1010 - Salmos. Dios mi roca, castillo, fortaleza, escudo y libertador. Sal 144:1-2
1010 – Sal 144:1-2 – Salmos. Dios mi roca, castillo, fortaleza, escudo y libertador. Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra; misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí. La vida es corta. El salmista nos recuerda que es "semejante a la vanidad" y nuestros días "como la sombra que pasa". La vida es "neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece" (Stg 4:14). Debido a que la vida es corta, debemos vivir para Dios mientras tengamos tiempo. No desperdicie su vida al entregarse a un propósito inferior sin valor eterno. Viva para Dios. Él es el único que puede dar valor, propósito y significado a su vida. En su máxima exaltación terrestre, los creyentes recordarán cuán malos, pecadores y viles son en sí mismos; así, serán librados de darse importancia a sí mismos, y de ser orgullosos y reconocer que sólo Dios puede ser nuestra roca, castillo, fortaleza, escudo, y libertador. 1. Alabanza y reflexión (Sal 144:1-4). “Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra; misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.” (Sal 144:1-2). Los primeros dos versos son parecidos al Sal 18:1-2; el salmista usa toda una serie de metáforas para mostrar la grandeza de Dios y su cuidado sobre el salmista. Bendito sea Jehová, porque Él es:1. Mi Roca en mi impotencia. 2. Misericordia mía en mi destitución. 3. Castillo mío: mi refugio seguro. 4. Fortaleza mía en mis días tenebrosos. 5. Libertador mío cuando mi enemigo se opone. 6. Escudo mío: cuando nos lanzan dardos encendidos el enemigo. 7. Confianza mía: “En quien he confiado”. “Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo de hombre, para que lo estimes? El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.” (Sal 144:3-4). De repente habla de lo débil y pasajero que es el hombre (Sal 8). El contraste sirve para resaltar más la grandeza de Dios y la maravilla de su misericordia para con el ser humano. Asimismo, nuestra pequeñez en comparación con Dios y nuestra vida tan corta deben apagar toda arrogancia y orgullo. “Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos. ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido? Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” (Sal 90:9-12). 2. Petición de socorro (Sal 144:5-11). “Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen. Despide relámpagos y disípalos, envía tus saetas y túrbalos.” (Sal 144:5-6). Como en tantos otros salmos, el salmista está siendo atacado por enemigos, está en crisis. Así, pide socorro; sigue usando figuras; Dios es tan grande, pero pide que “incline” los cielos y “descienda” para intervenir, aun usando elementos de su creación en esta situación. En medio de su petición de socorro, el salmista canta alabanzas a Dios porque sabe que de él es la victoria y la hará efectiva en este caso. “Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños, cuya boca habla vanidad, y cuya diestra es diestra de mentira.” (Sal 144:11). Dos veces dice: cuya boca habla vanidad (Sal 144: 8,11). La obra de Dios se hace por medio de su Palabra y por el mensaje hablado de sus siervos. También, los ataques del enemigo vienen por medio de palabras y pensamientos. “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente