Los tres cerebros: de pensar a actuar y a ser: Las propiedades de la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro de renovarse y crear nuevos circuitos a cualquier edad mediante los estímulos del entorno y nuestras intenciones conscientes) son tan grandes que nos permiten crear un nuevo nivel de mente. En cierto modo, se da el proceso neurobiológico de «fuera lo viejo, bienvenido lo nuevo» que los neurocientíficos denominan poda y generación. Es lo que yo llamo desaprender y aprender, y nos permite superar nuestras limitaciones actuales e ir más allá de nuestros condicionamientos o nuestras circunstancias. Al crear el hábito de una nueva forma de ser, básicamente estamos volviendo a controlar lo que hasta ahora era un proceso inconsciente del ser. En lugar de tener la mente un objetivo (No voy a seguir enfadándome por todo) y el cuerpo otro (Prefiero seguir enfadándome e inundándome con las sustancias químicas a las que estoy acostumbrado), unimos la intención de la mente con las respuestas del cuerpo. Y para lograrlo debemos crear una nueva forma de pensar, actuar y ser. Para que nuestra vida cambie, primero debemos cambiar nuestros pensamientos y sentimientos, después hacer algo (cambiar nuestras acciones o conducta) para tener una nueva experiencia, la cual nos producirá un nuevo sentimiento, y luego memorizar ese sentimiento hasta que se convierta en un estado del ser (cuando mente y cuerpo son uno), pero al menos contamos con algunas ventajas. Aparte de la neuroplasticidad del cerebro, se podría decir que disponemos de más de un cerebro con los que trabajar. En realidad, tenemos tres. La neocorteza es la arquitecta o diseñadora del cerebro. Nos permite aprender, recordar, razonar, analizar, planear, crear, especular sobre posibilidades, inventar y comunicarnos. Como en esta región es donde se almacena la información sensorial como lo que vemos y oímos, la neocorteza nos conecta a la realidad exterior. La neocorteza procesa en general los conocimientos y las experiencias. Primero reúnes conocimientos en forma de hechos o de información semántica (conceptos o ideas filosóficas o teóricas aprendidas intelectualmente), con lo que la neocorteza incorpora nuevas conexiones sinápticas y circuitos. Cuando estás viviendo una experiencia nueva y los sentidos le envían a la neocorteza un torrente de información del mundo exterior, sus redes neurales se organizan para reflejar este acontecimiento. La experiencia enriquece incluso más al cerebro que el nuevo conocimiento adquirido. En cuanto estas redes de neuronas se activan con una determinada estructura en respuesta a la experiencia nueva, el cerebro emocional produce y secreta sustancias químicas en forma de péptidos. Este cóctel químico tiene una particular huella que refleja las emociones que sientes en el momento. Como ya sabes, las emociones son producto de las experiencias; una experiencia nueva crea una emoción nueva (que envía señales a nuevos genes de nuevas formas). Así pues, las emociones le señalan al cuerpo que almacene el episodio químicamente y empiezas a encarnar lo que estás aprendiendo. En el proceso, el cerebro límbico ayuda a formar recuerdos a largo plazo: puedes recordar cualquier experiencia mejor porque te acuerdas de cómo te sentiste emocionalmente cuando ocurrió. Cuando el cuerpo conoce una experiencia igual o más que la mente consciente, cuando puedes repetirla a tu antojo de manera automática, es que has memorizado el acto, la conducta, la actitud o la reacción emocional hasta que se ha convertido en una habilidad o en un hábito Al alcanzar este nivel de destreza has pasado a un estado del ser. Has activado la tercera región del cerebro que desempeña un papel muy importante en cambiar tu vida: el cerebelo, la sede del subconsciente. El cerebelo, la parte más activa del cerebro, está situado en la parte posterior de la cavidad craneana. Considéralo como el microprocesador y el centro de memor
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- FrequencyEvery two weeks
- Published3 November 2024 at 18:30 UTC
- Length1h 5m
- RatingExplicit