12 min

T1-Episodio 2: Indefension Aprendida Podcast de Psicología Consciente

    • Spirituality

El concepto indefensión aprendida nace a partir de unos experimentos con perros que realizó Martin Seligman en 1967

En su estudio el primer perro podía evitar las descargas eléctricas y el segundo no podía anteceder y evitar la descarga aleatoria. El perro se quedaba indefenso, aunque después la situación cambiase o pudiese dar otra respuesta para evitar la descarga.

Hemos visto que con las personas también actúan como seres impotentes y perciben su vida sin control, aunque pueda cambiar la situación. Se pierde la capacidad de reacción. Si en un largo periodo de tiempo la víctima tiene situaciones abusivas se forma una ruta neuronal dónde la persona ya no busca soluciones a poder huir o escapar de lo que considera inevitable.  Está convencida que las consecuencias pueden ser aún peores si algo intentas hacer. Hemos visto, por ejemplo, elefantes que son domados desde niños que intentan romper las cadenas y no pueden, aunque crezcan ya no intentan escaparse a pesar de que pongan una cuerda que puede romper.

Los psicólogos en Yale vieron que el fracaso escolar tenía mucho factor de experimentar dificultades en manejar y gestionar el mundo emocional. Vieron que algunos estudiantes tenían patrones de conducta, o creencias, generaban sabotaje personal. Se vio el origen y la respuesta desadaptativa ante los estímulos que fueron desadaptativos y la reinterpretación que se generó. Cambiar “no valgo”, por ejemplo, por “puedo darme los ingredientes para mejorar y aprender de mis errores”. Pasar del locus de control externo a locus de control interno. Eres el protagonista de tu vida, quien decide, observa lo desadaptativo y cambia su visión de vida. Ser consciente y ver tu progreso con optimismo te facilita romper las ataduras creadas que simbolizan el elefante. Tus cadenas mentales pueden ser rotas y salir de la prisión psicológica.

Desde niños frases como: “no puedes” … “siempre te equivocas”, etc. Una educación de comparación, competición y tus experiencias, patrones familiares, creencias y experiencias pueden estancar nuestras vidas. Nuestra historia familiar, de pareja, traumas y experiencias de vida nos hace grabar en nuestras redes neuronales la sensación de impotencia y “no escapatoria”. Cuando reiteradamente tenemos situaciones de castigo y no sirve lo que haces, se pierde la esperanza y uno se abandona a su suerte. Dejamos de reaccionar ante el dolor porque no pudimos obtener resultados. Entramos en una pasividad y desamparo y las oportunidades dejan de verse. Si en la niñez o en una relación te has ido sintiendo atrapado/a por abuso, maltrato, manipulación, violencia y se generan muchas situaciones con dicho desgaste, se genera por dicha tensión, estrés o estrés postraumático, así nuestra visión se nubla. Se internaliza que no hay nada que pueda hacerse y nos victimizamos. Se pierde la sensación de control y vivimos en un daño silencioso por sobrecarga de nuestro mundo psicológico. Aparecen síntomas como: tristeza, apatía, dolor, abandono, desesperanza y bloqueo.

Si hemos padecido abusos, negligencia, abandono, maltrato, peleas, broncas ya desde nuestra infancia se pierde la comprensión y el saber afrontar situaciones adversas. Puede llevar a que después las personas tengan relaciones más abusadoras en edades adultas y les cueste manejar los sentimientos encontrados: inadecuación, culpa, vergüenza, autocrítica, baja autoestima, ansiedad, etc. La persona vive con autosaboteo y desesperanza que forma parte del trauma interpersonal complejo que se ha generado en sus relaciones. En este momento a nivel social debido al miedo y a la presión social, pierden su identidad y pierden discernimiento y capacidad de buscar bienestar colectivo por la resignación y desinterés.
¿Cuáles son los síntomas?
-Cognitivos: estados depresivos porque la visión del mundo es negativa. Las creencias son de desesperanza e imposibilidad.

