Jesús, un judío amado por los cristianos

Recuerdos de esta existencia Podcast

Jesús, un judio amado por los cristianos

Siempre me llamó la atención que a algunos “cristianos” no les gusten “los judíos”, siendo que Jesús, María, José, los Apóstoles y la mayoría de los primeros discípulos y mártires eran judios o israelitas de alguna de las tribus de Jacob, más conocido como Israel, nombre que pasó a usar después de hacer un grandísimo esfuerzo para reconciliarse con su hermano mellizo Esaú, a quien había maltratado muchísimo en la juventud. 

Tal vez por la generalización e imprecisión en la forma de hablar y escribir: “los” judíos hicieron… en lugar de “algunos” judíos hicieron… Me recuerda a un francés que conocí en Río de Janeiro en 1980 que me dijo “ustedes los argentinos son…” como si todos apoyáramos lo que hacía la junta militar de ese momento. O peor “las mujeres son todas…”

Afortunadamente vine a esta existencia de una madre israelita, no sé si era descendiente de la tribu de Judá de donde viene la palabra “Judío”. Y de un católico poco practicante, pero muy amoroso y alegre. 

El diálogo interreligioso era algo cotidiano en nuestra familia. Festejábamos juntos todas las fiestas de ambas religiones, menos los ayunos, por supuesto. David mi abuelo materno, le explicaba el Antiguo Testamento a Lidia mi abuela paterna, y ella le explicaba el Nuevo Testamento. Se explicaban la evolución del “Ojo por ojo, y diente por diente” hasta el “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo.” la regla que enseñó Moisés en Levítico 19:18, hasta el “El amor hacia los enemigos” que propuso Jesús en el Evangelio de Lucas :

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Esta enseñanza no ayudó a que algunos miembros de mi familia se peleasen hasta dividir las familia y nunca más volver a verse. Pero me salvó la vida cuando mi socios decidieron quedarse con los 18 millones de dólares que unos inversores de Nueva York nos habían dado para un proyecto de Inteligencia Artificial y Realidad Virtual de Humanoides que yo había creado con mi equipo en San Pablo Brasil. Inclusive me dejaron con 100 mil dólares de deudas. Pensé en matarlos. 

Perdí todo lo que había construido durante décadas, familia, amigos y clientes. Pasé días sin comida. Caminaba entre 4 y 6 horas por día buscando trabajo, por no tener dinero para el ómnibus. Dormí en plazas, puertas de iglesias o debajo de puentes. 

Pero una mañana después de meditar las cosas cambiaron, cuando “casualmente” me reencontré con alguien que había amado muchísimo, pero por fuerzas mayores había lastimado. 

Pero ese es un recuerdo para otro momento. 

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