A veces los PLANES NO SALEN BIEN - S02E14
Bienvenidos inquietos e inquietas, El otro día me pasó algo curioso y me pareció algo interesante que traer al podcast. Sabéis que suelo ver algo que haya leído o visto y lo analizo por aquí, pero en esta ocasión os traigo algo que me ha hecho reflexionar personalmente y que es algo que, antes o después, sufrimos todos. Os pongo en contexto, estaba limpiando varias cajas de mi última mudanza, hace ya años, pero necesitaba hueco para meter otras cajas de el último ordenador que me compré. Marie Kondo, si estas escuchado esto, perdóname, soy la vergüenza del orden y el balance espiritual de mi casa. Pues en una de esas veces me abrí una caja que contenía distintas cosas de mi adolescencia, fotos de fotomatón con amigos, antiguos carnés y cosas así y, entre tanto papel, encontré una lista de cosas que quería hacer antes de morir que escribí junto a un amigo allá por mis 19 años. La recuerdo como si la estuviera escribiendo ayer. Perlitas como “tener un BMW” o “una casa donde quepan todos mis amigos”, también había detalles algo más espirituales como “ir al punto mas septentrional y austral del planeta”, pero eran los menos, además de otras relacionadas con el sexo que no voy a reproducir. SI os digo la verdad, me dio bastante vergüenza ajena leerla y me debatía entre volver al pasado para darme una colleja o un abrazo. Eso me hizo pensar en cuánto pueden cambiar las prioridades de una persona a lo largo de su vida y cómo sus anhelos van mutando de lo material a lo casi metafísico. Pero, ciertamente, no puedo reprocharme nada de lo escrito en esa lista de deseos, es una época en la que buscas reafirmar una identidad que todavía no tienes definida y, normalmente, esa identidad se basa en aspectos estéticos y materiales, por lo tanto, en mi lista de deseos solo reflejaba mi deseo por tener un estatus concreto y demostrárselo al resto del mundo. Ocurre que la vida suele tener otros planes para ti y esos deseos materiales nunca llegan en la forma que quieres o, si consigues alguno, con el paso del tiempo se van degradando rápidamente porque, en definitiva, no es más que eso, materia. ¿Quién no tiene un amigo que se compró el coche de sus sueños y creía que había llegado al culmen de su vida y años después sigue con el mismo coche, más desgastado, y se ha quedo estancado en ese momento de su vida? Es por ello por lo que me quito el sombrero con aquellas personas que, a edades tempranas, han tenido acceso a esas metas materiales y han sabido transitar a otras de otro tipo, sin destruirse en el proceso. Después tienes esos ejemplos de personas a las que le tocan la lotería y lo pierden todo en cuestión de meses porque intentan cumplir su lista de pendientes adolescente lo más rápido posible. Todo esto de la carta me recordó a un ejercicio que hace el famoso coach Tony Robbins en sus congresos, en el que te hace plantearte, como en el cuento de navidad de Dickens, tu yo del pasado, presente y futuro. Creo que todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos agobiado con metas de nuestro futuro porque percibimos que no las vamos a alcanzar nunca, pero olvidamos que esas metas las impone tu yo del presente y poco le importan a tu yo del pasado y a tu yo del futuro. Pienso en mi yo del pasado de 19 años poniéndose como meta vital comprarse un BMW y mi yo del presente no puede más que reírse, y sin embargo, esa obsesión por ver que no iba a poder comprármelo y finalmente tener que hacerme con un Citroën Saxo me hizo sentirme mal, casi avergonzado. Ojo, avergonzado por algo que a mi yo del presente le da risa. ¿No da pena? Por eso en mi yo del presente, cuando intento establecer hacia dónde quiero ir o a dónde me gustaría llegar intento hacerlo con metas más vitales y menos materiales. “Tener una familia unida” o “Vivir rodeado de gente a la que quiero” o “Trabajar sin que parezca que esté trabajando”. Esto no son objetivos tan concretos como querer adquirir una marca de coche concreta y, probablemente, mi yo del futuro, si los viera escritos, no sentiría vergüenza ajena y estaría de acuerdo con ellos. Esto no quiera decir que no sería feliz si me comprara un BMW, podría serlo si esa compra complementa a esas otras metas, como vivir rodeado de gente a la que quiero, pero para ello no me hace falta ningún tipo de vehículo concreto. Como resumen, no te agobies con las metas que te estés marcando ahora mismo porque, muy probablemente, a tu yo del futuro le den risa. Solo actúa, prueba, analiza y repite, y eso te llevará a conocerte mejor a ti mismo y a saber dónde, de verdad, te gustaría estar el día de mañana. ¿No sabes cómo empezar? Como experto en la parálisis por análisis puedo darte más consejos, pero será en un podcast futuro, sígueme para no perderte nada. Si quieres contarme tus dudas puedes hacerlo en Instagram en @pensarnoduele, en Twitter en @pensarnoduele_ y seguirme en YouTube en Pensar No Duele. Nos vemos la próxima semana. Adiós.