Faltan palabras, sobran hechos, solo para comprobar, que el terror existe, sí, esa sensación de terror, combinado con ese escalofrío que inunda las entrañas, bloquea los sentidos e inmoviliza a todos, solo muy pocos podemos soportar una presencia de un ser que no se encuentra en el plano terrenal. Sí, es así, el terror es intangible, pero es duradero, es exactamente como un fantasma, y es posible verlo, con incontables personas que pierden el color y solo por ver un fantasma pequeño que solo rogaba que alguien le diera paz, solo paz, el fantasma busca venganza, paz o lo que sea, pero no es posible interrogarles, porque de lo contrario, solamente obtendremos un enorme silencio y una sensación de vacío. Eso me pasó el día que estuve entre ellos, si, lo recuerdo bastante bien… Cae la noche en la gran ciudad, cuando veo pasar algunos animales por el aire, sí, así como lo oyen, tres aves bastante enormes que, de tanto aleteo, impacientaban a los demás, eso no parecía ser normal, ¿pero ¿cómo iba ser normal?, ver aves enormes que tenían solo un objetivo, se dirigían a donde mismo y mi curiosidad no me dejaría. Me levanto de la banqueta gris de la plaza en la que me encontraba, me acomodo la camisa y me dirijo hacia el lugar. El camino inicia con una vereda que, a cada costado, cuenta con una cantidad enorme de hiervas, bastante desconocidas, son enredaderas y árboles espinosos que dan una sensación de que este lugar no es nada seguro, pero yo quiero investigar, mi intriga me puede matar. De un sobresalto siento que alguien se acerca hacia mis espaldas, pero lo ignoro, no lo tomo en cuenta, mi instinto dice que me arrepentiré si volteo, ¡no puede ser!, esa sensación que alguien me observa me quema por dentro, pero sigo mi camino por esa vereda que marca el camino, de una u otra manera no puedo ir pisando césped, eso significa un peligro inminente, podría estar inundado de cualquier cosa, algún reptil o un bicho venenoso que me inmovilizaría y sin avisar, claramente quedaría muerto en medio de la nada, a quién se le ocurriría entrar a un monte totalmente desértico? A nadie, solo a mí... Sigo caminando y la vereda se va ensanchando, donde solo puede caber una persona y siento las hiervas largas que se estampan con mis extremidades, rosan mis brazos esas pequeñas espinas u hojas que no interrumpen mi camino, pareciera que estoy siendo controlado por alguien y así de la nada, se escucha unos pasos cansados que arrastran en el pasto, ¡pero a quien se le ocurre pasar por ese lugar!, podrían recibir un fuerte piquete de serpiente o insecto y ¿quién lo salva?, nadie absolutamente nadie, yo no tengo los conocimientos ni siquiera básicos de primeros auxilios, seguro que si nos pasa algo, nos moriríamos juntos, pero no me iba a poner a reflexionar que pasaría en caso de que alguien sufriera un accidente por ser incongruente y hasta terco por pasar por peligros de a gratis… ¡voltea, voltea!, mi intuición sigue diciendo que voltee, pero mi inconsciente dice que no lo haga, seguro que me arrepentiría y gritaría de tanto terror, estaba preparado, pero no lo suficiente, si había algo de cobardía en mi interior y no llevaría mi vida al límite solo para ver que había atrás de mí siguiendo mis pasos y seguro que si me ocupaba me hablaría. Siento un escalofrío y me caigo pesadamente en el suelo, mi cara se cae directamente en un montón de piedras que adolecen todo mi cuerpo, después, intento levantarme y con esfuerzo lo logro, pero después de esa caída no es lo mismo, no siento lo que antes sentía, tengo un sentimiento de soledad y tristeza y siento que alguien más está controlándome. Lloro con gran pesar, pero esa sensación no se va, en vez de irse, siento más y más, la vida es obscura, nadie me recuerda y mi cuerpo pide descanso, siento que estoy postrado en el suelo, pero no alivia nada, la tristeza crece y la felicidad se desvanece. Me levanto y vuelvo a caminar, me