón y discernir en que estado se encuentra nuestra relación con Dios.El Evangelio de este domingo se ocupa por entero de la figura de Juan el Bautista. Desde el momento de su nacimiento, Juan el Bautista fue saludado por su padre Zacarías como profeta: «Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos» (Lc 1, 76).

“Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas” – Lucas 3:4

El Evangelio nos habla de Juan el Bautista, que es el último profeta del Antiguo Testamento, del periodo antes de la llegada de Cristo. Llamado “el mayor de los profetas” por Lucas (Lc 7:28). Es profeta del molde de los profetas antiguos, predicando contra la opresión y contra la injusticia. Como de costumbre, Lucas nos muestra en este pasaje que la manera en que obra Dios es muy diferente a la manera de obrar de los hombres. Lucas nos da una lista de los gobernantes, de las personas de influencia y de poder en ese entonces. Sin embargo, Dios no se manifiesta a ellos, sino que “Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.” Dios no elige a algún rey o persona importante para dirigirle la Buena Nueva, sino a un desconocido profeta que, haciendo a un lado el velo que nos da el mundo, nos apunta hacia Jesús, el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.” Así como el profeta, debemos de mantener las dos cosas juntas: el compromiso con la justicia social, y el anuncio del Evangelio. El Evangelio de Cristo debe llevarnos a luchar por los desamparados, para así hacer nuestra parta para que se establezca el reinado de Dios en la tierra, y así “todos los hombres verán la

“Porque Dios conducirá a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su misericordia y su justicia.” – Baruc 5:9

La primera lectura es del profeta Baruc, quien era el “secretario” de Jeremías, y paso entonces por muchos de los sufrimientos de los sufrió también Jeremías. Aquí en el quinto capitulo nos describe la alegría que se desbordaría con el regreso de los exiliados a Jerusalén. Se acabó la tristeza, fuera ya las vestimentas de aflicción, los sacos penitenciales, para ahora vestirse con los vestidos de gala! Se revisten de justicia, con su liberación se les ha hecho justicia, y hay paz traída por la justicia. En el v. 5 se le invita a toda Jerusalén a salir a recibir a sus hijos. Salieron exiliados a pie, pero ahora regresan en gloria, montados en un baldaquino (trono móvil, como el que usaba el papa antes). Hasta la tierra misma facilita este proceso: el monte se rebaja, y arboles salen a darles sombra. Este es el mismo gozo que hay en el cielo cuando “regresan” a la amistad con Dios los pecadores. Y esto es posible con la venida de Jesús, evento que nos estamos preparando a celebrar.

“Y lo que pido en mi oración es que su amor crezca cada vez más en conocimiento y toda experiencia” – Filipenses 1:9

En la segunda lectura, San Pablo nos muestra ese cariño y esa preocupación que siempre tuvo para las Iglesias que había fundado. Desde el momento de su conversión, su única preocupación fue eso que nos habla en la segunda lectura: difundir el Evangelio. Esto es un tópico bastante corriente el día de hoy donde el santo padre Benedicto XVI nos llama a entregarnos a esta nueva Evangelización, que no es sino lo mismo que hacia Pablo aquel entonces: proclamar la Buena Nueva, la razón de nuestra esperanza que es Jesús, enviado por el Padre para nuestra salvación. Nos dice san Pablo que reza para que la obra que fue empezada fuera completada, y es que esto es un proceso para la mayoría de nosotros: a diferencia de san Pablo que recibe la gracia de una conversión inmediata, para nosotros es un proceso de poco a poco acercarnos al Señor. Por eso en otras cartas Pablo se refiere a este proceso de conversión como una carrera. La Nueva Evangelización comienza con nosotros, con el mirar interiormente nuestro corazón y discernir en que estado se encuentra nuestra relación con Dios.El Evangelio de este domingo se ocupa por entero de la figura de Juan el Bautista. Desde el momento de su nacimiento, Juan el Bautista fue saludado por su padre Zacarías como profeta: «Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos» (Lc 1, 76).

“Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas” – Lucas 3:4

El Evangelio nos habla de Juan el Bautista, que es el último profeta del Antiguo Testamento, del periodo antes de la llegada de Cristo. Llamado “el mayor de los profetas” por Lucas (Lc 7:28). Es profeta del molde de los profetas antiguos, predicando contra la opresión y contra la injusticia. Como de costumbre, Lucas nos muestra en este pasaje que la manera en que obra Dios es muy diferente a la manera de obrar de los hombres. Lucas nos da una lista de los gobernantes, de las personas de influencia y de poder en ese entonces. Sin embargo, Dios no se manifiesta a ellos, sino que “Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.” Dios no elige a algún rey o persona importante para dirigirle la Buena Nueva, sino a un desconocido profeta que, haciendo a un lado el velo que nos da el mundo, nos apunta hacia Jesús, el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.” Así como el profeta, debemos de mantener las dos cosas juntas: el compromiso con la justicia social, y el anuncio del Evangelio. El Evangelio de Cristo debe llevarnos a luchar por los desamparados, para así hacer nuestra parta para que se establezca el reinado de Dios en la tierra, y así “todos los hombres verán la

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