Señora IGLESIA; siga ADELANTE
SEÑORA IGLESIA; SIGA ADELANTE La iglesia, como el cuerpo de Cristo y columna de la verdad (1 Timoteo 3:15), tiene un llamado continuo y urgente a perseverar en los fundamentos que la distinguen como pueblo santo y consagrado al Señor. Este llamado no es un mero ideal, sino una demanda de fidelidad que emana del carácter de Dios, quien es santo, justo y perfecto (1 Pedro 1:16). En este breve ensayo reflexionaremos sobre la importancia de perseverar en santidad, adoración, doctrina y obediencia, pilares que sostienen la vida y misión de la iglesia. 1. SANTIDAD: EL DISTINTIVO DE LA IGLESIA La santidad no es opcional para la iglesia; es su esencia. Hemos sido llamados a ser santos porque Dios es santo (Levítico 19:2). La iglesia no debe conformarse a los patrones de este mundo (Romanos 12:2), sino vivir como un pueblo apartado para Dios, rechazando el pecado y abrazando la justicia. Esta santidad no se alcanza por nuestras propias fuerzas, sino que es obra de la gracia de Cristo en nosotros, a través del Espíritu Santo (2 Corintios 7:1). Perseverar en santidad es vivir en continua comunión con Dios, confesando nuestros pecados y creciendo en conformidad a Su voluntad. 2. ADORACIÓN: TODA LA GLORA ES DE DIOS La adoración es el centro de la vida de la iglesia, pues ha sido creada para la alabanza de Su gloria (Efesios 1:12). Perseverar en adoración significa no solo congregarse con reverencia para cantar, orar y escuchar la Palabra, sino también vivir una vida que refleje el señorío de Cristo en todo lo que hacemos (1 Corintios 10:31). Una iglesia que persevera en adoración no se distrae con las formas del mundo, sino que busca glorificar al Dios trino con un corazón contrito y un espíritu humilde (Salmo 51:17). 3. DOCTRINA: LA VERDAD NOS HACE LIBRES La iglesia es llamada a ser guardiana de la doctrina bíblica, permaneciendo firme en la enseñanza apostólica (Hechos 2:42). La fidelidad doctrinal es esencial, ya que la sana doctrina no solo guía a la iglesia en la verdad, sino que también protege contra el error y las herejías que amenazan la pureza del evangelio (2 Timoteo 1:13-14). Perseverar en doctrina nos librará del fanatismo, del error, del engaño y la superstición; no fundados en suposiciones o especulaciones sino confiando en la autoridad de la Escritura, que es suficiente, clara y eficaz para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-17). 4. OBEDIENCIA: LA FE EN ACCIÓN La obediencia es la evidencia de una fe genuina. Cristo mismo enseñó que quienes lo aman guardarán sus mandamientos (Juan 14:15). La iglesia es llamada a vivir en obediencia activa, no solo en aspectos externos, sino también en la disposición interna del corazón. Perseverar en obediencia significa caminar en conformidad con la Palabra de Dios, incluso en medio de pruebas y persecuciones, confiando en que sus mandatos son buenos y llevan a la vida (Salmo 119:105). FIRMES Y ADELANTE. El llamado de la iglesia a perseverar en santidad, adoración, doctrina y obediencia es una manifestación de su identidad como pueblo redimido por Cristo y habitado por el Espíritu Santo. Este llamado no es una carga, sino un privilegio, pues nos permite reflejar al mundo la gloria del Dios vivo. Como dijo Juan Calvino: “Nuestras vidas no son nuestras; debemos, pues, vivir y morir para Dios”. Que la iglesia persevere fielmente hasta el día en que su Señor regrese y la encuentre irreprensible, como una novia preparada para las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-8).