-Emocional: sensación de desesp

El concepto indefensión aprendida nace a partir de unos experimentos con perros que realizó Martin Seligman en 1967

En su estudio el primer perro podía evitar las descargas eléctricas y el segundo no podía anteceder y evitar la descarga aleatoria. El perro se quedaba indefenso, aunque después la situación cambiase o pudiese dar otra respuesta para evitar la descarga.

Hemos visto que con las personas también actúan como seres impotentes y perciben su vida sin control, aunque pueda cambiar la situación. Se pierde la capacidad de reacción. Si en un largo periodo de tiempo la víctima tiene situaciones abusivas se forma una ruta neuronal dónde la persona ya no busca soluciones a poder huir o escapar de lo que considera inevitable.  Está convencida que las consecuencias pueden ser aún peores si algo intentas hacer. Hemos visto, por ejemplo, elefantes que son domados desde niños que intentan romper las cadenas y no pueden, aunque crezcan ya no intentan escaparse a pesar de que pongan una cuerda que puede romper.

Los psicólogos en Yale vieron que el fracaso escolar tenía mucho factor de experimentar dificultades en manejar y gestionar el mundo emocional. Vieron que algunos estudiantes tenían patrones de conducta, o creencias, generaban sabotaje personal. Se vio el origen y la respuesta desadaptativa ante los estímulos que fueron desadaptativos y la reinterpretación que se generó. Cambiar “no valgo”, por ejemplo, por “puedo darme los ingredientes para mejorar y aprender de mis errores”. Pasar del locus de control externo a locus de control interno. Eres el protagonista de tu vida, quien decide, observa lo desadaptativo y cambia su visión de vida. Ser consciente y ver tu progreso con optimismo te facilita romper las ataduras creadas que simbolizan el elefante. Tus cadenas mentales pueden ser rotas y salir de la prisión psicológica.

Desde niños frases como: “no puedes” … “siempre te equivocas”, etc. Una educación de comparación, competición y tus experiencias, patrones familiares, creencias y experiencias pueden estancar nuestras vidas. Nuestra historia familiar, de pareja, traumas y experiencias de vida nos hace grabar en nuestras redes neuronales la sensación de impotencia y “no escapatoria”. Cuando reiteradamente tenemos situaciones de castigo y no sirve lo que haces, se pierde la esperanza y uno se abandona a su suerte. Dejamos de reaccionar ante el dolor porque no pudimos obtener resultados. Entramos en una pasividad y desamparo y las oportunidades dejan de verse. Si en la niñez o en una relación te has ido sintiendo atrapado/a por abuso, maltrato, manipulación, violencia y se generan muchas situaciones con dicho desgaste, se genera por dicha tensión, estrés o estrés postraumático, así nuestra visión se nubla. Se internaliza que no hay nada que pueda hacerse y nos victimizamos. Se pierde la sensación de control y vivimos en un daño silencioso por sobrecarga de nuestro mundo psicológico. Aparecen síntomas como: tristeza, apatía, dolor, abandono, desesperanza y bloqueo.

Si hemos padecido abusos, negligencia, abandono, maltrato, peleas, broncas ya desde nuestra infancia se pierde la comprensión y el saber afrontar situaciones adversas. Puede llevar a que después las personas tengan relaciones más abusadoras en edades adultas y les cueste manejar los sentimientos encontrados: inadecuación, culpa, vergüenza, autocrítica, baja autoestima, ansiedad, etc. La persona vive con autosaboteo y desesperanza que forma parte del trauma interpersonal complejo que se ha generado en sus relaciones. En este momento a nivel social debido al miedo y a la presión social, pierden su identidad y pierden discernimiento y capacidad de buscar bienestar colectivo por la resignación y desinterés.
¿Cuáles son los síntomas?
-Cognitivos: estados depresivos porque la visión del mundo es negativa. Las creencias son de desesperanza e imposibilidad.

-Emocional: sensación de desesp

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