147 episodios

Cuentos y música para Bebés a dormir bebés

Historias Y Cuentos Jonh Mayer

    • Para toda la familia

Cuentos y música para Bebés a dormir bebés

    El cocodrilo Alejandro

    El cocodrilo Alejandro

    En el corazón de l'Albufera de Valencia, un cocodrilo de plástico llamado Alejandro guardaba los campos de arroz. Los agricultores lo colocaron allí para mantener alejadas a las aves que dañaban los cultivos. Alejandro, con su apariencia imponente pero inofensiva, se convirtió en el protector silencioso de la cosecha. Aunque era solo una figura de plástico, Alejandro tenía un secreto: cada noche, cuando la luna llenaba el cielo, cobraba vida por unas horas. En esas noches, navegaba las aguas de l'Albufera, asegurándose de que ningún pájaro perturbara la paz de los cultivos. Su trabajo nocturno era desconocido para los humanos, pero los animales de la laguna respetaban su vigilancia. Un día, un grupo de niños descubrió a Alejandro y lo llevó a casa, pensando que era un juguete perdido. Sin embargo, en su ausencia, las aves volvieron a los campos de arroz, y los agricultores comenzaron a notar la diferencia. Desesperados, buscaron al cocodrilo por toda la zona, hasta que un anciano del pueblo recordó haber visto a los niños llevándose algo inusual. Cuando finalmente recuperaron a Alejandro, lo devolvieron a su lugar en l'Albufera. Los agricultores comprendieron que, aunque parecía solo un truco, Alejandro era vital para su trabajo. Desde entonces, protegieron su cocodrilo de plástico con dedicación, asegurándose de que siempre estuviera en su lugar al caer la noche, listo para su ronda mágica. Así, Alejandro continuó su vigilia, uniendo la magia de la noche con la realidad del día, en la eterna defensa de los campos de arroz. José Pardal

    • 1m
    El girasol que duerme los bebés cantando

    El girasol que duerme los bebés cantando

    El girasol que duerme los bebés cantando

    • 1m
    El murciélago pescador y Marieta el pez

    El murciélago pescador y Marieta el pez

    Jacinto el murciélago pescador y Marieta el pez vivían en un hermoso lago rodeado de exuberante vegetación. Jacinto era conocido por ser un hábil cazador nocturno, utilizando su ecolocalización para encontrar su alimento favorito: los peces. Cada noche, se lanzaba al aire con elegancia y precisión, emitiendo sonidos que rebotaban en los objetos y le permitían identificar la ubicación exacta de los peces en el agua. Marieta, por otro lado, era un pez ingenioso y curioso. Siempre buscaba nuevas formas de sobrevivir y, un día, tuvo una brillante idea. Observando a Jacinto en acción, se dio cuenta de que el murciélago dependía completamente de su habilidad para detectar los sonidos y la ecolocalización para atrapar a sus presas. Decidida a proteger a sus amigos peces de los ataques nocturnos de Jacinto, Marieta decidió inventar algo que pudiera nivelar el campo de juego. Con su astucia y determinación, creó un objeto especial al que llamó "Torá flechas". Estas flechas eran pequeños artefactos que emitían sonidos confusos y engañosos cuando eran lanzados al agua. La noche siguiente, cuando Jacinto se preparaba para su festín habitual, Marieta nadó rápidamente hacia él y le mostró sus inventos. Intrigado por la idea, Jacinto decidió probar las "Torá flechas" de Marieta y ver cómo afectarían su ecolocalización. Al sumergirse en el agua, Jacinto lanzó una "Torá flecha" y se sorprendió al escuchar múltiples ecos y sonidos dispersos en todas direcciones. La ecolocalización de Jacinto se volvió confusa y poco confiable, lo que dificultaba la localización precisa de los peces. Marieta había logrado su objetivo. Los peces ahora tenían una ventaja en su lucha por la supervivencia contra Jacinto. Con las "Torá flechas", los peces podían dispersarse rápidamente en diferentes direcciones, dificultando enormemente la tarea de Jacinto de atraparlos.José Pardal A medida que pasaba el tiempo, Jacinto y Marieta aprendieron a coexistir de manera pacífica. Jacinto reconocía el ingenio y la determinación de Marieta para proteger a su comunidad y, a cambio, Marieta valoraba la habilidad y la destreza de Jacinto como cazador. Ambos aprendieron a respetar los límites del otro, asegurando que el equilibrio en el lago se mantuviera. La historia de Jacinto el murciélago pescador y Marieta el pez inventor de las "Torá flechas" se convirtió en una leyenda en el mundo natural. Su amistad y colaboración demostraron que, incluso en circunstancias difíciles, se pueden encontrar soluciones ingeniosas y pacíficas para resolver los conflictos y preservar la armonía en la naturaleza.

    • 3 min
    Cuentos de lagartos monitores

    Cuentos de lagartos monitores

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    • 5 min
    El mono Saraguato

    El mono Saraguato

    Había una vez un mono llamado Luneta, que vivía en la densa selva tropical de México. Luneta era un saraguato, conocido por su pelaje oscuro y su cola prensil, que le permitía moverse ágilmente entre los árboles. Luneta era un líder natural entre su grupo, siempre atento a las necesidades de sus amigos y familia. Un verano, una ola de calor sin precedentes azotó la región. Los ríos y arroyos, que antes fluían con abundante agua fresca, empezaron a secarse. La selva, que solía ser un paraíso de verdor y vida, se transformó en un lugar seco y agobiante. Los monos del grupo de Luneta comenzaron a sufrir; muchos se debilitaban por la falta de agua, y algunos incluso sucumbían al calor extremo. Luneta, decidido a salvar a sus amigos, emprendió un viaje en busca de agua. Antes de partir, se despidió de su familia y les prometió que volvería con una solución. Guiado por su instinto y por las historias que había oído de su abuelo, que le hablaba de un manantial escondido en lo profundo de la selva, Luneta se aventuró más allá de los territorios conocidos. Día tras día, Luneta atravesó zonas áridas y soportó el calor abrasador. Su cuerpo estaba cansado, pero su espíritu seguía fuerte, alimentado por el deseo de salvar a su comunidad. Una tarde, cuando el sol estaba a punto de ponerse, Luneta escuchó un sonido que le devolvió la esperanza: el murmullo de agua. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde un pequeño manantial brotaba de entre las rocas. El agua era cristalina y fresca. Luneta bebió con avidez, recuperando sus fuerzas, y rápidamente llenó un gran caparazón de tortuga que había encontrado en su camino. Sabía que debía volver rápido para salvar a sus amigos. El regreso fue igual de arduo, pero la esperanza de llevar agua a su familia le daba fuerzas. Al llegar a su hogar, fue recibido con gritos de alegría. Los monos, al ver el agua, sintieron renacer la esperanza. Bebieron con ansias, y poco a poco, la vitalidad volvió a sus cuerpos. Gracias al valor y la determinación de Luneta, su comunidad sobrevivió la ola de calor. La historia de Luneta se convirtió en una leyenda entre los saraguatos, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la valentía pueden hacer la diferencia.José Pardal

    • 2 min
    El osito Nolapi

    El osito Nolapi

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    • 3 min

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