La guerra espiritual entre el Bien y el mal
San John Henry Newman decía que "el mundo espiritual, a pesar de no ser visto, se halla presente; es un mundo presente, no futuro ni distante. No está sobre el cielo ni más allá del sepulcro. Se encuentra aquí y ahora. Y la existencia de este mundo invisible que escapa a nuestros sentidos, constituye un preámbulo necesario para la Fe. Este mundo invisible y espiritual está actuando constantemente sobre nosotros, aunque no seamos conscientes de ello." Pero este mundo espiritual tiene dos vertientes, la de Dios (el Bien) y la del demonio (el mal). La vertiente de Dios es la que buscamos los creyentes y en la que imploramos su ayuda y protección para poder llegar al Cielo, salvando las dificultades y las tentaciones que nos llegan desde el otro lado, el del mal. Este último, liderado por un ángel caído que colaborando con muchos otros busca desde el odio a Dios la perdición del hombre. Convertirse y creer significa justamente optar por esta realidad invisible pero del lado del Bien, del lado de Dios, quien nos guía, cuida y protege para que le sigamos y obedezcamos en un ejercicio pleno de libertad; consiguiendo con ello, la Promesa de la Salvación en el Cielo. Hemos querido grabar este episodio, porque es muy importante conocer cómo actúan sobre el hombre estas influencias y cómo podemos protegernos de las ejercidas por el lado del mal. Una auténtica batalla espiritual que no debe ignorarse, en pugna por salvar al máximo número posible de almas para Dios, arrebatándolas al bando maligno. De nuestro lado, el del Bien, tenemos también al Arcángel San Miguel, gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y uno de los siete arcángeles liderando miríadas de ángeles buenos. San Miguel está entre los tres arcángeles cuyos nombres aparecen en la Biblia; los otros dos son San Gabriel y San Rafael. Finalmente, tenemos a la Virgen María, poderosa intercesora y Madre, que aplasta completamente el poder del diablo junto a San José (terror de los demonios) quienes nos protegen de toda su maldad. A todos ellos nos encomendamos junto a Jesús. Que el Señor nos ayude a discernir en todo momento el Bien del mal, evitando este último, y que sepamos en todo momento cumplir fielmente su Divina Voluntad para llegar al Cielo con el máximo número de almas posible. _____________ Acerca del mal Dios nunca ha obrado ni obrará el mal; siempre quiere y siempre obra el Bien. Santo Tomás de Aquino desarrolla una “metafísica del ser”, en cuyo marco encontramos los principios para una comprensión adecuada de la realidad del mal y, por tanto, también de su permisión para el bien, por parte de un Dios sabio, bueno y omnipotente. Ante un mundo en el cual el pecado es una posibilidad, porque hay creaturas libres, el mal de culpa entró en el mundo y en la historia, y en ella sigue pululando cada vez que la creatura dice no a la moción del Creador, lo cual Dios permite en cada caso (salvo en los excepcionales), respetando el modo natural de ser de las cosas y el mérito de los que sí siguen libremente sus mandatos. No obstante, esta permisión no es un abandono. Permite que el hombre tome malas decisiones y permite incluso la ejecución de los malos actos que de ellas se siguen, pero no permite que el mal tenga la última palabra. Estos males son ocasiones de las que Dios se sirve a través de la Providencia, con la cual hace sobreabundar el bien donde el mal abunda, no como si sacara lo bueno de las entrañas de lo malo, sino en una lucha permanente contra él para sanar el aniquilamiento que éste produce. Y así su gobierno encamina la historia del mundo en general y de cada uno de nosotros en particular, hacia el bien mayor: hacia el triunfo de la Nueva Jerusalén (el Cielo) y hacia nuestra participación en su mismísima Vida (Santidad). Ante todo esto, debemos afrontar urgentemente un cambio de vida comprometido con Dios, para blindarnos frente al mal y para corregir con la ayuda de la D