Meditando en la Palabra

David Benjamin Bell
Podcast Meditando en la Palabra

Un versículo de la Biblia junto con una meditación y una aplicación.

  1. MelP_499-Romanos_2_5

    21. AUG.

    MelP_499-Romanos_2_5

    «Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,» (Romanos‬ ‭2:5‬) Normalmente pensaríamos que “atesorar” es una cosa positiva. La conotación habitual de este verbo nos lleva a usarlo en un contexto de riquezas guardadas, pero aquí el apóstol habla de atesorar la ira de Dios. Definitivamente, aquí no es un pensamiento bonito. En nuestra condición natural como pecadores, vamos acumulando ira cada vez que pecamos y en el juicio final, el justo Juez decretará a cada uno conforme a sus acciones. Ahora bien, alguno dirá que hay los que han atesorado muchísima ira y otros, más bien, poca. Así es. Pero, debemos recordar que Adan y Eva, con un solo pecado sufrieron la separación de la presencia de Dios en Edén. O sea, no se trata de la cantidad de ira que uno merezca. El caso es que la paga del pecado –de cualquier pecado– es muerte. Pero gracias a que Cristo fue ""herido … por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él"", proveyó para el perdón de cualquier pecador arrepentido. Y no sólo eso sino que gracias al perdón de Cristo, podemos empezar a “atesorar” otra cosa en el cielo. Cristo nos instruyó que hiciésemos tesoros en el cielo, porque donde tenemos nuestro tesoro, allí esta nuestro corazón (Mateo 6:19). Pongamos la mira hoy en las cosas de arriba y así glorificaremos a nuestro Salvador que nos ha resecado de la ira venidera. (David Bell)

    3 Min.
  2. MelP_672-Salmo_143_8

    19. AUG.

    MelP_672-Salmo_143_8

    «Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma.» (Salmo 143:8) Este salmo de súplica empieza como otras oraciones en los salmos. David pide misericordia y protección de Dios. Pero lo que destaca de esta oración es la petición de dirección que encontramos al final de la oración. David pide que Dios le guíe en base de dos hechos. En primer lugar, David ha confiado en Dios y en segundo lugar, David ha elevado su alma a Dios —es un lenguaje del sacrificio que habla de entrega y dedicación. En base de su fe y su entrega, David pide que Dios le haga saber el camino por donde debe andar. En primer lugar, David pide que Dios le haga reconocer la voluntad de Dios en su vida. Dos versículos más tarde, David añade dos peticiones más: Enséñame a hacer tu voluntad … Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud (10). La progresión del pensamiento es importante: reconocer, enseñar y guiar. Hacemos bien en apropiar esta petición de David. Si hemos puesto nuestra fe en lo que Cristo ha hecho por nosotros en la cruz y nos hemos entregado a Dios para hacer su voluntad, necesitamos que Dios nos haga reconocer y que nos enseñe el camino correcto. Pero lo bonito es que Dios no nos deja con información solamente. Más bien Dios ha puesto su Espíritu en nosotros para guiarnos en hacer su voluntad. Oremos hoy como oraba David para que Dios sea glorificado en nosotros. (David Bell)

