Bilbao ha sido cuna de muchas historias singulares, pero pocas tan sorprendentes como la de Txomin Letamendi, un trompetista bilbaíno de la calle Castaños nacido en 1901, cuya vida transitó entre la música, la guerra y el espionaje. Un virtuoso de la trompeta Desde joven, destacó como trompetista, llegando a tocar en la Orquesta Sinfónica de Bilbao y en la Banda Municipal. Su talento le llevó a participar en la orquesta de tangos Lola Van, donde se ganó el reconocimiento del público. Sin embargo, su destino cambió con la llegada de la Guerra Civil. Se unió a la compañía Ascatuta y al batallón Alistimullo, el más numeroso de todos. Pero con la derrota republicana, tuvo que exiliarse en París, donde conoció a Carmele Urresti, cantante del coro Eresoinka, con quien contrajo matrimonio. Del exilio al espionaje Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, su periplo le llevó hasta Venezuela, donde volvió a brillar como trompetista, e incluso llegó a tocar en Nueva York. Además, en paralelo, su papel como agente de los servicios secretos vascos comenzó a tomar forma. En París y luego en Venezuela, trabajó contra el embajador franquista Sangroni, recopilando información para el Gobierno Vasco en el exilio. En 1943, el lehendakari José Antonio Aguirre le propuso ingresar en los servicios de inteligencia. Persecución, cárcel y tortura Desde su labor clandestina en Madrid, fue arrestado en la estación de San Sebastián y encarcelado durante dos años, sufriendo brutales torturas. A pesar de todo, continuó con su labor en Andarroa y Barcelona, hasta que fue detenido nuevamente. Encarcelado en Guadalajara, soportó nuevos tormentos antes de quedar en libertad. Su salud se vio gravemente deteriorada y finalmente falleció en 1952 en casa de su hermano. La historia de Txomin Letamendi, una combinación de música, guerra y resistencia, bien podría ser el guion de una película.