El secuestro de Enrique Castro, Quini, el ariete del FC Barcelona y Pichichi de la Liga en 1981, se prolongó por un espacio de tiempo mucho mayor de lo que preveían los raptores y lo que esperaban familiares, dirigentes deportivos y fuerzas policiales. El dinero del rescate estaba a punto para ser entregado pero las dudas y la desconfianza de los delincuentes de no caer en una trampa alargaron las negociaciones por espacio de tres semanas.
Se planificaron entregas en tren, barco y avión, pero ninguna fructificó. La última intentona, a iniciativa de los secuestradores, fue ingresar los 100 millones de pesetas del rescate en un banco suizo, que garantizaba el anonimato de los titulares. Conseguir que el dinero llegara a la capital helvética contravenía la legislación vigente, pero la vida del futbolista asturiano dependía de ello.
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- Published17 September 2024 at 21:00 UTC
- Length36 min
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