Semillas para el Alma Mercedes Laporta

Descartes decía:” Pienso, luego existo”. Pero, desde la perspectiva de las enseñanzas de Buda, bien podríamos decir: “Pienso, luego… no estoy aquí”, porque cuando nos perdemos en nuestros pensamientos, no estamos realmente aquí. Para estar realmente presentes, nuestros pensamientos, debe detenerse.

La Luz está siempre ahí, nunca cambia, siempre tiene la voluntad y la capacidad para cumplir todos y cada uno de nuestros deseos, para responder a cada plegaria nuestra.

Al igual que la electricidad en nuestros hogares, está siempre presente, pero debemos conectarnos a ella mediante la meditación, imagina lo que quieres como si ya lo tienes, ponle colores, olores y un sentimiento muy grande de gratitud y de amor, emociónate hasta sentirlo genuinamente en tu corazón, para recibir físicamente sus muchos beneficios, de esta manera provocaras que tus sueños se conviertan en realidad, el poder de la intención es muy poderosa, antes de dormir programa tus sueños y pídele a tu sabiduría interna que te de las señales que requieres para lograrlos.

Existe una pequeña diferencia entre la persona común y aquellas personas que han logrado aprovechar al máximo su potencial y han sobresalido en aquello a lo que se dedican.

Lo que los hace diferentes no es una inteligencia superior ni una mejor actitud física, ni una mejor educación y mucho menos tener mucha suerte.

Sobran ejemplos de grandes personajes que se han sobrepuesto a situaciones terribles en su infancia, cómo la pobreza, a defectos físicos, e infortunios y que, a pesar de todo, han logrado en convertirse en ejemplos a seguir.

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El Ego juega un papel muy importante en nuestra vida diaria, algunas veces nos protege y otras veces nos entorpece.

Ahora hablare sobre ese Ego que nos hace pequeños espiritualmente y algunas veces ante las personas que estan alrededor de nosotros que nos hacen ver como personas ególatras.

Ya que somos rehenes de la presión constante para superar a nuestros amigos y colegas.

Estamos esclavizados por nuestros caprichos reactivos y deseos egoístas. Somos cautivos de nuestros empleos y de nuestras presiones económicas. Somos prisioneros de la manera en la que los demás nos perciben. Estamos encarcelados por nuestra necesidad de que otras personas nos acepten.

Para verdaderamente entender el poder de la programación subconsciente que tiene sobre nosotros, debemos entender que el alcance de nuestra “vida” se extiende más allá de una sola vida. Yo creo y sé, por la gran cantidad de información que he obtenido realizando este trabajo, que hemos vivido muchas vidas en este planeta y en otros planetas. Si una caída de una lancha o bote  puede hacer que uno siempre esté nervioso al estar cerca del agua, imagínense lo que la muerte por ahogamiento en Cincuenta vidas le hará al subconsciente.

Dentro de cada uno de nosotros hay una necesidad insistente de aprender, de crecer, de emerger y de hacernos más y más grandes. Laboramos duro en nuestros trabajos, luchamos con nuestras relaciones, impulsándonos a ir más lejos y más rápido y hacer más con menos.

Pero ¿sabemos a dónde vamos?

La verdad está en nuestros deseos. Fijamos nuestro rumbo de acuerdo con lo que falta en nuestras vidas, ya sé amor, paz mental, prosperidad o salud. Miramos el espejo y decimos ¿porque yo? O ¿porque no yo? Preguntamos ¿tenemos algún propósito en la vida? sí lo hay, ¿cuáles es y qué estoy haciendo para alcanzarlo? si no hay propósito será la vida humana mente un accidente de la naturaleza? ¿Será totalmente intransigente todo lo que hacemos en el breve período de nuestras vidas? ciertamente existe algo más que conocernos a nosotros mismos y comprender la vida de aquello que vemos en la superficie de la realidad física. De algún modo aún no estamos allí, donde quiera que allí sea.