==================================================== SUSCRIBETE https://www.youtube.com/channel/UCNpffyr-7_zP1x1lS89ByaQ?sub_confirmation=1 ==================================================== DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025 “CON JESÚS HOY” Narrado por: Exyomara Avila Desde: Bogotá, Colombia Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church ===================|| www.drministries.org ||===================11 de Julio ¿Qué deseas que Jesús haga por ti? «Un ciego estaba sentado junto al camino mendigando, y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Le dijeron que pasaba Jesús nazareno. Entonces gritó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David! ¡Ten misericordia de mí! [...] Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a su presencia. Cuando llegó, le preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga?". Y él dijo: "Señor, que reciba la vista. Jesús le dijo: "Recíbela, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios» (Luc, 18: 35-43). La actitud de Jesús frente a este ciego es un modelo de excelencia y de buen hacer. Este relato muestra, de modo patente, la finura de su acercamiento terapéutico. Junto al camino se encuentra un mendigo ciego llamado Bartimeo («Hijo de lo impuro»), como si su ceguera fuese la marca de su indignidad: un marginal de su sociedad, estigmatizado hasta por su nombre. Al escuchar que Jesús se acerca, el mendigo pide. No quiere lástima: necesita un gesto de gracia. El gentío lo reprende, porque su mera presencia les molesta. Pero el ciego sigue gritando con más fuerza. Y Jesús, que tiene el oído especialmente fino para captar los clamores del corazón, les pide que lo llamen. Desea poner al invidente en marcha asumiendo su parte en su propia curación. Sabe que nadie suele curarse en contra de su voluntad. Muchas veces, queriendo ayudar al paciente, forzamos sus deseos o hacemos demasiado y eso solo sirve para reforzar su falta de confianza en sí mismo y su pobre autoestima. Además, con esta orden de traerlo a su presencia, Jesús crea una corriente de simpatía, impulsando a los testigos, antes hostiles al mendigo, a actuar de enlace entre el ciego y él mismo. «Decidle que venga a mi», les ordena. «¡Ánimo! Levántate, el Señor te llama», le dicen (ver Mar. 10: 49). Los presentes ya han pasado de la hostilidad a la solidaridad. La bondad de Jesús es tan contagiosa que moviliza a quienes se le acercan en una hermosa cadena de cooperación. Como buen «profesional» sanitario, Jesús pregunta al paciente: «¿Qué deseas que haga por ti?» (cf. Mar. 10: 51). Respeto total que permite al ciego expresar su voluntad de ser sanado, permaneciendo dueño de sus decisiones. Dos factores se combinan así para su curación: la confianza depositada en el sanador, y la generosa misericordia de este que da a la demanda del ciego el hermoso calificativo de «fe». Cuando estas dos audacias se juntan se producen milagros. Hoy también.