    3 Min.
  3. MelP_383-Salmo_131_2

    16. AUG.

    MelP_383-Salmo_131_2

    «En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.» (Salmo 131:2) Este versículo es digno de meditación. El salmista describe su alma como quieta, reposada (lit. “verdaderamente he tranquilizado y acallado mi alma”). Podemos deducir que habla de un contexto que naturalmente le provocaría preocupación y miedo, pero su reacción ha sido buscar a Dios y confiar. Luego lo ilustra con una imagen muy interesante. Nos habla de un niño destetado al lado de su madre (en la traducción simplemente dice “de su madre” pero la idea es que el niño está al lado de su madre). En la primera etapa de la vida un niño recibe su alimento de su madre pero aquí el salmista especifica que esta etapa ya ha pasado y este niño no se acerca a su madre para recibir alimento sino en confianza bajo su abrazo. No es el bebé llorando porque tiene hambre sino un niño esperando pacientemente para que su madre le prepare comida. Es una imagen preciosa de amor puro, consuelo y confianza. El salmista habla de su relación con Dios. Nos es fácil acercarnos a Dios impacientes para recibir de Él. Muchas veces venimos cuando tenemos problemas y esperamos que Dios solucione todo, ya. Pero aquí el salmista describe una actitud más madura. Ve a sí mismo como un hijo tranquilo en comunión con su Dios. Y así nos anima de vivir “desde ahora y para siempre”. Acerquémonos a Dios hoy para gozar de su comunión y confiar en Él. (David Bell)

    3 Min.
  4. MelP_554-Salmo_119_133

    15. AUG.

    MelP_554-Salmo_119_133

    «Ordena mis pasos con tu palabra, Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.» (Salmo 119:133) En el versículo 11 de este salmo, David habla del poder de guardar de la Palabra de Dios en su corazón para ayudarle a evitar caer en el pecado: «En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti». Aquí vuelve al pensamiento de la Palabra y el pecado, hablando de cómo la Palabra puede ayudarnos a romper el dominio del pecado sobre nosotros. Pero lo que me llama la atención es la relación específica que menciona. Pide en primer lugar que Dios le ayude a ordenar sus pasos por medio de la Palabra. Su deseo expresado en esta petición era vivir de acuerdo con lo que Dios había revelado a su pueblo en la Ley y los profetas. Luego la segunda frase edifica sobre la primera. El resultado de ordenar sus pasos así es la victoria sobre el pecado. Si dejamos que la Palabra ordene o controle nuestros pasos, podemos tener victoria sobre el pecado que nos asedia. O si miramos el inverso, si ignoramos los principios de la Palabra y hacemos lo que mejor nos parezca en cada situación en que nos encontramos, corremos el grave peligro de caer bajo el control del pecado, y el pecado se enseñoreará de nosotros. Las opciones son claras: o seremos controlados por la Palabra o seremos dominados por el pecado. Andemos hoy conscientes de la Palabra, meditando en ella para que ella ordene nuestros pasos y así glorificaremos a nuestro Dios en victoria sobre el pecado. (David Bell)

    3 Min.
  5. MelP_387-Salmo_119_36

    14. AUG.

    MelP_387-Salmo_119_36

    «Inclina mi corazón a tus testimonios, Y no a la avaricia.» (Salmo 119:36) Por naturaleza el corazón de cada uno de nosotros se inclina a diferentes cosas. Todos tenemos nuestros intereses y pasatiempos y por supuesto, no todo lo que nos interesa es pecado. Pero noto algo interesante de la petición del salmista. Pide que Dios incline su corazón hacia lo espiritual. En vez de sencillamente seguir los deseos de su corazón, pide que Dios dirija su corazón hacia lo que realmente tiene valor. Después de todo, el valor de algo se determina en base de cuánto lo deseamos. Por eso es tan sabia la petición del salmista. Quiere que Dios incline su corazón hacia lo espiritual para que llegue a desearlo más que lo material. Vuelve al mismo pensamiento más adelante en el mismo salmo: «Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata.» (Salmo 119:72). La verdad es que es difícil vivir así. Estamos rodeados de lo material y es natural que se incline nuestro corazón hacia lo material. Después de todo, necesitamos lo material para vivir en este mundo. Pero hacemos bien en seguir el ejemplo del salmista, pidiendo que Dios nos enseñe a valorar más y más lo espiritual. Jesús demostró hacia dónde estaba inclinado su corazón cuando resistió la tentación con estas palabras: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4). Roguemos hoy a nuestro Dios para que ponga en nosotros este deseo por lo espiritual y que siga creciendo hasta eclipsar nuestro deseo por lo material. (David Bell)

    3 Min.

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Un versículo de la Biblia junto con una meditación y una aplicación.

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