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Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

Un Mensaje a la Conciencia ahp@conciencia.net (Hermano Pablo y Carlos Rey)

    • Religion & Spirituality

Populares programas de 4 minutos que comienzan con una anécdota o historia y terminan con una aplicación moral y espiritual. Se han transmitido de lunes a sábado durante más de 40 años. Actualmente se difunden más de 4 mil veces al día en 30 países en la radio, la televisión y la prensa, y ahora via Internet en Conciencia.net.

    «Sólo quedaban tres»

    «Sólo quedaban tres»

    (Víspera del Natalicio de Juan Bueno)

    «Era una noche de lluvia constante.... Corrían los primeros días de agosto de 1962.... El pastor Juan Bueno, que ya llevaba unos siete meses en El Salvador... detuvo su auto frente al semáforo en rojo cerca de una estación de gasolina.... Miró su reloj. Eran las 11 de la noche con 34 minutos....

    »En una esquina... divisó a un niño de unos cinco o seis años, tratando de protegerse de la lluvia bajo un trozo de techo. Su delgada figurita se encogía al lado de una pila de periódicos, tapados con un pedazo de plástico asegurado al piso con pequeñas piedras de regular tamaño. Así evitaba que la lluvia y el viento estropearan los diarios. Cuando el semáforo cambió de color, el pastor Juan Bueno detuvo su automóvil frente al niño. Bajó la ventanilla a pesar de la lluvia.

      »—¿Qué haces a esta hora aquí? ¿Por qué no estás en tu casa? —preguntó casi a gritos... observando al niño que, aunque trataba de cubrirse bajo el techito, se notaba que el frío le calaba los huesos. Apenas se cubría con una raída camiseta. Parecía que lo único que le importaba [era] que no se mojaran los periódicos o que el viento se los llevara.

    »—No me puedo ir hasta que venda el último. Ya sólo me quedan tres.

    »—Pronto va a salir el periódico de mañana. ¿Qué vas a hacer si no los vendes?

    »—Mi mamá se va a enojar conmigo —[respondió, poniendo] cara de aflicción el menor.

    »—Dame los tres periódicos.

    »—Pero todos son de hoy.

    »—No importa.

    »El niño, [con] cara de incrédulo, entregó los tres últimos ejemplares y recibió el dinero, y luego dibujó en su rostro una enorme sonrisa. Cuando el pastor Bueno se retiraba... se le estrujó el corazón [al ver] por el [espejo] retrovisor al niño que daba saltos de alegría. ¡Ya no le importaba mojarse!»

    Así cuentan los escritores Marvin Galeas y Carlos Clará la historia detrás del título de su libro Sólo quedaban tres, que es a su vez la historia del comienzo de los Liceos Cristianos en la República de El Salvador. Es que, según explican los autores salvadoreños, «en el fondo de su ser Juan Bueno sabía que había hecho feliz a un niño por un día, pero que a la mañana siguiente todo sería igual o peor, y no sólo para [ese] niño sino para miles de niños en El Salvador.... [Así] el círculo de la pobreza nunca se rompería....

    »[En cambio,] si niños como [aquel] pudieran recibir una educación cristiana desde los primeros años hasta ver coronados sus estudios, sus vidas no sólo cambiarían por una noche; podrían cambiar de manera sustancial y duradera, y a su vez ayudar a otros niños.... “¿Qué [tal] si fundamos un colegio cristiano para darles oportunidad a niños como el vendedor de periódicos de recibir una educación de calidad y cristiana?” [se] preguntó.»1

    Gracias a Dios y a los esfuerzos de Juan Bueno y su esposa Loida, más de sesenta años después habría como resultado 38 colegios en 9 de los 14 departamentos de la República, y más de medio millón de niños ya habrían pasado por las aulas de los Liceos Cristianos que fundaron... y la cifra sigue en aumento. Es que no se dirá: «¡Misión cumplida!» sino hasta que haya colegios en los cinco departamentos restantes.2

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Marvin Galeas y Carlos Clará, Sólo quedaban tres: El encuentro entre el Pastor Bueno y el niño vendedor de periódicos (San Salvador: Editorial Cinco, 2021), pp. 37-39.


