Doña Manolita, la de la lotería en Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

Zafarrancho Vilima

Hoy os contaremos la historia del Calvo de la Navidad de antes, hoy os presentamos a Manuela de Pablo, antes de tener un estanco, Doña Manolita después de tener un estanco, que ahora está más difícil que encontrar una tapa de albóndigas en tomate en un bar. La pequeña Manuela nació en el castizo barrio de Chamberí, de aquí de Madrid, en 1879. De familia humilde, tenía 3 hermanas y su padre era maestro de obras, que cobraba un poco más que el encargao de un Telepizza pero un poquito menos que el cajero de un Dia. Como la familia pasaba más apuros que Will Smith buscando la felicidad, Manuela decidió empezar a trabajar pronto y lo hizo en un estanco. La chiquilla, que tenía más visión de negocio que el primero que metió un cazón en adobo, abrió el suyo propio en la calle Hortaleza cuando tenía 22 años. Pero como allí na más que entraban tíos con las uñas amarillas y el bigote quemao por el medio, en 1904 decidió abrir, junto con sus hermanas, su primera administración de loterías en la calle Ancha de San Bernardo, era la Administración nº67. Nacía Doña Manolita. Al principio repartían menos premios que una tómbola a las 3 de la tarde. Sus pocos clientes eran los estudiantes de la Universidad Central de Madrid y algunos vecinos con los que logró hacer una pequeña clientela fija, porque Doña Manolita era más simpática que Pepe Navarro con la cámara encendida. Aún así, las pobres obtenían menos beneficios que las acciones de la zapatería PAYMA. En 1923, harta de la mala suerte, decidió llevarse unos decimitos a Zaragoza para refregarlos por La Pilarica con la suerte de encontrarse a la Virgen las 4 veces que fue con el manto carmesí, que es signo infalible de fortuna, así que si tienen un amigo zaragozano que pague él la conviá. Ese año los décimos de Doña Manolita salían premiados en el sorteo de Navidad y a partir de entonces repartió premios con bastante frecuencia. La historia de cómo consiguió atraer a la suerte se extendió por la ciudad de tal manera que se tuvo que mudar a un local más grande en la calle Gran Vía en 1931 y abrir otro en la Puerta del Sol. En esta época ya tenía tó la cara de Ada Colau, la nombraba Concha Piquer en sus canciones y se había casado con un picaó, que cuando vio lo que se ganaba con el visio de la gente, se retiró de los toro pa vendé lotería. En 1937, durante la Guerra Civil, un obús reventó el escaparate de la calle Gran Vía y ese años perdió al 95% de sus clientes, pero porque no buscó en ninguna cuneta. Desgraciadamente, Doña Manolita no tuvo hijos y dejó de repartir fortuna el 7 de mayo de 1951, a los 72 años, aunque ustedes podrán recordarla si algún día se cruzan con su sobrino y heredero Alfredo Salgado, que hizo un Dioni y todavía lo están buscando Hacienda, el Hipódromo y el Ditero o cuando vean en la cena conmemorativa de la Fundación Francisco Franco a los actuales dueños, los familiares del Conde de Cabrillas.

Inicia sesión para escuchar episodios explícitos.

No te pierdas nada de este programa

Inicia sesión o regístrate para seguir programas, guardar episodios y conocer las últimas novedades.

Selecciona un país o una región

África, Oriente Medio e India

Asia-Pacífico

Europa

América Latina y el Caribe

Estados Unidos y Canadá