La oración cristiana no es simplemente un acto religioso o un ritual vacío; es la expresión viva de nuestra comunión con Dios. A través de la oración, nos acercamos al trono de gracia (Hebreos 4:16) como hijos adoptados por medio de Cristo, dirigidos por el Espíritu Santo. Para que nuestra oración sea bíblica y agradable a Dios, debemos atender tres aspectos fundamentales: el Dios correcto, las ideas correctas y la actitud correcta. 1. Debemos orar al Dios correcto: el único y verdadero Dios La oración cristiana tiene como único destinatario al Dios trino: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19). No basta con tener sinceridad; debemos asegurarnos de que oramos al verdadero Dios revelado en las Escrituras. Orar a ídolos, ideas humanas de la divinidad o conceptos ambiguos sobre Dios es ofensivo para Él (Éxodo 20:3-5). Jesús nos enseñó a orar al Padre celestial: "Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9). Esta dirección nos recuerda que la oración no es un diálogo con un poder impersonal ni con una fuerza cósmica, sino con el Dios personal y soberano que se ha revelado en Cristo. 2. Debemos orar con las ideas correctas: conforme a las Escrituras Nuestra oración debe estar fundamentada en la verdad bíblica. No podemos acercarnos a Dios con ideas que contradigan Su Palabra, ni con deseos egoístas o carnales. Santiago nos advierte: "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:3). La Escritura nos guía en cómo orar correctamente: Con fe: "Pero pida con fe, no dudando nada" (Santiago 1:6), debemos orar también conforme a la voluntad de Dios: "Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye" (1 Juan 5:14) - y así mismo, nuestra oración debe estar saturada de acción de gracias: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6). 3. Debemos orar con la actitud correcta: humildad y mansedumbre El Dios soberano no se impresiona con nuestras palabras elaboradas ni con la cantidad de nuestras oraciones. Él busca corazones humildes que reconozcan su total dependencia de Su gracia. El salmista declara: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu" (Salmo 34:18). Jesús mismo enseñó que el fariseo, quien oraba con orgullo, no fue justificado; pero el publicano, que clamó: "Dios, sé propicio a mí, pecador", fue escuchado (Lucas 18:9-14). Esta actitud de mansedumbre reconoce nuestra necesidad constante de Dios y Su misericordia. ORAR ES CLAMAR POR LA MISERICORDIA DEL REY La oración cristiana no es un monólogo vacío ni una transacción comercial con Dios; es un acto de adoración y comunión. Cuando oramos al Dios correcto, con las ideas correctas y con la actitud correcta, encontramos que nuestra oración se convierte en una experiencia de acercamiento al Rey de reyes, es un privilegio y honor - La oración es el medio principal por el cual los hombres invocan a Dios y aprenden a confiar en Él, mostrando así su dependencia de Su bondad y misericordia. Oremos, entonces, con confianza, sabiendo que en Cristo tenemos acceso al Padre y que el Espíritu Santo intercede por nosotros conforme a la voluntad de Dios (Romanos 8:26-27).