    2
    Ibíd., pp. 47-48; Óscar Orellana, «Reverendo Juan Bueno: 60 años trabajando por la educación de El Salvador», elsalvador.com, 21 junio 2023 En línea 20 noviembre 2023.

    • 4 min
    «Un país del que poco o nada sabían»

    «Un país del que poco o nada sabían»

    (Antevíspera del Natalicio de Juan Bueno)

    «Juan y [Loida] acomodaron... sus pertenencias en su [auto] Ford Falcon de color rojo y, armados de un mapa, se marcharon [de California en los Estados Unidos] a El Salvador —relatan los escritores salvadoreños Marvin Galeas y Carlos Clará en su libro sobre Juan Bueno titulado Sólo quedaban tres—.... Una vez pasada la frontera [de México], para [Loida] todo era distinto. [Ella] nunca había estado en América Latina.... [Durmieron] donde les sorprendía la noche, en pequeños hoteles y hospedajes... y algunas veces les tocó mal dormir en el auto....

    »Por fin... poco más de dos semanas, llegaron a la frontera de Guatemala.... Un día de lluvia torrencial, ya avanzada la noche, la pareja... llegó a un viejo puente.... Justamente cuando Juan Bueno [se disponía a cruzarlo]... un hombre... [se acercó] con una linterna de mano con la cual les hizo una señal de alto.

    —Señor —le dijo el extraño—, le ruego que no se aventure por el puente. El río está creciendo muy rápido, y la repunta lo puede agarrar a medio puente y arrastrarlo muy lejos.

    Juan apagó el motor... [se asomó] a echar un vistazo... [y vio que] el río crecía a gran velocidad.... A su paso arrastraba ramas de árboles, basura [y] rocas....

    —¿Qué podemos hacer? —[le] preguntó Juan Bueno al desconocido.

    —Le sugiero que tome ese otro camino. Es más largo y escabroso, pero es más seguro.

    —¡Mil gracias! ¡Que Dios le bendiga! —[le] dijo Juan al misterioso desconocido....

    [Aquel] atajo [entre las montañas] era una especie de camino rural fangoso.... Por un par de horas avanzaron penosamente hasta que llegaron a una empinada pendiente. Juan... le dijo a su esposa:

    —Toma el auto. Yo empujaré hasta que alcancemos la cima. Creo que lo podremos lograr....

    El problema era que [Loida] no sabía conducir autos de cambios manuales, por lo que dijo que prefería empujar.... [Así que] Juan se sentó tras el volante, puso primera y pisó el acelerador. Por el espejo alcanzaba a ver... el rostro de su esposa con un gesto de esfuerzo máximo.... En unos minutos... el auto alcanzó la cima. Una sudorosa y satisfecha [Loida] se sentó a su lado y dijo simplemente:

    —Continuemos.

    Al atardecer del 11 de noviembre de 1961, Juan y [Loida] Bueno llegaron, cansados [y] con los huesos molidos, pero felices, a San Salvador.... Apenas habían pasado nueve meses desde que se habían casado, y ya Dios les había puesto [el] desafío [de vivir] en un país del que poco o nada sabían.... [Durante] el período de adaptación... Juan trabó una entrañable amistad... muy [especial] con Pablo Finkenbinder, conocido en todo El Salvador... como el Hermano Pablo.»1

    ¿Quién hubiera pensado que Juan Bueno llegaría a ser no sólo uno de los mejores amigos del Hermano Pablo en toda su vida, sino uno de los miembros más influyentes de la Junta de la Asociación Hermano Pablo en toda su historia así como en mi propia vida? Fue él quien le recomendó al Hermano Pablo que me eligiera a mí como sucesor, y quien de ahí en adelante se dedicó a apoyarme y animarme a fin de que no dejara de seguir esos pasos, señalándole el camino al cielo a todo hispanohablante que se dispusiera a escuchar mis historias, reflexiones y consejos.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Marvin Galeas y Carlos Clará, Sólo quedaban tres: El encuentro entre el Pastor Bueno y el niño vendedor de periódicos (San Salvador: Editorial Cinco, 2021), pp. 107-13.

