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Juan 14: La paz de Dios Dios no está callado

    • Cristianismo

En la noche antes de su muerte, el Señor Jesucristo habla palabras de esperanza a sus discípulos, los cuales tenían gran necesidad de recibir consuelo y aliento. Jesús fue la fuente de verdad para ellos durante todo su ministerio y él les promete que a él irse, les dejaría una fuente de consuelo y de verdad, y les anuncia que les enviaría al Espíritu Santo quien les guiaría, consolaría y enseñaría. Pero no sólo esto, Jesús también les prometió que a pesar de estar a las puertas de su muerte, esta sería solo temporal; él les promete que su muerte no terminaría la relación con ellos, su unión a ellos era indisoluble, como lo es para todos los creyentes. Como nos dice Romanos 8:38-39 ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos jamás del amor de Dios.

Jesús en medio de esta conversación con sus discípulos, pronuncia las hermosas palabras que son una poderosa promesa hasta nuestros días: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da (Juan 14:27). Jesús ofreció a sus seguidores una paz inconmovible por los sucesos de este mundo y que perdura para siempre.

En la noche antes de su muerte, el Señor Jesucristo habla palabras de esperanza a sus discípulos, los cuales tenían gran necesidad de recibir consuelo y aliento. Jesús fue la fuente de verdad para ellos durante todo su ministerio y él les promete que a él irse, les dejaría una fuente de consuelo y de verdad, y les anuncia que les enviaría al Espíritu Santo quien les guiaría, consolaría y enseñaría. Pero no sólo esto, Jesús también les prometió que a pesar de estar a las puertas de su muerte, esta sería solo temporal; él les promete que su muerte no terminaría la relación con ellos, su unión a ellos era indisoluble, como lo es para todos los creyentes. Como nos dice Romanos 8:38-39 ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos jamás del amor de Dios.

Jesús en medio de esta conversación con sus discípulos, pronuncia las hermosas palabras que son una poderosa promesa hasta nuestros días: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da (Juan 14:27). Jesús ofreció a sus seguidores una paz inconmovible por los sucesos de este mundo y que perdura para siempre.

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