Era una cálida noche de verano, y José decidió ir a jugar en el río con sus amigos. Después de planear su escapada por una semana estaban seguros de que nada podría salir mal y que no serían atrapados por sus padres, quienes no les permitían salir después de las 11 de la noche. Ellos pensaban que era una regla puesta solo para que no se desvelaran y siempre vayan a la escuela con energia, asi que no le dieron importancia. A las 10 de la noche, José salió por la ventana de su cuarto, dejando almohadas cubiertas con cobijas en su cama para que sus padres no notaran su ausencia, y se dirigió hacia el árbol caído cerca de la orilla del río, tal y como acordaron. Al llegar, todos se sentaron en la orilla, comiendo frituras, lanzando rocas, y platicando sobre los chismes de su escuela. Cuando sonaron las 11 campanadas que anunciaban la llegada de la última hora del día, el cielo se apagó, y no quedó ni una sola estrella en el, en su lugar, fueron reemplazadas por una densa neblina grisácea, la cual no dejaba ver a los muchachos. Prendieron sus lámparas, y alcanzaron a ver sus siluetas, así que prosiguieron con su reunión, ignorando los bizarros hechos. Un poco después de que dieran las 11, se escuchó un grito, y al ver que faltaba Bruno, los 3 chicos restantes pensaron que era una broma que este les había jugado. Todos se rieron y, al ver que no volvía, decidieron buscar su escondite para asustarlo a él. De repente, desde el otro lado del río, se escuchó como una mujer lloraba, y gritaba desconsoladamente buscando a sus hijos, seguido por el sonido de Bruno gritando, el cual fue tan fuerte que espanto a todos los cuervos, haciéndolos volar. Jose y Pedro decidieron esconderse para asustar a Bruno cuando volviera, ya que ellos seguían pensando que era una broma. Mientras tanto, Miguel se fue corriendo lo más rápido que pudo a su casa, pero no logro llegar. En el camino, se tropezó con una roca y le empezó a sangrar la rodilla. Se quedó sentado, intentando recuperar el aliento, cuando volvió a escuchar a la mujer gritar, y luego la vio; estaba vestida de blanco, con un velo que le cubría la cara. Vio como se acercaba, e intento alejarse, pero no lo logro. Desde el río, José y Pedro pudieron escuchar el grito de Miguel pidiendo auxilio, rogando por piedad, pero quedaron en que se había topado con Bruno y se había unido a la broma, por lo cual debían seguir esperando para asustarlos. Pasó un buen rato, en el cual hubo un silencio profundo, el cual absorbía cualquier murmullo que sonara. El único sonido que se escuchó, fueron las 12 campanadas, lo cual preocupo a los jóvenes, ya que hacía una hora que Bruno se había perdido, y el normalmente no se comete tanto a una broma, así que decidieron ir a donde se había escuchado la mujer. Al llegar, un olor putrefacto les golpeo la cara, era tan horripilante que Pedro vomito, pero al agacharse, se le cayó su lámpara, la cual iluminó un sendero de sangre. Este los intrigó, asi que decidieron seguirlo. Al final del camino, pudieron ver el cuerpo inmovil de Bruno, y lograron ver la expresión de terror plasmada en su rostro. Cuando vieron esto, se dieron cuenta que no era una broma, que habían perdido a 2 amigos gracias a su ignorancia y a su testarudez. Hicieron lo unico que podian hacer; correr por sus vidas. Corrieron y corrieron por un largo tiempo, pero la neblina hacia que parezca que no se estaban moviendo. Luego, la escucharon. Escucharon los aterrorizantes gritos de la señora que buscaba a sus hijos, y sabían que estaban perdidos, que eran indefensos contra ese ser sin corazón. Se les helo la sangre y vieron a su vida pasar por sus ojos. Vieron como se acercaba, y se voltearon a ver el uno al otro y, llorando, se abrazaron, esperando a que pasara lo inevitable. FIN