    • 4 min
    «Paquito»

    «Paquito»

    (Víspera del Día del Niño en México)

    Cubierto de jiras,
    al ábrego hirsutas
    al par que las mechas
    crecidas y rubias,
    el pobre chiquillo
    se postra en la tumba;
    y en voz de sollozos
    revienta y murmura:
    «Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «¡Qué bien que me acuerdo!
    La tarde de lluvia;
    las velas grandotas
    que olían a curas;
    y tú en aquel catre
    tan tiesa, tan muda,
    tan fría, tan seria,
    y así tan rechula.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Buscando comida,
    revuelvo basura.
    Si pido limosna,
    la gente me insulta,
    me agarra la oreja,
    me dice granuja,
    y escapo con miedo
    de que haya denuncia.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Los otros muchachos
    se ríen, se burlan,
    se meten conmigo,
    y a poco me acusan
    de pleito al gendarme
    que viene a la bulla;
    y todo, porque ando
    con tiras y sucias.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Me acuesto en rincones
    solito y a oscuras.
    De noche, ya sabes,
    los ruidos me asustan.
    Los perros divisan
    espantos y aúllan.
    Las ratas me muerden,
    las piedras me punzan...
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.

    «Papá no me quiere.
    Está donde juzga
    y riñe a los hombres
    que tienen la culpa.
    Si voy a buscarlo,
    él bota la pluma,
    se pone furioso,
    me ofrece una tunda.
    Mamá, soy Paquito;
    no haré travesuras.»

    Y un cielo impasible
    despliega su curva.1


    A este conmovedor poema, que ha formado parte del repertorio de declamadores y festejos de las escuelas primarias2 desde que se publicó a comienzos del siglo veinte, el excelso poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón simplemente le puso por título «Paquito». Es uno de los cuarenta poemas de los que se compone la obra titulada Lascas, a la que el profesor Manuel Sol califica como «estéticamente uno de los libros más originales en lengua española».3

    Con sólo escuchar los versos de «Paquito», vemos por qué el Premio Nobel mexicano Octavio Paz dijo de su paisano: «La poesía de Díaz Mirón posee la dulzura y el esplendor del diamante, un diamante al que no faltan, sino le sobran, luces.»4 Si extendemos la metáfora de Octavio Paz, vemos que el poema «Paquito» en particular es además un diamante al que le sobra agudeza, pues es cortante de un modo parecido a la palabra de Dios, que «penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos».5

    ¡Cómo nos parte el alma la trágica figura de Paquito! Su desgraciado padre, tan indiferente e imperturbable como el cielo impasible, es incapaz de sentir el dolor del hijo al que ha abandonado a un destino de miseria no sólo física sino también emocional, ya que ese hijo hasta se siente culpable de la muerte prematura de su querida madre. Pero gracias a Dios, su Hijo Jesucristo comprende a todos los Paquitos del mundo. Habiendo sufrido, como ellos, el abandono de parte de los suyos,6 Cristo les muestra compasión ofreciéndoles ayuda en el momento que más la necesitan. Basta con que se la pidan para que la reciban.7

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Salvador Díaz Mirón, Poesía Completa, Recopilación, introducción, bibliografia y notas de Manuel Sol (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, Letras Mexicanas, 1997), pp. 456-58

    • 4 min
    Invitación para ser «amigos» después de treinta años

    Invitación para ser «amigos» después de treinta años

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Recibí una invitación de mi padre, por Facebook, para ser “amigos”, después de treinta años sin saber nada de él.

    »Cuando yo tenía siete años, él nos abandonó por otra mujer, con la que formó una nueva familia. Yo oí cuando le pidió a mi madre que nos dijera que él estaba muerto y que lo olvidáramos.

