El rey Leopoldo II de Bélgica desarrolló una gran actividad diplomática para que en la Conferencia de Berlín (1884-1885) acabaran concediéndole, a título personal, la posesión del Congo, el segundo territorio más extenso de África y uno de los más ricos en recursos naturales. Bajo la máscara de su presunta filantropía, el rey belga se dedicó -a través de sus mercenarios- a implantar un sistema de terror en la población congoleña, a la que explotó, secuestró, torturó y asesinó con la única finalidad de obtener de aquel territorio la mayor cantidad posible de caucho. Cuando la presión internacional obligó al rey a renunciar a su dominio, ya habían muerto en el Congo millones de personas. Entre 1880 y 1920 se calcula que aquel territorio pasó de 20 millones a 10 millones de habitantes, lo que le convierte en uno de los mayores genocidios de los que se tienen constancia.
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- Published25 May 2018 at 13:26 UTC
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