Val del Omar. Ondas de Fluencia Suculenta Media

La educación y la manera en que esta se articula en un sistema en el que entran en juego actores con intereses muy distintos fue una de las preocupaciones más intensas de José Val del Omar. En su poema “Todos los niños”, recogido en el libro “Tientos de erótica celeste”, nos da algunas de las claves de su visión sobre todos estos asuntos.

“Todos los niños nacen genios
la instrucción pública los enjaula
la educación los plancha
la información monodireccional los inhibe
la publicidad los cretiniza
la tecnología los deshumaniza y prostituye”

El sonido y la música son elementos fundamentales en películas de José Val del Omar como “Aguaspejo granadino” o “Fuego en Castilla”. En obras como la instalación “Auto Sacramental Invisible” también juegan un papel que determina el resultado final y se perfilan como materiales de trabajo primordiales. Aún así, Val del Omar es reconocido sobre todo por su cine y, hasta hace poco tiempo, el estudio de su trabajo musical y sonoro estaba pendiente de revisión.

Solemos poner el acento en sus inventos o sus pelis y esta faceta ligada a la música y el arte sonoro queda en segundo plano. Pasamos por alto que Val del Omar también fue músico. A su manera, pero músico. Y no uno del montón, precisamente.

En septiembre de 1928, la revista cinematográfica “La Pantalla” publicó una entrevista en la que José Val del Omar empezaba a apuntar algunos de los inventos que, con el tiempo, utilizaría en sus películas. Solo tenía 24 años, pero en su cabeza ya rondaban los fundamentos de técnicas como el zoom, una de las primeras soluciones que esbozó para plasmar sus ideas artísticas y sus teorías audiovisuales de la mejor manera posible

La década de los 60 había empezado bien para Val del Omar. Además del reconocimiento obtenido en el Festival de Cannes de 1961 por “Fuego en Castilla”, el cinemista granadino consiguió estabilidad laboral y económica.

A lo largo de este decenio no dejará de investigar, de idear nuevos inventos y de trabajar en su laboratorio.

Ya sabemos que José Val del Omar hizo de todo en su vida. Fue inventor y poeta, desarrolló técnicas novedosas en el ámbito audiovisual, experimentó con formatos escénicos tradicionales e investigó de forma pionera en el campo del arte sonoro. Pero Val del Omar es conocido sobre todo por sus películas. Su fascinación por el cine, un medio al que vio nacer y con el que creció, pasó muy pronto de la teoría a la práctica. 

Su visión como alquimista del cinema, como cinemista, tenía poco que ver con las convenciones de un arte que a principios de los años 30 del siglo pasado ya era masivo y había articulado una potente industria. Las películas de Val del Omar iban a expresarse en otros términos, reflejaban otro tipo de aspiraciones, ajenas al mercado. El cine valdelomariano se iba a mover, necesariamente, en los márgenes.

La reveladora experiencia en las Misiones Pedagógicas de la Segunda República no duró mucho. El estallido de la Guerra Civil provocó un abrupto giro de los acontecimientos para Val del Omar. Fue apresado por el bando franquista y trasladado junto a su familia a Valencia.

Aquí comienza uno de los episodios más oscuros de su biografía. No sabemos en qué términos, ni cómo ni por qué, no está claro qué pasó, pero Val del Omar, que había formado parte del proyecto republicano, pasó a trabajar como técnico radiofónico para el bando nacional. ¿Cómo podemos explicarlo?