    »Nunca lo buscamos, y yo ya lo he perdonado; pero no quiero saber nada de él ni de sus hijos, que quieren entablar relación conmigo. Sé que eso le causaría dolor a mi madre, que nunca más volvió a confiar en nadie. ¿Estoy haciendo bien en ignorarlos?»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Sentimos mucho que tuviera que crecer sin su padre y, peor aún, consciente de que él la había rechazado deliberadamente. Dice usted que eso cambió a su mamá para siempre, de modo que ya ella no pudo volver a confiar en nadie, y sin duda alguna la parte de las emociones de ella que se vio afectada ensombreció la niñez de usted.

    »Es admirable que usted haya podido perdonar a su padre a pesar de todo lo que él hizo. Debido a que ha optado por perdonar, va a poder vivir sin resentimiento y amargura, y evitar que su salud sufra los efectos destructivos que puede causar el negarse a perdonar. Además, el perdonar es especialmente importante porque Jesucristo mismo enseñó que tenemos que estar dispuestos a perdonar a los demás si queremos que Dios nos perdone a nosotros los pecados que cometemos contra Él.1

    »Si bien es cierto que los Diez Mandamientos nos enseñan a honrar a nuestros padres, su padre biológico optó por ceder todos los derechos y las responsabilidades que tenía como padre suyo cuando decidió abandonarla. Él quería que usted lo considerara muerto, así que al considerarlo muerto usted cumplió con los deseos de él de un modo inesperado.

    »Ahora su padre, con mucha más experiencia y madurez, bien pudiera estar arrepentido de lo que hizo. Sin embargo, el haberle enviado una fría invitación por Facebook para que sean “amigos” no indica que él esté sintiendo nada parecido. Los otros hijos de él pudieran haberlo convencido de que enviara esa invitación, o pudieran haberla enviado ellos mismos por conducto de la cuenta de él. ¿No será que ellos sienten un fuerte deseo de conocerla a usted a pesar de cierta incertidumbre de parte de él?

    »Su decisión de ignorar la invitación de su padre no es ni correcta ni incorrecta. Es tan aceptable ignorarla como lo es dar su consentimiento. Pero no la acepte a menos que se sienta a gusto haciéndolo. El haber perdonado no implica que usted deba restaurar la relación, como tampoco el honrar a su padre implica que deba tratar a ese hombre de una manera diferente a un donante biológico de esperma.»

    Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. El consejo completo puede leerse con sólo ingresar en el sitio www.conciencia.net y pulsar la pestaña que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 668.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net



    1
    Mt 6:15

    • 4 min
    «No tenemos respuesta para esto»

    «No tenemos respuesta para esto»

    Se escuchaba el repicar de las campanas de bronce llamando a misa. La iglesia del Sagrado Sacramento, de Westminster, California, se iba llenando de fieles. La misa estaba ya por comenzar. Cerca de allí se oyó el rechinar de las ruedas de un auto que frenó estrepitosamente frente al templo. Era Claudia Quiñones que llegaba con toda su familia: su madre, su hija de catorce años de edad, su hijo de doce, y la pequeña Estefanía, de año y medio. Todos bajaron del auto.

    Claudia, en su apuro, dio marcha atrás para buscar estacionamiento. Al hacerlo, sintió que la rueda trasera del vehículo pasó sobre un bulto. No fue sino hasta que se bajó del auto que se dio cuenta, angustiada y aterrada, de que era su propia hijita, la pequeña Estefanía. La niña murió en el acto. Las setecientas personas que había en la iglesia ni cuenta se dieron de la tragedia.

    El sacerdote James Hartnett, cura párroco de la iglesia, comentó más tarde: «No tenemos respuesta para esto.»

    Ante tragedias de esta naturaleza, todos comprendemos las palabras del sacerdote Hartnett: «No tenemos respuesta para esto.» Fue un golpe tan brutal, una manifestación tan imprevista y tan inhumana de esta vida cruel, que la mente se ofusca y se declara impotente para hallar una respuesta que tenga sentido. El dolor de la tragedia oculta toda explicación razonable.

    ¿Por qué ocurren desgracias como esta? ¿Por qué niños inocentes tienen que morir de una manera tan horrible? ¿Qué pecado o maldad puede haber en una familia —cualquier familia de cualquier lugar— para que sufra tan tremendo golpe?

