04/11/2024 – Jesús nos llama a poner el amor a Dios por encima de todo, asumiendo nuestra cruz con valentía y confianza. Ser su discípulo implica abrazar el sacrificio diario y renunciar a nuestras comodidades, no para perder, sino para ganar una vida plena. En el amor de Dios encontramos la fuerza para sobrellevar cada prueba y edificar una vida de fe, con Él en el centro de nuestras decisiones y acciones.
Tres días más tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. También fue invitado Jesús a la boda con sus discípulos. Sucedió que se terminó el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora.» Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.» Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús dijo: «Llenen de agua esos recipientes.» Y los llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo.» Y ellos se lo llevaron. Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y le dijo: «Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final. Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Juan 2,1 -11
Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia.
La Virgen es el canino para profundizar en el misterio de Cristo, para progresar en la fe, la esperanza y la caridad.
Decía ¨Pablo VI «Asociada por un vínculo estrecho e indisoluble a los misterios de la Encarnación y de la Redención… ; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos». (Credo de Pablo VI, n. 15)
Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres porque Él solo, con su muerte, logró la reconciliación perfecta con Dios, pero dice Santo Tomás que «también a otros podemos llamarlos mediadores por cuanto cooperan a la unión de los hombres con Dios».
A María se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias.
«María, que en vísperas de Pentecostés intercedió para que el Espíritu Santo descendiera sobre la Iglesia naciente, interceda también ahora para que ese mismo Espíritu produzca un profundo rejuvenecimiento cristiano. Para recoger los grandes valores de nuestra herencia católica y afrontar valientemente los retos del futuro» (San Juan Pablo II, España).
María es Corredentora
Por su si abrió la puerta al Redentor, fuente de todas las gracias. María dio su consentimiento libre para que viniese el Salvador al mundo: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). Dice Santo Tomás que representaba a toda la naturaleza humana.
Desde el siglo XV se llama a la Virgen CORREDENTORA y la Iglesia la evoca en algunos documentos oficiales. No debe entenderse como una equiparación con Cristo, único Redentor, ya que ella también fue redimida. La suya es una cooperación indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida al servicio del Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero sin corresponderle el título de Sacerdote, exclus
Información
- Programa
- FrecuenciaCada día
- Publicado7 de noviembre de 2024, 14:24 UTC
- ClasificaciónApto