Meditaciones diarias Jose Brage

Meditación en la fiesta del Inmaculado Corazón de María. Lucas nos dice varias veces que «María guardaba todas estas cosas en su corazón». ¿Cómo es ese corazón? Es un corazón contemplativo, lleno de sabiduría y amor. Es un corazón enorme, capaz de acogernos a todos como hijos. Es un corazón inmaculado, donde nada torcido tiene cabida.

Meditación en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El Corazón de Jesús es manso y humilde, nos dice Él. Y en eso consiste el Amor, aunque a nosotros nos cueste entenderlo: la señal de Dios es su humildad. Hemos de amar a Dios con nuestro corazón, con ternura y afecto entrañable

Meditación en el jueves de la IX semana del Tiempo Ordinario, predicada a supernumerarias del Opus Dei durante un retiro mensual. El Evangelio nos presenta la escena en que un escriba pregunta a Jesús por el mayor de los mandamientos, y el Señor responde con aquel: «amarás al Señor, tu Dios, con todo... y al prójimo como a tí mismo». Comentamos la Carta Pastoral sobre la amistad del Prelado del Opus Dei, de fecha 1-XI-2019, viendo como la fraternidad, por medio del amor de amistad, pasa a ser verdadera caridad.

Meditación sobre el Evangelio de la misa de hoy, miércoles de la IX semana del Tiempo Ordinario: el diálogo de Jesús con los saduceos acerca de la Resurrección, que constituye el tercer elemento del tríptico sobre la teología del cuerpo de San Juan Pablo II. El valor del celibato como anticipo en esta vida de aquello en que consistirá la vida eterna: la comunión total con Dios, y en Él con todos los hombres.

Meditación del Evangelio del martes de la IX semana del Tiempo Ordinario: el pasaje en que los fariseos preguntan si es lícito pagar el impuesto del César, y el Señor responde con: "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Nuestro corazón es de Dios. Hemos de ser justos para respetar la buena fama de los demás: evitar juicios temerarios, maledicencias y calumnias.

Meditación en el lunes de la IX semana del Tiempo Ordinario. Jesús cuenta la parábola de los viñadores homicidas a los sacerdotes, fariseos y ancianos. Ellos se dan cuenta de que se refería a ellos, y entienden la parábola. Pero no reaccionan con humildad, sino que se llenan de rabia. Nosotros hemos de pedir la humildad para aceptar con agradecimiento las correcciones de quienes nos quieren.