Botepronto Así Como Suena

El tercer debate no cumplió las expectativas con respecto de la discusión del tema de seguridad. Destacaron los hechos de que Claudia Sheinbaum haya hablado de fraude electoral y que Xóchitl Gálvez haya dicho al mismo tiempo que hay una elección de Estado y de que va a ganar. Gálvez desaprovechó su última oportunidad y volvió a temas que había superado en el segundo debate, como llamar a Sheinbaum narcocandidata. Gálvez necesita convencer a electores indecisos. Probablemente no lo hizo.

En el próximo debate presidencial permanecen dos incógnitas: si Claudia Sheibaum defenderá supuestos logros del gobierno en materia de seguridad y si apelará al presidente o no. No hay luz, no hay agua, no hay seguridad. Parece difícil que Sheinbaum pueda convencer al electorado de que los homicidios van a la baja, cuando abril es el mes más sangriento. Gálvez llegará al debate después un mítin, en una doble apuesta que será un ensayo general de movilización electoral.

En la reunión con los consejeros regionales de BBVA, donde estuvo Claudia Sheinbaum, hizo un posicionamiento y luego conversó con Enrique Quintana, quien le preguntó hablando de la elección: ¿este arroz ya se coció? Ella respondió que falta el trámite del 2 de junio, un trámite que no es poca cosa, un trámite que involucra a millones de mexicanos. Hay la impresión de que todo está tan decidido, que el problema podría ser la abstención. En todo caso, a Sheinbaum no le conviene que se desmovilice su militancia en estados donde la competencia está muy cerrada.

En el segundo debate, Xóchitl Gálvez tenía una estrategia a la que se ciñó, aunque se dio licencias y permisos que la hicieron verse natural, sin ataduras, y le funcionó. No alcanza para profetizar, pero el mensaje es que sigue en la pelea y que no va a soltar a su adversaria. Xóchitl salió del debate con vida cuando pudo haber salido desahuciada. La pegunta era si Máynez se le iba a trepar e íbamos a tener una pelea encarnizada por el segundo lugar. Xóchitl aprendió de sus errores porque esa espontaneidad ha sido muy problemática.

La reforma a la ley de amparo propuesta por Ricardo Monreal parece una venganza contra el poder judicial de parte del gobierno en la pelea que inició con la nueva presidencia de la Corte. ¿En qué consiste? ¿Cuáles sería sus efectos? De eso platicamos en botepronto con nuestra invitada Lisa Sánchez.

El ministro en retiro Arturo Zaldívar, acompañado por el líder de Morena, Mario Delgado, anuncia que iniciará un juicio político contra la presidenta de la Corte, Norma Piña. El hilo no empezó este fin de semana; AMLO no midió el impacto de sus palabras ni en ese momento ni después, porque se dio en el contexto de un asalto a la independencia del poder judicial, cuando Zaldívar dejó la Corte para encabezar la ofensiva contra la Corte. Lo que está en juego es mucho: la independencia del poder judicial y la división de poderes.