    ¿Castigo de Dios? No. ¿Ataque del diablo? Tampoco. ¿Manifestación atroz de la ley del Karma? Menos. ¿Destino ciego que no toma en cuenta ni edad, ni género, ni condición ni sentimientos? Si no, entonces ¿qué acarreó esta desgracia?

    Tal vez fuera el resultado de una acumulación casual de circunstancias adversas, o de alguna imperfección en la parte mecánica del auto, o de error e imprevisión humana. No lo sabemos. Pero hay algo que sí sabemos: Cuando tenemos fe en Jesucristo, tenemos quien nos consuele tras una tragedia. Cristo es nuestro Salvador y Pastor. Él lleva nuestras cargas, llora nuestras lágrimas y sana nuestras heridas. Pero su ayuda no termina allí. Él nos da una esperanza viva y verdadera del futuro, cualquiera que sea nuestro presente.

    Esta vida no lo es todo. Hay algo más allá de la muerte. Y en esa eternidad tendremos dos opciones: recibiremos las respuestas que no pudimos comprender en esta vida, o ya no nos importará el oscuro pasado sino sólo el brillante futuro que tenemos por delante.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min
    «Mi novio cree que soy inmadura»

    «Mi novio cree que soy inmadura»

    En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:

    «Tengo problemas para comunicarme con el hombre a quien amo. Cada vez que le digo alguna cosa importante, él reacciona drásticamente.... Me siento mal porque creo que me comunico mal. Pido a Dios que ponga las palabras correctas en mi boca.

    »Mi novio cree que soy inmadura.... Tengo miedo de que esta situación haga que él se aburra de nuestra relación. No sé cómo comunicarme con él sin que tome esa actitud. ¡Por favor, ayúdenme! Sé que nos amamos, y quiero solucionar lo que podría ser una buena relación.»

    Este es el consejo que le dio mi esposa:

    «Estimada amiga:

    »Siempre es bueno pedirle a Dios que le ayude, ya que Él de veras se interesa por usted. Es más, se interesa a tal grado que siempre quiere lo mejor para usted. A eso seguramente se debe que haya puesto en su mente pedirnos consejo acerca de esta situación.

    »No tenemos ninguna manera de saber si usted es o no es inmadura, ni si se comunica mal. Pero sí reconocemos el temor que siente al tratar de evitar que su novio reaccione de un modo tan drástico, y la vergüenza que sufre cuando él la menosprecia al decir que usted es inmadura.

    »No le va a gustar la siguiente verdad, pero su novio está abusando de usted verbalmente y haciendo que crea que se lo merece. Él la está haciendo dudar de sí misma, de sus habilidades y hasta de su propia cordura y percepción de la realidad. Poco a poco él está constantemente aminorando la confianza que usted tiene en sí misma y la habilidad que tiene de pensar racionalmente. La influencia que él ejerce sobre usted es tóxica, y sin embargo usted piensa que lo peor que pudiera ocurrir es que él se aburriera de la relación que tienen....

    »Le instamos a que le ponga fin a este noviazgo mientras puede, pero asegúrese de pedirle a un familiar o a una amistad que la acompañe cuando vaya a decirle al novio que usted quiere romper la relación que tienen. Tal vez él nunca antes la haya maltratado físicamente, pero la manera como la ha tratado hasta ahora nos hace creer que tal violencia pudiera ser el próximo paso que él dé.

    »¡Lo más importante es que no tenga relaciones sexuales con este hombre! ¿Quisiera usted tener un hijo o una hija que creciera en un ambiente en el que tuviera miedo de su padre y vergüenza de sus propias habilidades? La única manera de evitar que eso suceda es distanciarse y mantenerse alejada de este hombre a quien usted dice que ama.

    »Sabemos que este consejo será devastador para usted. El primero a quien debe acudir es a Dios. Pídale que le dé valor y fuerzas para lo que le espera. Y luego pídale que la guíe conforme al plan divino que Él tiene para su vida y que le dé paz.»

    Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo se puede leer si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 796.

    Carlos Rey
    Un Mensaje a la Conciencia
    www.conciencia.net

    • 4 min

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