Variables de elección y cuadros de decisión
Este parece un tema muy complejo para tratarlo a la ligera como una habilidad profesional que es interesante poseer. Sin embargo, para todo hay niveles de intensidad. Lo importante no es ser un experto en sistemas de toma de decisiones sino evitar las decenas de sesgos que pueden existir en nuestra cabeza. Los sesgos no siempre son malos. Quiero decir, que la intuición es realidad se trata de un sesgo interno, muy propio de cada uno. Cuando uno tiene mala intuición significa que sus sesgos están muy desviados de la decisión óptima. Pero es más que probable que los sesgos de cada uno, los malos, estén compensados por los sesgos de intuición, los buenos. Aún así no vamos a dejar la toma de decisiones al albur de un pálpito, y conviene tener un sistema de partida para la toma de decisiones que nos permita evitar las peores decisiones. Otra cuestión a tener en cuenta es que una decisión no es mala en sí misma, sino que es mala para un contexto determinado. En ese contexto está la clave. Nuestros sesgos e intuiciones están alineados con determinados contextos, que es de donde nacen, pero para contextos diferentes, no sirven. Por tanto, el primer paso ante una toma de decisiones es tener claras las diferencias del contexto concreto con nuestro historial de conocimiento y decisiones previas. Esto no es nada fácil, y para no perdernos en esta maraña de circunstancias lo que podemos hacer es acotar el contexto en base a las variables más importantes para ese caso. De esta forma no necesitamos analizar ni entender perfectamente el contexto ante el cual estamos tomando una decisión, sino que lo que hacemos es detectar las variables que son más importantes en ese contexto. Las variables de decisión Estas variables son sagradas, no las podemos ignorar, y cualquiera que sea nuestro sistema de toma de decisiones, debemos contemplar esas variables como obligatorias. Para toma de decisiones complejas a mí me gusta plantear una primera y única variable que debe determinar de forma unívoca el rumbo de una decisión. A esa variable le sumo otras dos a cuatro variables más. Ahora construyo una tabla con estas cinco variables en el eje vertical y las posibles opciones en el eje horizontal. Si permutas los ejes a mí no me mires que me distraes. No, en serio, puedes cambiar los ejes si te sientes más cómodo, eso depende de las manías de cada uno. Entre la primera variable de la tabla, y las siguientes trazo una doble línea, porque he dicho que es la variable más importante, la primera y la única que va a condicionar la toma de decisiones de manera drástica. A continuación valoramos cada una de las variables de decisión con un número en relación con las diferentes opciones. Este número es mayor cuanto más peso tiene la variable en la opción correspondiente. Si no te quieres complicar las cosas, mi sugerencia es valorar de 1 al 5, ya que tenemos cinco variables. He mostrado cómo hago yo la tabla de decisiones, pero no cómo escojo la variable primaria y el resto. La selección de estas variables depende de cada caso. Pondré un ejemplo: la elección del colegio para tus hijos. Si tienes hijos lo entenderás perfectamente. Ya sé que no es una decisión laboral, pero es muy fácil de entender. Por un lado están los elementos de descarte, es decir, aquellas características que directamente nos hacen descartar una opción de manera categórica. Estas opciones de decisión en realidad no son opciones, así que las sacamos de la ecuación. Por ejemplo: si el colegio es religioso, privado, concertado o público. Si alguno de estos tipos está completamente descartado, las opciones de centro escolar que coincidan con el descarte las eliminamos de las opciones. A partir de ahí podemos tener diferentes variables de decisión: cercanía, tamaño, uso de uniforme, metodologí